Por Quiero utilizar este espacio para dejar constancia de una idea muy simple pero urgente: hoy, que vivimos en una democracia con una herida abierta, es necesario realizar una profunda reflexión que nos conduzca a encontrar, con rapidez pero prudencia, un punto de encuentro entre todas las fuerzas democráticas –partidarias y ciudadanas– que nos permita pensar el futuro de la política desde una clave de cambio, colocando en primer lugar, la vida de todas las personas, sin distinción alguna. Este, es –o debería ser– el nuevo significado de la política en estos tiempos. Y este cambio no llega solo, le corresponde a todas las fuerzas democráticas provocarlo y liderarlo. Solo así cerraremos la herida; requerirá tiempo, porque cada costura debe ser precisa.
Han transcurrido dos años de la actual legislatura y casi 4 años de la actual presidencia. Y en todo este lapso de tiempo, la mirada ha estado anclada –incesantemente– en el pasado. ¿Por qué el grupo unipartidista se ha enfrascado en abrir y machacar heridas frescas? La respuesta es sencilla: porque no quieren que la representación y distribución del poder público sea amplia, sino solo de ellos, un grupo hegemónico. Lo crucial de este asunto es que este esquema nos aleja del futuro. La vida de las personas continúa, y si en ese trayecto la política sigue viendo hacia el pasado en lugar del futuro, la vida seguirá siendo más cara, el medioambiente seguirá sufriendo, el humor social seguirá siendo hostil, la salud desde todas sus aristas no podrá florecer y la educación se mantendrá estancada. ¿Es ese el futuro qué queremos?
Dicho esto, si conocemos y valoramos todos estos elementos planteados, ¿cómo se construye un verdadero cambio que priorice los tiempos del futuro? ¿Cómo cerramos de una vez por todas la herida que sufre nuestra democracia? Diálogo y encuentros políticos responsables. El Salvador ya lo hizo cuando firmó la Paz hace tres décadas, fuimos, ante los ojos del mundo entero, un caso merecedor de admiración. Si queremos ver hacia el pasado, que sea para aprender de la historia y que esta nos oriente hacia el sendero correcto del futuro. Actualmente, en El Salvador ninguna fuerza democrática podrá defender y luchar por el futuro por cuenta propia, el futuro es muy ancho para que una sola fuerza lo conquiste, pero lo cierto es que todas las personas cabemos en él.
Debemos poner sobre la mesa, por mandato del futuro, unos nuevos criterios de armonía y coexistencia. Insisto, la clave de cambio requiere, nos exige, trabajo en conjunto, diálogo y concertación. En un año volverá a cambiar la configuración de la representación que se deposita en el funcionariado público. Frente a ello, se avecinan las elecciones generales. Quedan 9 meses para el primer evento electoral. ¿Las políticas y políticos de hoy estamos listos para asumir el reto de un cambio que vaya más allá de nuestros proyectos personales y partidarios? ¿Estamos listos para asumir este reto histórico? ¿Entendemos que el reto es compartido y no individual? En las respuestas que los actores políticos claves dan a estas interrogantes, se deposita la clave de cambio.
Impulsar transformaciones, asimilando que vivimos tiempos que demandan unidad, requiere de mucha pasión pero sobre todo de madurez política. Entendiendo que la política de estos tiempos se consolida en el cambio, teniendo como eje de acción la vida de todas las personas. Es tiempo de ese cambio.
Presidente de Nuestro Tiempo.