Guatemala decidió el pasado domingo 20 de agosto en sus elecciones presidenciales. En un giro a la constante de los últimos años, con 58% gana la presidencia Bernardo Arévalo. En medio de una región con miras y caminos claros a la consolidación de las dictaduras, este triunfo nos permite una vez más tener esperanza. Ojalá está vez nos dure un poco más, a diferencia de Honduras, y bueno, el mismo El Salvador.
Personalmente he pasado por tantas decepciones en la construcción de un país que he decidido ser escéptica con este cambio. Pero lo que me queda claro es la necesidad de construir un proyecto de país. Semilla puede ser un partido político, pero tiene principios y filosofía de movimiento social. De lo poco que conozco y dejan ver en su página web me llama la atención la siguiente frase: “El Movimiento Semilla busca la reconciliación entre la ética y la política”. Solamente está frase me hace pensar que es posible hacer política con ética.
Sin embargo, en El Salvador la falta de ética es el peor de los males. Para los partidos políticos y sus representantes en nuestro país es una palabra que les produce alergia. En cosas muy básicas podemos evidenciar la falta de ética, por ejemplo: dentro de mi poco conocimiento, una buena práctica de la ética es no ejercer dos funciones a la vez; es decir ser de la toma de decisiones de las estructuras partidarias y ser la casilla N°1 en la papeleta de las candidaturas de elecciones populares. Por otra parte, debería de decidir si sus vocerías son como candidaturas o como representantes de las estructuras partidarias, algo tan sencillo como abrir el instrumento político a personas que no estén vinculadas las direcciones o cúpulas de partidos mínimamente debería ser lo correcto.
Otro tema que es importante para evidenciar la falta de ética es la forma en la que se abren los espacios a las mujeres y a la diversidad de personas que somos en El Salvador. Pero ver hombres con la prepotencia que ha instalado la masculinidad hegemónica para demostrar quién es más capaz que el otro, es como ver dos gallos peleando porque les pusieron una gilleteen su pata, como dos simios peleando por una banana, hombres sin decencia para hacer política. Estás palabras son para revisar las formas en las que le damos una alternativa a la población, porque no voy a tomar el tiempo de cuestionar a las personas que están ejerciendo una dictadura, si no a esos que se hacen llamar la alternativa para un pueblo engañado, cansado, saqueado y hasta preso en su propio país.
Es una oportunidad para la construcción de un proyecto político que no tenga en su base personas que vienen de rebotar en partidos políticos como una forma de vida, si no de acercarnos a la población que no sabe qué hacer para comer y dar de comer a las personas que le rodean. No basta con pasar peleando en redes sociales y tomarse la foto en otro país para que vean que andan denunciando las injusticias, pero que tranquilamente se duermen con el estómago lleno. Tampoco quiero caer en el cliché de rasgarse las vestiduras por el pueblo y ser mártires de las neo-dictaduras, más bien evaluemos mejor las estrategias, sean más humildes, pero sobre todo pongan los pies en la tierra.
Semilla tardó 8 años en ganar una elección. Nadie en este país ha tenido la capacidad de articular una oposición en el país, porque en conclusión no hay un proyecto político que logre responder a la diversidad de personas que somos y las necesidades que tenemos cada una de las personas. Quiero terminar está reflexión llamando a la organización, no necesariamente en los partidos políticos, porque hoy por hoy no hay uno solo que nos puedan dar la esperanza que Semilla le dio a Guatemala y la región.
Activista feminista, defensora de derechos humanos de las niñas y mujeres.