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OPINIÓN: Chivo pets: ¿poder ciudadano o cortina de humo?

Por Carlos Gregorio López Bernal
Historiador

​En las últimas semanas han aumentado los señalamientos sobre una inminente crisis en el sistema de pensiones; según fuentes del FMI la Cuenta de Garantía Solidaria se agotaría en 2027, apenas​ 4 años después de la última reforma, la cual autorizó además al gobierno para tomar buena parte de los ahorros de los trabajadores para alimentar su glotona caja chica. Tan grave es el problema que, julio y​ diciembre de 2024, el gobierno tomó el 54% de las cotizaciones; por supuesto, pagando una tasa de​ interés mucho más baja de la que tendría que pagar en otros casos. Además, crecen las denuncias de​ problemas en el Seguro Social; algo pasa en esa institución. Hay mucho trabajo cosmético, sobran​ pantallas y luces, pero la atención desmejora día a día. Ya es secreto a voces, la creciente carencia de​ médicos especialistas. Por otra parte, el rechazo a la minería sigue haciendo mella en la popularidad del​ presidente.

En una lógica de control de daños, uno hubiera esperado una atención remedial, aunque fuera​ mínima a alguno de esos problemas. Una inusualmente extensa comunicación del presidente en​ Facebook, hizo eco de las demandas populares. Pero la liebre saltó donde menos se esperaba, mejor​ dicho, donde menos urgencia había. Resulta que el problema que en las últimas noches le quitó el sueño​ al presidente fue un caso de maltrato animal y negligencia en un refugio municipal de Ilopango. ¡Tan​ grave era que confesó haber leído más de 8,000 comentarios! Esa es una buena señal, significaría que​ comienza a escuchar al pueblo. "Comparto el dolor que siente la población al ver a estos seres​ indefensos en condiciones deplorables". Y ya entrado en calor expresó su descontento con la​ administración del alcalde de San Salvador Este, José Chicas (de Nuevas Ideas) a quien señaló por una​ "pésima gestión".

Y como una vez que se entusiasma con algo, no para, comenzó a tomar acciones.​ Un problema tan grave para la existencia del país demandaba medidas drásticas. Fiel a su estilo,​ no convocó a consejo de ministros. El mandatario anunció medidas drásticas: ordenó el cierre de Chivo​ Pets y el Instituto de Bienestar Animal (IBA), y de la división policial Polipet, así como el retiro de responsabilidades a las alcaldías en la gestión de refugios. Qué bien, por él; qué mal por los empleados​ de esas instituciones que pierden sus trabajos.

En lo personal nunca estuve de acuerdo con la creación de ese tipo de instituciones en un país​ que no alcanza a cubrir las necesidades más elementales de su población. Me resulta absurda la​ concepción de la “Ley especial de protección y bienestar animal”, no porque sea indiferente al maltrato​ animal, algo que no debiera darse bajo ninguna circunstancia. Y justamente por eso, la ley en cuestión me parece hipócrita. En primer lugar, porque se muestra muy sensible a ciertos casos y obvia otros.

Define el maltrato animal como “toda acción u omisión realizada deliberadamente por cualquier​ persona que ocasione sufrimiento innecesario, dolor, dolor lesión o muerte a un animal”. Genial.

¿Dónde quedan los derechos de los miles de pollos, cerdos y reses que matan diariamente?, ¿Alguno de​ los brillantes legisladores que promulgaron esa ley ha dejado de comer carne en este tiempo? Tan avanzada es la ley que retoma el tema de la castración animal en dos ocasiones.

Primero, cuando considera una Política nacional de protección y bienestar de animales, y señala que se creará de​ control poblacional mediante esterilización y castración. Y segundo, cuando habla de jornadas de
esterilización y castración. Pero los ilustres legisladores no consideraron las espeluznantes prácticas de​ castración de bovinos y porcinos, tan comunes en el campo. En el caso se los primeros, la castración se usa para que los novillos engorden más rápido, o para mermar sus instintos con miras a convertirlos en​ animales de trabajo. Y vaya que los bueyes sufren trabajando en el campo.

