En los estudios del comportamiento humano, tanto encuestas de Humor Social y Político como experimentos de psicología social, hemos concluido que la gente cambia su ideología o principios políticos sobre la base de diversos intereses y necesidades. Sobre esto ya publicamos un artículo en: https://www.disruptiva.media/vulnerabilidad-ideologica/
Las naciones y sus sistemas democráticos, en términos muy generales, han pasado del proyecto capitalista y neoliberal (P1), al proyecto socialista -como prueba- (P2), para regresar desencantados al proyecto de la ultraderecha (P3); este movimiento de la aguja ideológica lo hemos medido durante varios años a nivel local, pero observamos que es un patrón que se está repitiendo en otros países (Brasil, Italia, Argentina, Ecuador, y probablemente en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y España, entre otros).
Desde la Psicología Social, “ideología” es un conjunto normativo de emociones, ideas y creencias colectivas que son compatibles entre sí y están especialmente referidas a la conducta social humana. Las ideologías suelen constar de dos componentes, uno teórico y otro práctico: una representación simbólica del sistema, y un programa de acción.
Dice Fernando Savater que “ya no puede hablarse de izquierda ni derecha y que sólo cabe un pragmatismo político universal. Sin embargo, esos términos que han orientado a tantos durante un par de siglos se resisten a ser enterrados; ya no son dogmas ni banderas, pero pueden seguir determinando ideales de acción política”, Estado versus Mercado…
A las dos posiciones ideológicas clásicas de derecha e izquierda (P1 y P2), con todo su desgaste y crisis, que siempre implicaron el debate entre la predominancia entre Mercado o Estado, se suman otras visiones emergentes con implicaciones políticas (P3): A.- el conservadurismo religioso versus el progresismo liberal; y B.- El “Libertarismo” o los anarcocapitalistas que abogan por la desaparición del Estado, y los minarquistas que defienden un Estado mínimo. La gente desconfía cada vez más del Estado.
En este contexto complejo de volatilidad ideológica tenemos que agregar un ingrediente fundamental: los “autócratas 3P” (Moisés Naím, “La revancha de los poderosos”, 2022); actores políticos que impulsan el populismo, la polaridad y la postverdad, y antagonizan los escenarios.
Los cambios en las posiciones ideológicas están asociados a varios factores, entre los que podríamos identificar tres: 1.- Desencanto, Ineficiencia y corrupción; 2.- fragmentación social (el auge de las minorías); y 3.- redes sociales (la híper comunicación).
Pero además, el nuevo modelo -P3- de ultraderecha ofrece: “disciplinamiento social”, corregir los excesos y errores, mano dura, libertades controladas, extrema confianza y opacidad y una simbología narrativa potente orquestada por un ejército de creadores de contenido y redes sociales.
Los griegos clásicos decían que “en el centro está la virtud”, es decir el extremismo no es una buena idea, pero los seres humanos preferimos el radicalismo y el antagonismo; en Latinoamérica la gente nunca confió en las “terceras vías” o partidos de “centro”; en dónde justamente estaba militando la gente más equilibrada y razonable. Y este patrón se ha repetido innumerables veces. ¿Por qué razón…?, fácil: escolaridad baja, religión infantilizada y lo emocional de la política.
La ineficiencia escolar y una catequesis desfigurada e hipócrita, han sido las principales causas del deterioro democrático, unido a mafias partidarias que han hecho del Estado y de los gobiernos de turno un verdadero “botín”.
Somos muy religiosos y conservadores, pero también tenemos una doble vida, doble moral y dentro de los 10 sitios más visitados de internet, 4 son de pornografía. Aquí está la evidencia:
Peco – rezo – empato. ¿Qué tan genuina es nuestra religión y nuestro conservadurismo?
Las grandes mayorías contagiadas por los símbolos y discursos “creen”, tienen fe y actúan en base a percepciones; los datos y evidencias pasan a un segundo plano porque son un recurso de ciertas minorías frente a las que debemos desconfiar (periodistas, académicos, etcétera).
Pero en Latinoamérica la hipótesis anterior suena lógica, pero en países más educados y cultos, ¿en Italia, Francia, Argentina o Estados Unidos…?; observemos las demografías, las nuevas minorías y los miedos. Los que ponen o quitan a un gobierno son esas mayorías y no las élites ilustradas que son una minoría.
Además de lo anteriormente descrito, se fortalece una relación perversa de “paternidad o maternidad política”, que puede derivar en formas autócratas o fenómenos de culto, cuando los líderes políticos se acercan con su aparato de poder a la religión. Esta nueva relación se basa en un principio de “autoridad psicológica”; y aunque la gente no entienda… obedece.
Al unir autoridad y fe estamos ante un nuevo modelo de “religión política”, no se trata de una teocracia cultural, sino un constructo más sofisticado, en dónde interviene la “satisfacción vicariante” que hemos tratados en otros artículos https://www.disruptiva.media/satisfaccion-vicariante/ : resolver mis frustraciones y problemas con un modelo nuevo, distinto e ideal que resuelve imaginativamente las circunstancias negativas.
Todo va a funcionar si se controlan las narrativas, si no se muestra debilidad comunicativa y si se fortalece un “núcleo” consecuente basado en una realidad indiscutible; al encontrar ese núcleo o eje neurálgico de la acción política -el que sea- pero que funcione y tenga sentido para la gente: economía, seguridad, salud, etcétera, se despliega la post verdad, la nueva historia, la nueva cultura, el nuevo Estado, todo amalgamado a ese núcleo que es demostrativo y simbólico.
En teología a este núcleo de le llama “kerigma”, una especie de proclamación o núcleo condensado de la fe que nutre el credo o símbolo de la fe; luego vendrán las narraciones, las liturgias y después aparecerán los mitos y leyendas que contrastan con el personaje histórico (Meier, Bart, Richard). En política siempre ha sucedido algo similar con los grandes caudillos y personajes emblemáticos. Hay un proceso, una construcción social…
¿Qué significa un viraje a estribor a la nueva ultraderecha…?: 1.- Intentar ir a las fuentes, a la tradición, a la religión, a la biblia, a la familia monoparental y al conservadurismo; 2.- Distanciarse o erradicar todas las ideas del progresismo sexual y de los nuevos derechos; 3.- Volver o recuperar el nacionalismo y alejarse de los esquemas globales o tendencias; 4.- Diseñar un nuevo modelo de libertad controlada por el Estado; 5.- Crear un nuevo sistema judicial inquisitorio que garantice los anteriores principios.
Cerramos la reflexión con José Ortega y Gasset: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la Hemiplejía moral.”
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Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu