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Ilusionistas...

El problema en el mundo político es que lo robado no reaparece y por eso viene el desprestigio. Simple. Así son los ilusionistas políticos.

Por Óscar Picardo Joao

Los ilusionistas, según la RAE, son las personas que ejercen el arte de producir fenómenos que parecen contradecir los hechos naturales, creando una especie de espejismos en la realidad y engañando a los sentidos.


San Juan Bosco (1815-1888) es el patrón de los ilusionistas desde 1953 y el 31 de enero es su día. Existen diversos tipos o especialidades de ilusionistas: fantasistas, prestidigitadores, prestímanos, cartomagos, mentalistas, escamoteadores y… también políticos.


Con la virtualidad pandémica y el auge digital, el ilusionismo tradicional ha sido afectado; en pantallas cualquier cosa puede pasar, pero en vivo la situación cambia. Tal como lo señala Miguel Ángel Nigro: “De todas las expresiones artísticas, el ilusionismo se encuentra afectado sobremanera ante la ausencia de lo presencial. Si bien la virtualidad de la imagen en movimiento, colaboró en el desarrollo de la disciplina mágica, la confianza que los espectadores depositan en los objetos y en el ilusionista, está validada por la comprobación empírica en el presente del intercambio intersubjetivo”.

Pero para los ilusionistas políticos, este distanciamiento social es mucho mejor, ya que la virtualidad permite nuevos márgenes de maniobra, todo es más random, prevalecen los renders, la comunicación es por redes sociales y hasta el mundo económico se mueve hacia las criptomonedas…


Desde la época colonial hasta nuestros días, los pueblos latinoamericanos han estado dirigidos por ilusionistas religiosos, económicos, militares o políticos; y la gente en su ingenuidad y esperanza cree que algo magnífico va a suceder, pero nada cambia.


Comenzó todo con el saqueo de los recursos naturales, siguieron las apariciones de advocaciones Marianas, luego las leyendas de próceres y caudillos, los miedos políticos globales, los milagros económicos, el mesianismo, hasta llegar a las primaveras digitales y el populismo.

De derecha a izquierda, pasando por el centro, hasta las nuevas castas políticas a-ideológicas; de las oligarquías criollas hasta las teorías del rebalse; de neoliberalismos a experimentos socialistas; del Estado de bienestar a la privatización y desregulación; hemos probado de todo y nada sirve, con muchos cambios de forma y poco o nada de fondo.
Los ilusionistas producen, desaparecen, transforman, restauran, teletransportan, transponen, multiplican, revelan, levitan; así es, hacen aparecer puentes, hospitales, escuelas y desaparecen millones de dólares…sin que nadie se dé cuenta.


A veces aplican técnicas de hipnosis, duermen a la gente, y cuando vuelven en sí ya su patrimonio ha cambiado; pasaron de tener deudas a contar con casas, fincas, vehículos de lujo, yates o jets privados. También aplican telequinesis, sin tocar nada, mueven grandes sumas de dinero del erario público a cuentas off-shore. Practican la predicción y clarividencia, adivinando el futuro, aunque suelen equivocarse, casi nunca sucede lo que ellos prometen.
Son brillantes en “persuasión subliminal”, controlando o manipulando la mente de los demás, para engañar, mentir o robar, o para influir en sus decisiones; utilizan muy bien la “psicoquinesia”, desformando, alterando o arruinando lo que hizo su antecesor, ya que lo que él va a hacer es mucho mejor; y en no pocos casos tienen el don de la “bilocación” aparecen en algún lado, estando en otro a la vez; sobre todo cuando se trata de asuntos de prensa, conspirativos o de faldas.

En fin, nuestros ilusionistas políticos son únicos e imprescindibles para mantener el status quo de nuestra democracia imperfecta, tan humana y tan corrupta a la vez; en dónde muchos viven y disfrutan del maravilloso mundo de los fondos públicos.


Para ser ilusionista político profesional hay que practicar muchos años; se puede iniciar como asesor o como comunicador en un Ministerio; también es un buen punto de partida algún cargo en cualquier alcaldía; o lo más común es ser familiar o amigo de otro ilusionista.


Se debe practicar y repetir el truco muchas veces hasta que salga perfecto; son años de experiencia para engañar al ojo humano; hasta que llega un momento que logramos la perfección y podemos asumir roles estelares en el gobierno. Eso sí, se debe tener cuidado con los periodistas… ellos están siempre observando y contando a todo el mundo cuál es el truco.


Hay una gran diferencia entre el no saber cómo se hace una cosa y el saber que no puede hacerse. Solo cuando la razón se ve sobrepasada por lo que captan sus sentidos y concluye que es imposible, nace como un misterio la ilusión. Los ilusionistas políticos son hábiles, y crean nuevas herramientas y recursos para que no nos demos cuenta cuál es su secreto; así, en el pasado encontramos el robo descarado, nepotismo, el clientelismo, el compadrazgo y hoy puede ser Bitcoin o intentar ser mejor o el primero en todo.

Parafraseando y engañando el texto de Michael Caine: “Todo efecto ilusionista consta de tres partes o actos. La primera parte, es la presentación: el ilusionista muestra algo ordinario y lo exhibe para que sea examinado; el segundo acto es la actuación: el ilusionista, con eso que era ordinario, consigue hacer algo extraordinario; entonces intentamos descubrir el truco, pero no lo conseguimos porque en el fondo, no queremos saber cuál es. Pero todavía no te sorprendes, que hagan desaparecer algo no es suficiente, tienen que hacerlo reaparecer. Por eso, todo efecto mágico consta de un tercer acto, la parte más complicada de este acto, es el prestigio”… el problema en el mundo político es que lo robado no reaparece y por eso viene el desprestigio. Simple. Así son los ilusionistas políticos.


Mi buen amigo mexicano Carlos Hernández me indicó que faltaba una anécdota en este artículo: “Omne Ignotum pro magnifico”, le contestaban los antiguos magos a los reyes cuando les pedían que revelaran sus secretos… no se puede develar el secreto, así es, la ignorancia siempre ayuda…

Disclaimer 1: Una disculpa a los magos e ilusionistas por utilizar su arte para explicar el perverso y triste mundo de la corrupción.
Disclaimer 2: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.


Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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