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Después de Messi. Volver a la realidad

Atrás quedó la contraposición derecha-izquierda que marcó la posguerra. En cinco años se desmanteló el Estado de derecho y la esperanzadora pero endeble independencia de poderes. Creíamos que la Constitución tenía suficientes salvaguardas contra las tentaciones de reelección del presidente. Algunos hablaban de seis artículos que lo prohibían. Todo eso se quebró gracias a la docilidad de la Sala de lo Constitucional, casualmente impuesta por este gobierno y los artilugios del famoso “artículo escondido” y de que no es reelección, si no “segundo mandato”.

Por Carlos Gregorio López Bernal
Historiador

La semana pasada una parte del país, al parecer importante, vivió entusiasmada con un partido de futbol. “No es un partido cualquiera”, me dijo un amigo. Piensa en cuándo los salvadoreños podríamos tener la oportunidad de ver a la “Selecta” jugar contra Messi. Esto es único, concluyó. No soy experto en el tema, pero ciertamente que, con el nivel de futbol que tenemos no existe tal posibilidad. Solo en un partido amistoso, logrado a pura mercadotecnia, y sospechosamente previo a un evento electoral. Qué bien que los aficionados al futbol tuvieron una semana intensa.

Primero con las expectativas, luego con las “previas” bien condimentadas por la prensa deportiva, que fácilmente olvidó todos los fracasos acumulados y se dedicó a elevar los ánimos. Más tarde fue la llegada del equipo invitado; su desplazamiento y hospedaje con un completo dispositivo de seguridad; que me gustaría pensar que fue pagado por los organizadores, pero seguramente saldrá de nuestros impuestos.

El momento culminante fue el día del partido. Nuestro nacionalismo se fue al carajo, pues la afición apoyó indistintamente a los dos equipos. No podía faltar el sentimentalista saque de honor del malogrado Mágico González, una figura que sintoniza muy bien con la mentalidad de muchos salvadoreños, que piensan que para tener éxito no es necesario prepararse ni tener disciplina, que basta con la picardía y la improvisación. Y si la fortuna nos sonríe, hay que disfrutar de la vida, sin preocuparnos mucho por el mañana. Una filosofía muy de moda hoy día.

El resultado era previsible, obviamente el rival no iba a ser implacable con tan buenos anfitriones. No iba a dejar el alma en la gramilla de un estadio intrascendente. Tendrá compromisos más importantes seguramente. Lo que importaba era el espectáculo, y seguramente la paga que no sería poca. Y todo mundo contento.

Por una semana, los salvadoreños vivieron con una ilusión. Y esa ilusión tenía un nombre: Lionel Messi. Era una ilusión rosada; seguro que más de algún inteligente hubiera querido que el uniforme del Inter fuera color cian para combinar mejor con el país. Pero el Inter no es el partido GANA que, sin pudor cambia de color según convenga a su dirigencia. Pero siempre hay manera cuando se quiere y se puede. Previo al partido, el equipo invitado fue a Casa Presidencial, curiosamente no fueron recibidos por nuestra flamante presidenta en funciones, sino por el candidato-presidente. Revelador detalle para los ingenuos que creían que lo del permiso de seis meses era cierto. Y que feo que la supuesta presidente no aparezca ni siquiera para un acto protocolar. La imagen de Messi y Bukele juntos ya circula profusamente en redes sociales. Objetivo logrado.

Pasada la semana de la ilusión, vuelve la realidad. En algunos casos, la triste realidad de un país pobre, que lo seguimos siendo, por más que el gobierno se esfuerce por mostrarnos otra cosa. La realidad de un país que va a unas elecciones atípicas; en las que pareciera que todo está definido de antemano, lo cual les resta interés, entusiasmo. Una de las virtudes de las elecciones cuando son realmente competitivas y limpias es que provocan inquietud, cierta incertidumbre. Hacen que los participantes realicen su mejor esfuerzo hasta el último día de campaña. Nada de eso pasa hoy. Asumimos que las cartas están echadas.

Tenemos una campaña carente de propuestas. Antes de escribir este artículo me di a la tarea de buscar el plan de gobierno del candidato-presidente. No lo encontré. Tampoco los candidatos opositores muestran mucho. Tenemos una campaña que no genera entusiasmo; y eso es malo para la democracia. Cuando las elecciones se vuelven simple trámite, puro formalismo. Elecciones no competitivas, elecciones predecibles son propias de las dictaduras, no importa si son de derecha o de izquierda. Y El Salvador, parece ir en ese rumbo.

Atrás quedó la contraposición derecha-izquierda que marcó la posguerra. En cinco años se desmanteló el Estado de derecho y la esperanzadora pero endeble independencia de poderes. Creíamos que la Constitución tenía suficientes salvaguardas contra las tentaciones de reelección del presidente. Algunos hablaban de seis artículos que lo prohibían. Todo eso se quebró gracias a la docilidad de la Sala de lo Constitucional, casualmente impuesta por este gobierno y los artilugios del famoso “artículo escondido” y de que no es reelección, si no “segundo mandato”.

Esa es parte de la realidad del país. Podría agregar el imparable endeudamiento, la insostenibilidad del sistema de pensiones, el problema educativo, el deterioro ambiental, etcétera.

Es una realidad muy dura, tampoco es una realidad nueva, pero reconocerlo sería aceptar que las cosas no han cambiado tanto, como se nos quiere hacer creer. Quizá por eso es necesario el montaje de espectáculo como los juegos deportivos de junio pasado, Miss Universo, Leo Messi. Una distracción cada cierto tiempo. ¿Qué espectáculo vendrá después de las elecciones? No lo sé. Mientras tanto, una parte de la realidad que algunos tendrán que asumir será el pago de los cuatrocientos dólares por ver a Messi. Ojalá la tarjeta de crédito no se les sobregire.

Historiador. Universidad de El Salvador

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