Por Cada ser humano cumple un rol en este camino llamado vida. Asimismo, cada salvadoreño o ciudadano tiene una función que cumplir y un caminar en nuestro país El Salvador. Nuestra máxima ley, la Constitución de la República de El Salvador, establece en el artículo 235 que todo funcionario civil o militar, antes de tomar posesión de su cargo, jurará bajo su palabra de honor “ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución , ateniéndose a su texto cualesquiera que fueren las leyes, decretos, órdenes o resoluciones que la contraríen, prometiendo, además, el exacto cumplimiento de los deberes que el cargo le imponga, por cuya infracción será responsable conforme a las leyes”.
Por consiguiente, al tener un cargo político público tanto en el Órgano Ejecutivo, Legislativo o Judicial, no sólo llevamos una responsabilidad de nombre, sino también un compromiso continuo de servirle a la nación, dejando a un lado las diferentes ideologías, capacidades y opiniones contrarias; porque es necesario armar una sinergia estratégica de beneficio común.
No hay que buscar por otros medios, lo que a corto y aún largo plazo podría afectar negativamente. Tampoco malgastemos el tiempo tan valioso en ponernos al mismo nivel de bajeza de aquellos que señalan, se burlan, critican, gritan, mal usan palabras y oprimen al otro, con el objetivo claro de imponer ideas, obviar la posición del otro lado y dejar en vergüenza. Sirvámosle al pueblo salvadoreño sin tentaciones, caminos esquivados y con la convicción y rectitud, con la que se llegó a la silla del servicio.
Trabajemos lo mejor, con lo mejor que podamos. Cuando estemos en cualquier banqueta, actuemos como nos gustaría que lo hicieran con nosotros. El que nada debe, nada teme. Al trabajar de esta manera, salimos beneficiados tanto la población como el o la que contribuye a dicho proyecto; dando un resultado no perfecto, pero satisfactorio.
Prioricemos. Las prioridades son el punto de partida para un resultado fructífero. Por ejemplo, el artículo 65 de la misma plantea que la salud de los habitantes constituye un bien público y que el Estado y las personas están obligadas a velar por su conservación y establecimiento. En el artículo 218, los funcionarios y empleados públicos están al servicio del Estado y no de una fracción política determinada. No podrán prevalerse de sus cargos para hacer política partidista.
A partir de ello, prioricemos las necesidades de la población y lo superficial depositarlo en segundo plano. Atendamos la mirada de la esperanza, la exigencia de un estable porvenir; pero sobre todo, entrelacemos manos con el imán del respeto, con el blanco de la paz, con el azul del vigor, energía, constancia, libertad y por supuesto unión. Que esa bandera se ondee lo más alto posible, sin remiendos ni cicatrices.
Licda. En Ciencias de la Comunicación