Por Estamos en plena instauración de la posverdad, haciéndonos creer que lo anterior al Confeso Dictador fue diferente a como lo vivimos, que todo ha sido malo y lo único bueno inicia con sus diferentes mandatos: alcalde de Nuevo Cuscatlán y posteriormente de San Salvador, dejando ambos municipios quebrados. Actualmente, presidente de El Salvador, contrayendo una impagable deuda que quién sabe cómo podremos afrontar. Pero su eficiente, poderosísima y carísima maquinaria propagandística, desafortunadamente logra engañar a una mayoría (decreciente, pero todavía grande) que idolátricamente cree en su persona, no importa lo errado y maligno de sus acciones.
La propaganda, según demostró la reciente encuesta de la UFG, tiene mayor penetración nacional entre las personas menos educadas. Pero, externamente, ha logrado convencer a personas preparadas académicamente. Consideran que los videos preparados para lograr adeptos son reales, “miran” las obras que allí se proclaman, creen sin ápice de duda que son reales, que todo es como los publicistas oficiales lo cuentan. Ignoran que los medios independientes no tienen acceso a información, que toda ella emana de los medios manejados por CAPRES, que el estado de derecho va desapareciendo a pausas y la ley se reduce a las ocurrencias del mandamás, que los publicistas encapsulan, embellecen y hacen llegar a todos los rincones del mundo.
Ahora resulta que los mismitos diputados cian viajan para hacer propaganda electoral a favor de la reelección del Confeso Dictador. Es el colmo de lo inaudito. Ellos, supuestos legisladores, atentando directamente contra nuestra Constitución (que incluso priva de sus derechos ciudadanos a quienes promuevan la reelección inmediata), contra el Código Electoral, que prohíbe la campaña adelantada (dijo el inefable Wellman que el TSE no puede hacer nada ¿?), aprovechándose de su cargo y, en pocas palabras, realizando desde ahora lo que otras voces han calificado como un fraude electoral. ¡Y son nuestros “legisladores”!
Ese hecho, condenable desde todo punto de vista, es usado por la maquinaria propagandística para reforzar lo que presentan como algo bueno, deseable y perfectamente legal. Porque, claro, si no es cualquier persona la que está realizando esa campaña, sino que son los legisladores, electos por el pueblo a fin de proteger y defender la Ley, significa que todo debe ser absolutamente legal, permitido y deseable, como dice la propaganda.
De allí que en el exterior se aplaude el control que el gobierno tiene sobre las pandillas. Consideran necesario un penal grande, pero con respeto al debido proceso. Aunque las fotografías y videos de esos miles de tatuados, rapados, descalzos y semidesnudos les quite las ganas de visitar nuestro país. Admiran las nuevas carreteras, ven inversión por parte de la empresa privada y aceptan, al menos parcialmente, la propaganda gubernamental de que ahora somos un paraíso. Pero ignoran la falta de escuelas apropiadas y el pésimo sistema educativo que padecemos. Ignoran que los hospitales que no se han construido hacen tanta falta, y que los que los que aún están en pie carecen de las medicinas más elementales. Ignoran la falta de médicos, porque los especialistas renuncian al no poder trabajar en las precarias condiciones actuales. Ignoran lo que el gobierno, astutamente, calla.
Y lo más triste es que también, dentro de nuestro país, muchos no quieren ver esas realidades. No vamos a mejorar cerrando los ojos, sino afrontando las adversidades creadas por una pésima administración.
Empresaria.