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Lo que nos enseña la crisis en Guatemala

Si queremos ser un país del Primer Mundo, necesitamos ser autosostenibles.

Por Carmen Maron
Educadora

El viernes pasado, me di cuenta de que no iba a haber fresas. Como soy intolerante a la insulina, la fresa es parte de mi dieta porque me ayuda a regular mi nivel de glucosa en sangre y, además, mis niveles de colesterol, que todos los hipotiroideos tenemos altísimos. Puesto que gran parte de la fresa viene de Guatemala, y, conociendo a mis hermanos guatemaltecos, paro indefinido es eso, indefinido, mejor me abastecía.


Después de recorrerme como diez salas de supermercados, comprar en línea sólo para que me devolvieran el dinero, comencé a buscar proveedores en Marketplace y por referencias. Para mi sorpresa, descubrí que hay personas que producen fresa en El Salvador y no sólo en Chalate. Uno me comentó que estaban sobrevendidos, por eso la carencia en los supermercados. Pero, me dijo, había bleberries si quería. Yo pensé que eran importadas.


En dos días, me he dado cuenta de cuánto se produce en El Salvador y la enorme variedad. En este pequeño paisito, se puede producir desde una sandía hasta una fresa. En mi búsqueda de fresas (que al final conseguí y que seguiré rebuscándome porque, como les digo, yo creo lo de indefinido) adquirí una infinidad de frutas y verduras tan hermosas que quisiera poder subirles fotos y que ni idea se cultivaban aquí.


¿Entonces, por qué los cuadros tristes de La Tiendona vacía y transportistas botando producto en La Hachadura?
En 1980, el 6 de marzo, para ser exacto. se firmo la Reforma Agraria en El Salvador. Una reforma obligada, desordenada y mal planificada, primero porque se hizo en el extranjero y segundo porque, a pesar que se le hizo tanto ruido al programa “Tierra para el Labrador”, nunca se capacitó apropiadamente a los campesinos para producir. Ese mismo día 6 de marzo de 1980, se decretaba Estado de Sitio. Era más importante matar a “supuestos” comunistas (dígase, campesinos) que enseñarles a labrar las tierras. Y en el proceso este país se labró su propia desgracia.


El Salvador previo a la Reforma Agraria era un país que producía no sólo café, algodón (aunque ya iba en picada) y caña de azúcar, sino maíz, frijol, verduras, frutas y hasta flores tropicales. El Salvador exportaba al mundo. Al terminar la guerra, las tierras que antes eran cañales y campos de algodón ahora producían pashtes, sandías, o eran milpas.
Si la “Reforma Agraria” se hubiera dado con voluntad de resolver los problemas que plagaban al país en los 80, y si hubiera sido creada por manos salvadoreñas, otra historia nos cantaría. Pero no, digamos lo que es, fue otra gota más para rebalsar el vaso. Y, como empezaba la corrupción, fue selectiva. Dos de mis tíos nunca recibieron el dinero que les debían por tierras expropiadas. No eran grandes terratenientes; tenían su hacienda y se fueron, por así decirlo, en la colada, mientras que personas que tenían más tierra que ellos, no fueron tocados o recibieron en algún momento dinero por parte del estado. Mis tíos dejaron de sembrar en la guerra, por pérdida y porque no se podía dado el cero acceso a créditos y ataques de ambos lados. Y así, igual muchos medianos agricultores, dejaron de producir. Los campesinos que habían recibido sus tierras, tampoco pudieron hacer nada y ellos también dejaron de producir.Al terminar la guerra, habían pueblos fantasmas, tierras sin cultivar, y familias enteras que habían emigrad que. comenzaron a mandar remesas.


Por alguna razón, El Salvador, que como dije antes pudiera fluir leche y miel, parece no querer salir de ese estancamiento y a gobierno tras gobierno le ha valido. Podría darles lista aquí de todas las oportunidades que han habido y cómo NUNCA se ha hecho nada significativo desde que se firmaron los acuerdos de paz para reactivar el agro, pero sería demasiado largo. Sin embargo, me parece una tragedia humana que en un país tan fértil, no podamos ser autosuficientes en el tema alimentario.


Hace unos meses escribí un artículo acerca de la seguridad alimentaria en El Salvador. Por supuesto, recibí los típicos comentarios de que yo apoyo a estos y soy aquí y allá. Pero, al parecer, nuestra seguridad alimentaria era más insegura de lo que yo pensé, porque nadie pudiera haber previsto lo que esta ocurriendo en Guatemala. En otras palabras, nuestro país, que no depende de nadie en el mundo, depende de Guatemala para surtir el mercado que abastece la mayor parte de la capital.


Si queremos ser un país del Primer Mundo, necesitamos ser autosostenibles. Como aprendí hoy con las fresas, este país tiene microclimas que nos permitirían producir las suficientes cantidades de hortalizas y granos para importar lo mínimo. Y sí, ya sé que no se hizo nada en treinta años; y sí ya sé que cinco años son muy poquito y todas las jaculatorias. Reactivar el agro a niveles de los 70 tomaría al menos unos diez a quince años. No soy especialista, conste. Quizás podría ser menos. Pero mi pregunta es: ¿quien va a reactivar el agro y cuándo? ¿O siempre vamos a depender de los países vecinos para alimentarnos?

Educadora.

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