¿Medio hipócritas no? Minucias aparte, por decisión presidencial ya no habrá Chivo Pets. ¿Y alguien recuerda de dónde se nos​ dijo que salían los fondos para financiar esa ocurrencia? Aprovechando que el Chivo está de moda, ¿se​ nos informará con detalle de los estados financieros y los números rojos de la Chivo Wallet?

Retomo el tema del maltrato animal, en tanto que nos muestra a un presidente que escucha las​ demandas populares. Qué bueno. Pero me preocupan sus criterios de selectividad y la celeridad de sus decisiones. Se tomó el tiempo para leer 8,000 comentarios en redes sociales e inmediatamente decidió​ lo que había que hacer. Pues sí, pareciera que hay muchos salvadoreños a los ese tema les preocupa. Sin embargo, son muchos más y de muy diversos sectores los que han rechazado tajantemente la minería​ metálica. Ese tema ha logrado mayor convocatoria en las últimas décadas.

Sin embargo, esas demandas no las escucha. ¿Le importa más el bienestar animal que el de las personas? Lo mismo podríamos decir del problema de las pensiones. Ciertamente que este no provoca manifestaciones de rechazo tan​ estridentes, pero eso no reduce su importancia. El presidente ha sido muy crítico con “los mismos de​ siempre”. Pero en el tema de pensiones ha hecho lo mismo que ellos, y ha ido más allá, y no precisamente para beneficiar a los trabajadores. Tampoco se ha mostrado especialmente receptivo a las​ necesidades de los miles de vendedores informales expulsados de las calles del centro histórico, sin ofrecerles nada a cambio.

Razón tiene el presidente cuando en su extensa comunicación sobre el refugio animal de​ Ilopango dice: “Algunas personas han sugerido que el Gobierno central asuma directamente la gestión​ de los refugios. La verdad es que lo consideré, pero actualmente apenas logró dormir dos horas al día, y​ simplemente no puedo sumar más responsabilidades de las que la población además demanda mi​ supervisión directa.” De muy buena fe, yo le diría: tiene que dormir más; apenas está comenzando su​ segundo periodo, y ya sus troles hacen campaña para un tercer periodo. Y tiene que delegar más.​ Cuando todo parecía finiquitado, resulta que se cambia de parecer y anuncia que Chivo Pets no​ será cerrada, en lugar de eso se la aumentará el presupuesto. Alega que una nueva revisión de​ comentarios cambia el panorama y hoy resulta que el servicio que brinda es excelente. Las redes​ sociales le complicaron la vida al presidente; “¿cómo se supone que puedo saber que el proyecto​ funciona?”, se preguntaba. Lo curioso es que, aun dudando de la validez de las redes, decidió cambiar de opinión. Incluso sacó la moraleja del cuento: “Me queda claro, además, que las redes sociales no son​ el mejor termómetro para medir un proyecto”.

¿En qué quedamos entonces? Óscar Picardo acostumbra decir que nuestro sistema educativo ha sido manejado con base en ocurrencias de los ministros y no a partir de una planificación de largo plazo. Hoy los ministros no​ figuran y no deciden. Hoy las ocurrencias vienen de más arriba y son influenciadas por las redes sociales.

Retomo lo que el presidente dijo en su primera publicación, “el pueblo ha manifestado su​ inconformidad… lo correcto es escuchar a la ciudadanía”. Digamos que estamos de acuerdo, y que es de​ sabios rectificar. Y ya en plano de franco optimismo les diría a todos los que se oponen a la minería:​ sigan insistiendo. A los trabajadores, insistan en el problema de las pensiones. Usen las redes sociales, al​ parecer son la vía para llegar al presidente. Si no hay una respuesta positiva, quedará claro que todo el​ show del fin de semana fue solo una acción populista más. Una cortina de humo para evitar que la​ población presté atención a los problemas realmente importantes.

Carlos Gregorio López Bernal
Historiador, Universidad de El Salvador

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