En el campo de las “Ciencias del comportamiento” uno de los objetos de estudio es la conducta o el comportamiento político; obviamente, comportamiento y conducta no son sinónimos, y ha existido un debate sobre la interpretación o acepciones de estos conceptos.
Para algunos autores, el comportamiento se puede comprender como una categoría más amplia que integra diferentes grupos de conductas; es decir, las personas podemos adoptar una amplia variedad de conductas parciales, mientras que el comportamiento hace referencia a algo mucho más amplio. Otros opinan que la conducta es una respuesta consciente a un motivo o estímulo externo; mientras que comportamiento -consciente o inconsciente o voluntario o involuntario- es un conjunto de respuestas o reacciones en relación al entorno o ambiente.
Etimológicamente hablando, conducta significa “conducido o guiado”; mientras que comportamiento tiene su raíz en comportare “llevar o cargar algo en compañía de alguien”. Desde el punto de vista de la psicología, las teorías sobre el comportamiento de Pavlov (1890), Janet y Pierón (1908) abrieron paso al Behaviorismo de Watson (1913) y más tarde a la idea filosófica del conductismo de Skinner (1938), desde dónde se desplegaron varías otras teorías y líneas de investigación.
Delgado, J. & Delgado, Y. M. (2006) en “Conducta o comportamiento. Más allá de lo terminológico” concluyen: “La conducta, como expresión de la personalidad, también contiene intereses, actitudes, valores. Sentidos que se encuentran mediando la manifestación comportamental (…) La comprensión teórico-metodológica de la conducta comportamiento es un proceso que ha dado sus primeros pasos hacia la inclusión en concepciones que abordan al ser humano desde su complejidad y multideterminación. Sin embargo, el enclaustramiento en enfoques simplistas reduce su potencial heurístico. Haciéndose necesario su estudio a partir de la unidad y relativa independencia de los factores sociales, biológicos y psicológicos”.
El comportamiento humano es condicionado por diversos factores: aspectos genotípicos, la familia, el juego, la imitación, la educación, las relaciones sociales, la religión, la cultura, la sociedad educadora, entre otros. En términos generales, podríamos decir que los seres humanos somos una realidad más compleja que conductas y comportamientos. La neurociencia con sus avances tecnológicos revela constantemente facetas del cerebro que explican mejor cómo somos y por qué actuamos de determinado modo.
Las ciencias del comportamiento en el campo político se han centrado en la evidencia observable en el ámbito público a través de modelos teóricos, que en la mayor parte de los casos se conectan entre sí. Sin embargo, pueden distinguirse tres formas diferentes de aproximación al estudio del comportamiento político: 1) el conductismo de Staats; 2) la teoría de la elección racional; y 3) los balances de humor político y social. El conductismo del investigador Arthur W. Staats parten de la observación de interacciones y de la teoría de marco referencial; la teoría de la elección racional, es un marco teórico propio utilizado para entender y modelar formalmente el comportamiento social a partir de los intereses del actor individual como unidad de análisis; y los estudios de Humor social y político, aportan datos de percepciones de la sociedad sobre la clase política.
Existen, demás, tres fuentes principales de influencia que conforman los vectores de la orientación política de los comportamientos en el largo plazo: 1) La familia y los valores ideológicos; 2) los docentes, sobre todo los del nivel superior; y 3) los estereotipos generacionales, culturales o geográficos.
El mundo o escenario de la política, como ya lo hemos anotado en múltiples ocasiones, es “emocional y comunicacional”; en no pocos casos, lejano a la razón y a la evidencia. Dicho de otra forma, es teatral y dramático, sustentado en imágenes y narrativas.
Las conductas políticas se rigen por un conjunto de variables, entre las que destacamos: 1.- Funcionamiento pragmático; 2.- Motivaciones basadas en la percepción e imagen; 3.- Conveniencia y versatilidad; y 4.- Dispersión y evasión de ideas.
El comportamiento político surge y se desarrolla en un entorno o contexto configurado por narrativas, sistemas ideológicos, liderazgos y comunicación (propaganda y marketing, e incluye imágenes gráficas de los símbolos y códigos políticos).
Los políticos comunican sus ideas a grupos o masas, utilizando un lenguaje simbólico y emocional; sus intereses reales son el poder y el dinero -y no precisamente el bienestar real de la gente-; sus relaciones personales se reducen a un círculo íntimo y privado. Como diría Aldous Huxley: “Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje”.
A grandes rasgos, y salvo raras excepciones, viven con un doble estándar moral: en el mundo publico intentan proyectar una imagen afable, pulcra, magnánima, pero en el mundo privado suelen actuar con despotismo, alejados de lo que proyectan.
Con el correr del tiempo intentan -consciente o inconscientemente- crear un fenómeno de culto a su imagen o persona, primero utilizando las jerarquías partidarias, posteriormente los privilegios de poder hasta llegar al caudillismo posmoderno u hombres fuertes populistas (Berthin, G. 2021). En un lapso corto de tiempo están montados en una escenografía de megalomanía, y sus necesidades y requisitos cambian…
El comportamiento y la conducta política puede evolucionar o cambiar de acuerdo a ciertos intereses o necesidades, sobre todo en modelos populistas en dónde se catalizan más rápido las necesidades y miedos de la gente. Hoy dicen una cosa, mañana otra; pueden pasar del agnosticismo al mesianismo o del progresismo al conservadurismo, en un abrir y cerrar de ojos.
Son pocos -muy pocos- los políticos con una conducta y comportamiento basados en principios inalterables o sólidos; probablemente esto corresponda a generaciones de políticos anteriores más cercanos al caudillismo o a liderazgos ideológicos. Léase un Schafik Jorge Hándal o José “Pepe” Mujica.
¿Por qué la conducta y el comportamiento político es tan perplejo…?, probablemente porque su espejo es una masa amorfa de ciudadanos, algo muy volátil y a la vez analógicamente complejo. También porque el poder afecta y cambia a las personas, revelando su verdadera estatura moral; y finalmente por que les toca catalizar demasiados problemas y necesidades, ya que se vuelven el centro de todo.
En fin, para Maquiavelo la política no tiene relación con la moral… porque la política funciona por amor y odio (…) y porque debe aparentar ser religiosa para que funcione.
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Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu