En Alemania se observa un fenómeno extraño: Está surgiendo con fuerza un partido como nunca ha existido antes, creado alrededor de una sola persona. Hasta lleva el nombre de su líder. El partido se llama BSW: Bündnis Sahra Wagenknecht/Alianza Sahra Wagenknecht. Cuando me enteré de su fundación hace menos de un año, pensé: esto no puede funcionar, no en Alemania, no en Europa, no en pleno Siglo 21. Nadie apoyará un partido que adopta el apellido de su fundador y dirigente. Aquí en El Salvador no sorprendería a nadie. Todo el mundo entendió, desde el principio, que la N cian representa a Nayib, no a Nuevas Ideas. ¿Pero en Alemania?
Me equivoqué. En septiembre habrá elecciones en tres de los estados que forman la República Federal de Alemania y que antes de la reunificación del país eran parte de la República Democrática Alemana, país dominado por la Unión Soviética. Y todo indica que este partido unipersonal BSW entrará a la vida parlamentaria con unos 20-30% de los votos. El otro partido que ha crecido en estos tres estados excomunistas es la AFD, la ultraderechista Alternativa para Alemania. Ninguno de los partidos democráticos -de derecha y de izquierda- está dispuesto a formar gobierno con los neonazis. Así que todos ahora están quebrándose la cabeza cómo van a justificar formar gobiernos con el partido BSW. Sin ellos, probablemente no habrá gobernabilidad.
Suscríbete para seguir leyendo
Obtén acceso a todo nuestro contenido exclusivo.Continuar leyendoYa soy suscriptor
El problema: El BSW es un partido populista igual de peligroso que la AFD. Para mi criterio, aun más peligroso. Es la nueva marca política que trata de recoger tanto en la derecha como en la izquierda des espectro político a los sectores resentidos, escépticos de la integración europea y que sienten miedo y rechazo a la inclusión de migrantes a la sociedad alemana. El BSW combina consignas nacionalistas con otras socialistas.
La fundadora Sahra Wagenknecht viene de la izquierda ortodoxa. Cuando el régimen comunista en Alemania Oriental estaba ya al punto de caer, ella se afilió al partido comunista para salvarlo. En el país reunificado este partido se convirtió en ‘Die Linke’, La Izquierda, y ella se agrupó en el ala que quería preservar los dogmas comunistas. Trató de tomar el control del partido y de apartar a quienes querían convertirlo a una fuerza democrática que apoya la integración europea. Cuando no pude imponerse, dividió el partido y fundó uno propio, dándole su apellido.
Comparen esta historia con el camino que tomó en El Salvador un señor llamado Nayib Bukele, que se afilió al FMLN cuando este iba en ascenso; que se colocó en la tendencia “radical de izquierda”; que trató de tomarse el control del partido y que terminó dividiéndolo y al fin formó su propio partido dándole su inicial N y dirigiéndolo como una empresa personal. No es coincidencia. Es el mismo guion.
Sahra Wagenknecht y su extensión partidaria manejan, de manera magistral, una absurda, pero exitosa mezcla del discurso radical de izquierda contra el imperialismo americano y en favor de los pobres que se sienten dejados atrás por el sistema de democracia liberal, con un discurso de extrema derecha contra la inmigración y contra la Unión Europea. Polemizan contra la ayuda política, financiera y militar que Alemania, la Unión Europea y Estados Unidos dan a Ucrania. Defienden el derecho de Putin de invadir a Ucrania para evitar que caiga en manos del imperialismo americano.
En la confusión que está reinando sobre ideologías, y que debilita a los partidos tradicionales -conservadores, democratacristianos, socialdemócratas, liberales y ecologistas- este nuevo tipo de partido logra ganar apoyo en ambas franjas marginales de la sociedad, de derecha y de izquierda. Igual que Nuevas Ideas, el BSW se presenta como un movimiento que está superando las ideologías. Es populismo puro y duro: detectar, formular, reforzar y explotar políticamente las frustraciones, los resentimientos y los miedos de sectores que no se sienten representados. Si no les parece conocido, pregunten a los ex dirigentes del FMLN y de ARENA cómo Bukele les desmanteló a sus partidos...
El cálculo de Sahra Wagenknecht y su BSW es robarse masivamente votos tanto a la ultraderechista AFD como al otro extremo, los postcomunistas de ‘La Izquierda’. Si logran lo que las encuestas pronostican, no habrá gobernabilidad sin ellos. Quien quiera formar gobierno en los tres estados en cuestión, tendrá que aliarse con Wagenknecht. Ella ya formuló sus condiciones: Cese de la ayuda para Ucrania y medidas drásticas contra la inmigración. Si esta estrategia le funciona, el BSW se consolidaría como el nuevo partido al margen derecho del sistema político, debilitando a los neofascistas que dirigen la AFD.
Y Putin tendría un pie en Alemania.
Periodista.