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La oración a Dios es el éxito de los pueblos

Como nación, familias, hombres y mujeres, niños jóvenes y ancianos, sin distinción alguna volvamos este 23 de Noviembre en Oración

Por Alfredo Najarro |

JEREMIAS 33.3 “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñare cosas grandes y ocultas que tu no conoces”.
Esta porción de la Palabra de Dios la encontramos, en el marco del sitio a Jerusalén, por parte del ejército del Imperio Babilónico. Este imperio, bajo el mando del rey Nabucodonosor, amenazaba con tomarse la ciudad de Jerusalén y destruir la nación de Israel, es decir, Israel como nación se encontraba en un momento histórico de decisión entre volverse a la oración para ser rescatados por el poder de lo alto, o simplemente ignorar la oración y dejarle puertas abiertas al enemigo para que lograra su objetivo.


Lamentablemente Israel no se volvió a la oración y no escuchó la voz de nuestro Dios. Como consecuencia, fue llevado cautivo a Babilonia por setenta años y Jerusalén quedó en ruinas y el templo construido por el rey Salom, donde se le ofrecían sacrificios al Señor y ofrendas, destruido por completo, causando un tremendo dolor y sufrimiento, como lo podemos ver en el salmo 137:1, que literalmente dice: “Junto a los ríos de Babilonia allí nos sentábamos y aun llorábamos, acordándonos de Sión”.


El versículo 4 del mismo salmo dice: “¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en Tierra de Extraños?”. Es decir, perdieron la esencia, la imagen que Dios ha puesto en el hombre, la comunión con Él y los beneficios que tiene un pueblo cuando se vuelve a su Dios.

Para la mayoría de los pueblos, el despreciar a nuestro Dios, el volverle la espalda, el olvidar buscarle se ha vuelto una constante, recibiendo en sí el fruto del olvido a Dios. El Salvador como nación ha tenido también muchas aflicciones desde tiempos históricos: aflicción en lo económico, en la salud, en lo agrícola, desastres como terremotos e inundaciones, en lo social, educación y en conflictos de diferentes índoles.


¿Pero será que nuestro Dios desea la aflicción y sufrimiento para El Salvador?

No. Dios siempre ha querido el gozo y bienestar para nuestra nación; pero eso va relacionado íntimamente con la obediencia a Su Palabra y a su Mandamiento.


En el libro de Deuteronomio, cap. 28:1, dice literalmente: “Acontecerá que, si oyeres, atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra sus mandamientos, que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra”.

Como vemos, no hay otro camino para el éxito y desarrollo, sino el guardar su palabra y prestar atención al Señor.
Segunda de Crónicas 7:14, nos dice: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”.


Observemos que las puertas de los cielos siempre están abiertas para su pueblo, para todo aquel que desee refugiarse en y buscar en los brazos de Cristo. Él oirá, nos perdonará y sanará nuestra tierra y nos cubrirá con su amor. Como nación, familias, hombres y mujeres, niños jóvenes y ancianos, sin distinción alguna volvamos este 23 de Noviembre en Oración y ruego a nuestro Dios por nuestras autoridades, por el Sr. Presidente constitucional, por la Asamblea Legislativa, Corte Suprema de Justicia y todas las autoridades que nos gobiernan, para que El Salvador sea ejemplo a nivel mundial, de progreso y desarrollo, económico, salud, seguridad y los más necesitados tengan acceso al bienestar que siempre han soñado. Amén.

Pastor y Capellán. Coordinador del Día Nacional de Oración.

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Cristianismo Opinión

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