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Testigos

El papa Francisco nos invitó a que fuéramos testigos de Cristo. Y como testigos, contáramos a los demás lo que hemos visto, pensado y sentido de su presencia.

Por Jorge Alejandro Castrillo
Psicólogo

La vida diaria y las costumbres, el transcurso del tiempo, hacen que las cosas que un día fueron excepcionales o novedosas vayan viéndose desde otras perspectivas. En algunos casos, lo que fue extraño o exclusivo se generaliza, lo que fue raro se normaliza y, en algunos casos, lo que fue imperante puede llegar a desaparecer. Sucede no solo con las cosas, las computadoras y teléfonos celulares para citar dos ejemplos que pasaron de ser muy exclusivas y escasas a constituirse en productos de uso cotidiano, generalizado y de uso masivo. Sucede también con las modas: ¿cuántas veces vio usted a su abuelita en pantalones, a su papá en blue jean, a su mamá o sus amigas asistiendo a la universidad?  Si contesta afirmativamente a alguna de las cuestiones previas usted no pasa de los 35, 40 años.

Si pusiéramos atención, las palabras o dichos que las personas usan o entienden también nos darán idea de la época o condiciones en las que les tocó vivir. En una reunión en la que participé esta semana, me sorprendió que una de las personas que participaban de ella no conociera el significado del refrán “defenderse como gato panza arriba”, que a mí me parecía de conocimiento universal. Alguien más comentó el dicho que usaba su abuelo, quien le enseñó que “uno amarra el macho adonde el dueño quiere”.

Misión es, hasta donde mi entender llega, una de esas palabras que tiene una historia que contar. Si usted la “gugulea” la encontrará referida mayormente al ámbito empresarial, como el motivo o razón de ser de una organización, empresa o institución.  Apuesto, doble contra sencillo, que, a finales del siglo pasado, apenas unas pocas empresas, fueran exitosas o no, tenían pegada en sus paredes carteles con su “Misión”. ¡Operaban y ya! Fue invento de los teóricos de administración de empresas y de quienes se dedicaban al área de Recursos Humanos (hoy Gestión de los talentos) importar esa palabra a su léxico profesional y conseguir que las empresas que se toman en serio definan explícitamente la misión que tienen y que anima su gestión. Fue un golazo de media cancha, hay que decirlo, pues resultó que aquellas organizaciones que se tomaron en serio la cuestión de definir bien su misión encontraron que sus colaboradores trabajaban con mayor dirección y eficiencia. Por eso me gusta “guguliar” las palabras, porque nos informa de su uso actual.

Pero si la busca usted en el mataburros de la RAE encontrará los usos primeros de la palabra, los referidos al encargo o comisión que se le da a alguien. Las misiones, antes, referían a gobiernos o a las iglesias. “Misión imposible” no habría sido tan exitosa si Ian Fleming no nos hubiera familiarizado con las misiones secretas que los gobiernos, a través de sus oficinas de inteligencia, comisionaran a sus agentes. Nadie sabe qué misiones estará encargando el jefe de la Oficina de Inteligencia del Estado en la actualidad. Pero con las recientes modificaciones a la ley de telecomunicaciones y a las denuncias del pasado reciente que hicieron políticos y periodistas nacionales, a nadie le queda duda que la OIE sigue activa y funcionando.

El domingo pasado la Iglesia Católica celebró el DOMUND o Domingo Mundial de las Misiones. Cuando niño, las historias que escuchaba de misiones eran las de San Francisco Javier y otros yendo a los entonces ignotos y alejados territorios del Japón o las peripecias que pasaron en el Paraguay otros misioneros y que tan bellamente plasmados quedaron en aquella película que llevaba por nombre, justamente, “LA MISIÓN”. En aquellos lejanos tiempos se tenía la impresión que, para misionar, había que irse a lugares lejanos, deshabitados, desconocidos y peligrosos.

En estos días, en que la fe católica es todavía mayoritaria entre la población, el DOMUND es una llamada a la responsabilidad de todos los cristianos en la evangelización. Es el llamado a orar y ayudar a aquellos que se dedican a evangelizar, sobre todo entre los más pobres. El papa Francisco nos invitó a que fuéramos testigos de Cristo. Y como testigos, contáramos a los demás lo que hemos visto, pensado y sentido de su presencia.

Los testigos, aquellos que, por tener conocimiento directo y verdadero de algo, son los que mejor testimonio dan de ello, son los más poderosos misioneros que existen. ¿De qué damos nosotros testimonio en nuestra vida diaria?

Psicólogo/psicastrillo@gmail.com

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