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El Señor de Babilonia

Daniel establece la verdad de que Dios tiene el control de los acontecimientos en Babilonia y, en consecuencia, en cualquier otra nación y época.

Por Mario Vega

¿Es Dios Señor solo en Israel o en toda nación? Este es el tema de fondo que se trata en el libro del profeta Daniel. Este y otros adolescentes de la realeza israelita fueron tomados cautivos y llevados a Babilonia. En ese lugar se encontraron lejos de su tierra, de sus familias, del culto y ante el reto descomunal de saber si Dios seguía siendo soberano en una nación extranjera, en la misma Babilonia. Habían sido llevados cautivos para convertirse en siervos del rey Nabucodonosor. La flor de las naciones conquistadas estaba ahora al servicio de la corona. Para lograr su absorción fueron sometidos a un proceso de inculturación: sus nombres, que evocaban a Dios, fueron cambiados por nombres de dioses babilonios. Su lengua materna fue cambiada por el caldeo y fueron alojados bajo el cuidado de mayordomos que se encargarían de vestirlos, alimentarlos y educarlos conforme a las costumbres caldeas.

Pero no todo era negativo para estos jóvenes. Parte del proceso era que su alimentación provenía directo de la mesa del rey. Los mejores manjares y vinos se dispusieron como su dieta diaria. Pero Daniel y sus tres amigos se propusieron no comer de esos banquetes. Era la costumbre de la época el consagrar los alimentos a los dioses y ellos no deseaban ingerir ninguna comida dedicada a los ídolos. En su lugar solicitaron que se les diera una dieta vegetariana y agua. El mayordomo se asustó con la solicitud, pues él era el encargado de su salud y si el rey los veía pálidos sería severamente castigado. Pero, Daniel le pidió hacer una prueba por unos días. El tema no era exclusivamente sobre nutrición, lo que estaba en juego era si el Dios de Israel era el verdadero Señor de Babilonia también. De ser así, el resultado de la prueba estaba asegurada. Efectivamente, después de un tiempo, la apariencia física de Daniel y sus amigos resultó ser más lozana. Dios había demostrado que él era Señor también en Babilonia. Él es Dios de todas las esferas de la vida, no solo de la religiosa.

Pero si los hebreos fueron firmes en su rechazo al proceso de absorción, llama la atención que, contrariamente, se mostraron ávidos en aceptar dos elementos de la vida en Babilonia: la educación y la participación política. Con respecto a la educación, los hebreos resultaron ser los más aventajados e inteligentes para las ciencias y las letras. Al ser evaluados por el rey los encontró diez veces más sabios que todos los demás estudiantes de su generación, incluso que los mismos estudiantes caldeos. Además, Daniel recibió la facultad para interpretar visiones y sueños, con lo cual, comenzó a perfilarse como profeta del Señor.

Con respecto a la participación política, Daniel se dedicó completamente a esa labor y procuró posiciones de alta influencia para sus amigos. Ellos estaban en un reino que no tenía nada que ver con la teocracia israelita. El imperio babilonio era completamente pagano, pero, precisamente por eso, el profeta se enfocó en demostrar que Dios era Señor de toda nación y de todas las esferas. El libro de Daniel presenta a Dios como un participante activo, aunque silencioso, en las tramas que relata. Con ese recurso narrativo, establece la verdad de que Dios tiene el control de los acontecimientos en Babilonia y, en consecuencia, en cualquier otra nación y época.

Por su parte, Daniel es presentado como el prototipo del creyente que anhela demostrar el señorío universal de Dios ofreciéndose como instrumento de ese propósito. Con esa finalidad Daniel y sus compañeros se esforzaron, por una parte, en ser los estudiantes y profesionales más competentes, y por otra, en ejercer una participación política intensa. Lo primero estaba al servicio de lo segundo.

Para los lectores observadores y devotos del libro de Daniel, la responsabilidad de fe que presenta no deja ninguna duda. Si en verdad se cree que Dios es Señor de todo, su pueblo debe enfocarse en que su voluntad sea hecha en todas las esferas y en todo tiempo. Ningún aspecto debe ser dejado al arbitrio del criterio humano. También en el ejercicio del poder Dios tiene mucho que decir y es responsabilidad de su pueblo darlo a conocer.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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Cristianismo Opinión

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