Shalom es un ello saludo judío equivalente a paz. Con la diferencia de que en nuestra cultura la palabra paz equivale a ausencia de conflicto (estar en paz con alguien). En cambio, Shalom indica paz, bienestar, bendición, prosperidad. En suma, vida realizada.
El salmista canta: El Señor bendice a su pueblo con la paz. Es el resultado de la presencia de Yavé Dios en medio de su pueblo. Viene a vivir entre nosotros para enriquecer nuestra existencia: “He venido para que ustedes tengan vida abundante”.
El pecado es enfermizo. Socava nuestra calidad de vida. Y, si se arraiga en nuestro corazón, puede causar daños letales.
Como la simbólica manzana que fascinó a nuestros primeros padres, el mal se presenta atractivo. Esos grandes personajes públicos que alardean de una vida disoluta despiertan envidia. Cualquiera diría que se dan la gran vida Drogas, licor, desórdenes sexuales, codicia, violencia son los ingredientes que desembocan en una vida arruinada. Los medios sociales nos traen tristes relatos de vidas destrozadas por abusos.
Jesús nos propone un código ético desconcertante, pero retador: las así llamadas Bienaventuranzas. Es un catálogo de estilos de vida que dejan descolocado a quien lo escucha por primera vez. Bienaventurado el que… Otra traducción podría ser más expresiva: Dichoso quien…, Feliz el que…
La propuesta de Jesús puede parecer impracticable a primera lectura. ¿Cómo va a ser posible encontrar la felicidad en esas opciones existenciales aparentemente contradictorias con lo que de ordinario conocemos como felicidad?
Partamos de la convicción rotunda de que Dios es feliz. Y de que nos quiere felices. Y de que Jesús vino a hacernos felices.
No una felicidad a base de toquecitos de varita mágica. Ni una felicidad delirante producto de estímulos sensoriales adormecedores. Acudir a Jesús como a un mago benévolo dispuesto a expulsar todo sufrimiento es embocarnos en el camino de la decepción.
Cuando Jesús propone el código ético de las bienaventuranzas está mostrando su propio estilo de vida: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Eso explica la fascinación de las multitudes que lo seguían para escucharlo.
El camino de la felicidad está al alcance de la mano. Basta tomar el evangelio, descubrir la persona de Jesús y su palabra exigente. Y seguir sus pasos, es decir vivir como él vivió Un estilo de vida que conduce a una realización profunda.
Lo atestigua la pléyade de santos que la iglesia ha reconocido oficialmente como egregios seguidores de Jesús. Son apenas algunas muestras La inmensa mayoría queda anónima a los ojos de la sociedad.
Pablo de Tarso pasó de enemigo de la propuesta de Jesús a ser un entusiasta divulgador de su mensaje. Parafraseando, él decía: Si yo hubiera logrado todos los éxitos humanos, pero careciera del amor de Cristo, sería un fracasado”.
Siglos antes, el profeta Isaías anunciaba al futura Mesías con esta misión abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la cárcel, y de la prisión a los que habita en tinieblas.
Sacerdote salesiano.