Según el Diccionario Panhispánico de Dudas, la alocución latina ad-honorem significa literalmente “para honor” o “por honor” y se aplica a un cargo u ocupación meramente honorífico, sin retribución alguna, solo para honrar a la persona. Lo que da a entender que el cargo otorgado, es para honrar su trayectoria, su experiencia, su legado por lo que se considera que no es necesaria una remuneración: es por honor.
En este país, es frecuente el nombramiento de funcionarios ad-honorem, y durante la pandemia, muchos de los nombrados por el régimen, al descubrirse que desempeñaban más de un cargo público, pronto se aclaraba que uno de ellos era ad-honorem. Aunque si nos fijamos en el verdadero significado del término, sale a la luz que muchos de los ad-honorem carecen de las prerrogativas suficientes, tanto en su trayectoria profesional (si la tienen) como en su idoneidad para desempeñar el cargo o los cargos.
Por el poderoso equipo de publicidad de CAPRES, sabemos que una cantidad de asesores, comisionados y otros tantos títulos, totalmente desconocidos en el ámbito académico o empresarial, su único motivo de honor es su amistad con el bukelismo, por clientelismo o para pagar favores. Lo que pronto se hace notar en las entrevistas en TV o declaraciones a la prensa, su léxico deja mucho que desear pues incurren en verdaderos errores gramaticales, o tratan de disimular su ignorancia con eufemismos o frases hechas totalmente fuera de contexto.
Se anunció que el gobierno, es decir Bukele, contrató a un austríaco de origen palestino Salfedean Ammous como asesor, ad-honorem, de la Oficina Nacional del Bitcoin, creada en noviembre de 2022, que no cuenta con un sitio web oficial que describa o publique sus funciones. Esta entidad está dirigida por los bitcoiners estadounidenses Max Keiser y su esposa Stacy Herbert, quienes anunciaron que el nuevo asesor es autor de varios libros sobre Bitcoin. Llama la atención que estos extranjeros estén demostrando su altruismo y buen corazón, trabajando de choto, cuando por las alabanzas con que se adornan podrían estar ganando millones en cualquier otro país del mundo. ¿De qué viven aquí sin sueldo? ¿Quién paga sus apartamentos VIP en las mejores zonas de la ciudad, viajes en helicóptero y otros beneficios?
La adopción exprés del Bitcoin ha traído una serie de gastos millonarios: $150 millones el fideicomiso, $120 millones de bono para la Chivo Wallet, más de $116 millones en la compra de B, sin contar las casetas, la seguridad y otros tantos que no han traído ningún beneficio para el pueblo. Las estadísticas demuestran que a pesar de la propaganda del Presidente, los hermanos lejanos desconfían de la criptomoneda y el porcentaje de remesas en B es mínimo. De igual manera, solo el 0.9% de las mypes usan de forma regular la billetera Chivo.
Maestra.