Comparando las toneladas de plástico que aquí se producen, más la que importamos en envases de muchos productos como detergentes, aceites, productos alimenticios, textiles, materias primas para bolsas y piezas de plásticos inyectado, aparatos domésticos, automóviles, etc. que no sé cuánto suma al año, para calcular un promedio por persona, pero por lo que vemos en promontorios de basura por doquier y los miles de toneladas en los ríos, lagos y depósitos de basura, supongo que será parecido a otros países.
Aquí siguen siendo permitidos los platos y cubiertos de plástico y los desechables de comida para llevar y muchas otras cosas, que en Europa se producen de materiales biodegradables.
Pues Suecia es un buena referencia de todo lo que nos falta por hacer, empezando por la educación de los salvadoreños de todas las edades y las clases sociales, porque de la misma forma que tiran por la ventana de un bus una botella de plástico, también lo he visto de carros muy nuevos. No es cuestión de clases sociales, sino de educación y amor por el medio ambiente.
En Suecia hay una revolución del reciclaje y del negocio de la basura. Reciclan el 99% de la basura, y solo el 1% de la basura doméstica termina en vertederos.
Su proyecto, “De basura a energía”, la transforma en energía, incinerándola a altas temperaturas sin producir ni gases contaminantes ni malos olores. Hay unas 34 estaciones en el país que para abastecerlas tienen que importar basura de otros países.
Un poco antes de la pandemia conocimos aun grupo de expertos alemanes de un municipio de Branderburg, que traían proyectos de incineración de este tipo, autosuficientes financieramente y debieran ser administrados por un equipo pluridisciplinar de la ciudad, para implantarlos y administrarlos junto con las alcaldías. Nos involucramos desde la Fundación San Vicente para instalar una estación de incineración en nuestra ciudad, pero desgraciadamente, y sin mayores explicaciones, desde la alcaldía no le prestaron la atención debida. Llegó la pandemia, que cambió todo y los proyectos se desvanecieron.
Pero nuevamente en Suecia la base del programa sueco es la jerarquía de administración de residuos, diseñada para frenar el daño al medio ambiente: La prevención para reducir y la reutilización y alternativas de reciclaje para generación de energía mediante las plantas incineradoras y finalmente, la eliminación de los vertederos.
La ley sueca indica que los productores son responsables por todos los costos relacionados a la colección y reciclaje o eliminación de sus productos.
Pero además de incinerar aplican otras formas de reciclar: descuentos por ropa usada. El año pasado la marca H&M intercambió ropa usada por descuentos. Por cada bolsa llena de ropa usada, H&M daba un descuento de $7.80 en compras $52. Hamburguesas por botellas vacías. El sueco promedio devuelve a McDonald’s unas 146 latas que suman 1,5 billones de botellas y latas anualmente. Por 10 latas podían obtener una hamburguesa normal o de queso, por 40 latas podían llevar una Big Mac. Música en los vertederos: En Helsingborg, los basureros públicos tienen altavoces por los que suena música para hacer del reciclaje una experiencia más placentera. Artistas comprometidos con el medio ambiente. Pantamera, una organización de reciclaje, contrata a reconocidos cantantes para que graben canciones y aparezcan en anuncios que incitan al público a devolver las botellas utilizadas a las tiendas y depósitos. Cada cosa en su lugar: Los hogares separan sus periódicos, plásticos, metal, vidrio, pilas, bombillas y cartón. Y fíjese: Camiones de basura alimentados de energía limpia.
¿Cómo ha logrado Suecia la revolución de reciclaje? Con trabajo colectivo y la educación de sus habitantes.
Pues sí, señores… Ya casi todo esta inventado, solo es cuestión de aprender, mentalizarnos y responsabilizarnos a todos los niveles de la administración y el sector privado, sobre la importancia del medio ambiente y que el cuidado es de todos, porque a todos nos beneficia.
Ingeniero/Pedroroque.net