“Pensar antes de hablar” es una de las definiciones de la virtud de la prudencia, desconocida por muchos funcionarios de Bukele, que no miden las consecuencias de sus aberrantes declaraciones, ni del cargo que desempeñan. Los calificó Rodolfo Cardenal SJ, de la UCA, en reciente artículo: “Estarían mejor callados ante micrófonos y cámaras, pues al intentar decir lo bien que camina el régimen, tropiezan con el disparate”.
Estos funcionarios, al creerse poseedores de la verdad, olvidan que hay ciudadanos, que saben más por su capacidad académica, experiencia, luchando por defender la Constitución. En las reformas al Código Procesal Penal, prestigiosos abogados se preguntan “¿quién sería el genio jurídico que hizo semejantes reformas, con efecto retroactivo por ser de orden público, cuando la retroactividad solo aplica cuando es favorable al imputado?”.
Las miles de familias sufriendo las consecuencias del cruel estado de excepción, que ha detenido a más de 19,000 personas y dejado a sus familias en situación de desamparo no parece importarles, y la prepotencia de Bukele se transmite a soldados y policías que maltratan salvajemente a muchos inocentes, amenazando a sus familiares y obligándoles a cargar su ya escaso presupuesto con fuertes gastos, para demostrar su inocencia. ¿Así les preocupa a Bukele y sus secuaces el pueblo que los eligió?
El diputado Soriano, como no vive en colonia peligrosa —actualmente un agravante para los capturados— considera que el pueblo está feliz viviendo momentos de tranquilidad. Si se asoma al penal de Izalco, verá la realidad. La diputada Alexia Rivas, experta en hablar mucho y decir disparates, descubrió que “unas medicinas sirven para una cosa, y otras para otra”, y agradece a su Presidente Bukele. Ya había demostrado su ignorancia, como miembro de una comisión en la Asamblea cuando preguntó a la víctima, “¿por qué habían invertido tanto en libros si en esa comunidad eran analfabetos?”... Tal vez califica como Ministro de Educación.
Tanto Auerbach como Gallegos y los servidores de los partidos parásitos defienden a capa y espada los esfuerzos bukelianos de esconder gastos y negar información a la población, sepultando la LACAP, recurriendo nuevamente al discurso de que “antes había LACAP y corrupción”, lo que se traduce en que hoy habrá más corrupción sin LACAP y con reserva de 7 años, aunque según Gallegos, “la información está disponible”.
Se lució la diputada Sandra Yanira Martínez, presidenta de la Comisión del Medio Ambiente, al asegurar que “donde se proyectan esas megaestructuras (sic) del aeropuerto, son parte del corredor seco, tierras que no son agrícolas, no están habitadas y no generan impacto ambiental”. No merece dirigir esa Comisión, si no ha considerado la evaluación de científicos de la UES, sobre la cercanía del aeropuerto con el manglar de El Tamarindo y el de la Bahía de La Unión. Tampoco ha escuchado las quejas de las comunidades, establecidas y organizadas formalmente desde hace más de 50 años, ni analizado el primer informe del Ministerio del Medio Ambiente (que puede haber sido manipulado) donde claramente establecía que se calificaba de impacto ambiental considerable, si se encontraban más de 9 afectaciones, y en este caso las afectaciones llegaban hasta 109. Además de ser zona susceptible a las inundaciones.
La estrella del show tenía que ser el diputado presidente Castro, que olvidando la dignidad del cargo que inmerecidamente ostenta, perdió los estribos y se disparó con un discurso poblado de insultos, a los valientes periodistas que diariamente defienden la libertad de expresión, sin someterse a los mandatos del gobierno. Este es el triste espectáculo que los funcionarios cyan presentan ante la comunidad internacional, a pesar de la millonaria campaña de publicidad alabando sus desaciertos. Tal vez algún día piensen un poco lo que van a decir, para no seguir metiendo la pata.
Maestra.