El sábado anterior, como es habitual, en este rotativo apareció un artículo del ingeniero Carlos Mayora Re, titulado esta vez “Tecno-construcciones”. Él pone en duda el consenso científico sobre el calentamiento global, sus causas y consecuencias.
En un país como el nuestro, en donde se da poca atención a sus problemas más profundos y ninguna a los problemas globales, no debe dejarse pasar tal cuestionamiento sin expresar al menos una voz disintiendo.
El autor escribe “El consenso científico (cuya base más fuerte para afirmarlo es quizá más el consenso que la ciencia) …” -el paréntesis es original-, y otorga “el premio a la exageración” al Secretario General de las Naciones Unidas cuando éste, para dimensionar la gravedad de la situación, afirma que “la era del calentamiento global ha terminado, y la era del hervidero global ha comenzado”.
Refiriéndose a una nota de CNN en la cual se afirma que estamos en la temporada más caliente en los últimos 120 mil años, el articulista se pregunta “cómo consiguieron las estadísticas de los últimos 118 mil años”. No soy científico, solamente abogado, pero es de conocimiento público que las pruebas de Carbono 14, la geología “ciencia que estudia el origen, formación y evolución de la Tierra, los materiales que la componen y su estructura”, el estudio de las capas de la corteza polar y otras técnicas y disciplinas, han permitido datar la edad y los períodos climáticos de la tierra en su centenaria, milenaria, millonaria antigüedad evolutiva.
Pero estas son solo anécdotas. El artículo se remite a la opinión del Dr. John Clauser, Premio Nobel de Física 2022 -compartido con otros dos científicos- quien, según el artículo, “al igual que cualquier persona sensata, se preocupa más de las ‘fake-news’ generadas en torno al tópico del clima, que del cambio climático mismo”. Entonces empecemos por ahí.
Primero, el Dr. Clauser (1942) obtuvo el Nobel por sus experimentos en física, no en climatología, “rama de las Ciencias de la Tierra que estudia el clima y sus variaciones a lo largo del tiempo y sus causas, sean antrópicas o naturales.” Y es que antes del S. XIX no se sabía que el clima de la prehistoria era diferente al de la Edad Moderna, ni tampoco que evolucionaba. (Sobre los orígenes de estos estudios ver Eunice Newton Foot, John Tyndall, Joseph Fourier, citados por la respetable BBC https://www.bbc.com/mundo/noticias-58032007.)
Segundo, el Dr. Clauser obtuvo el Nobel de Física demostrando una teoría que él quería negar, la teoría de Niels Bohr (1885-1962) en materia de física cuántica sobre la cual Albert Einsten (1879-1995) había expresado serias dudas. De esta carambola investigativa habla el mismo Dr. Clauser desde su casa, en California, a sus 79 años de edad. (https://www.swissinfo.ch/spa/afp/el-nobel-de-f%C3%ADsica-john-clauser-quer%C3%ADa-negar-la-teor%C3%ADa-que-acab%C3%B3-demostrando/47954718). Fue un golpe de suerte, pero está bien, grandes descubrimientos científicos ocurrieron así.
Tercero, lo más importante, el Dr. Clauser está lejos de ser imparcial: desde mayo 2023 forma parte de la Junta Directiva de la Coalición CO2, una organización no lucrativa norteamericana cuyo fin es “educar a los líderes intelectuales, los responsables políticos y el público sobre la importante contribución del dióxido de carbono a nuestras vidas y la economía” (https://co2coalition.org/about/). Por mera coincidencia -digo yo-, el director ejecutivo de la Coalición CO2 fue antes también director ejecutivo del Instituto Americano del Petróleo… Entre las actividades de esta Coalición, en mayo de 2017 envió una carta al presidente Donald Trump agradeciendo su promesa de campaña de abandonar el Acuerdo de Paris, el acuerdo internacional más importante sobre protección del medio ambiente. Trump cumplió su promesa veinticuatro días después.
Ahora bien. Lo que no puede negarse es que algo está ocurriendo ahora en el planeta. Basta leer o ver noticias nacionales e internacionales para comprobarlo. Sequías, lluvias torrenciales y granizadas se alternan en Europa. En España en algunas regiones han debido racionar el agua potable, pero en otra región, Euskadi (País Vasco), al mismo tiempo ¡en pleno verano! han sufrido fuertísimas granizadas. En Italia, el río Po, el más caudaloso, está en crisis, su caudal ha bajado de 1000 a 300 metros cúbicos por segundo, mientras en Alemania, vecina de Italia, han ocurrido inundaciones causadas por el acelerado deshielo en las montañas, y granizadas en verano también. En Alaska, USA, una hermosísima casa de tres niveles colapsó por el desborde del río Mendenhall producido por el desborde del lago Suicide Basin, una cuenca llena de hielo y agua que rodea al glaciar Mendenhall. En San Salvador, postes caídos, inundaciones y negocios fueron dañados por fuertes lluvias en varios puntos de la ciudad; ocho familias tuvieron que ser evacuadas de sus humildes viviendas a punto de desmoronarse. Y el calor persiste como si fuera marzo. En la India las paredes del maravilloso Taj Mahal fueron alcanzadas por el río Yamuna. En Colombia, China, Haití, Corea del Sur, Japón, Eslovenia, sitios distantes entre sí, las repentinas inundaciones han dejado decenas de muertos, muchos miles de evacuados y millones en pérdidas económicas.
El recuento podría continuar, pero me detengo para señalar que organismos internacionales gubernamentales y privados, universidades de todas partes del mundo, institutos locales especializados en investigación, coinciden en señalar que estos desordenes extremos resultan del cambio climático producto de la actividad humana, particularmente de la emisión de gases de efecto invernadero. Y lo que es indiscutible -y ahí si hay estadísticas- es que la temperatura actual del planeta es aproximadamente 1.5 grados mayor, que antes de la era industrial.
La polémica sobre el tema está abierta y, curiosamente, quizás una Corte norteamericana ofrezca la última palabra. Pero esto será material de otro artículo.
Abogado.