INCERTIDUMBRE Y DEMOCRACIA
No hay forma de probar qué decisión es mejor, porque no hay base para la comparación.
Vivimos todo como viene, sin previo aviso, como un actor que se va en frío.
¿Y qué puede valer la vida si el primer ensayo de la vida es la vida misma?
Es por eso que la vida siempre es como un boceto.
No, "boceto" no es exactamente la palabra,
porque un boceto es un esbozo de algo, la base de un cuadro,
mientras que el boceto que es nuestra vida
es un boceto para nada,
MILAN KUNDERA, La Insoportable Liviandad del Ser.[1]
LA FATAL ATRACCION DE LOS AUTORITARIOS
Uno de los misterios más oscuros de nuestro tiempo es el auge que están teniendo las doctrinas autoritarias y los políticos que las encarnan a pesar de que la democracia ha demostrado, desde que existe, que ha formado sociedades mucho más humanas y eficientes que las dominadas por regímenes autoritarios. Esto es notorio en el triunfo de las democracias liberales en términos de riqueza y servicios sociales sobre las grandes doctrinas autoritarias del siglo XX, tanto en paz como en guerra, desde las grandes guerras del siglo hasta los catastróficos colapsos que esas doctrinas y líderes causaron en Alemania, en países comunistas como la Unión Soviética, China y Cuba, y en tiranías indefinibles como Venezuela y Nicaragua.
Como siempre, estos individuos pasan por una metamorfosis. Comienzan siendo populistas, líderes que seducen a los pueblos dando prioridad a las apariencias sobre las realidades, para luego convertirse en tiranos cuando pierden la capacidad de seducir—que típicamente pasa cuando la realidad comienza a divergir de los sueños que ellos han proyectado. Para ese momento ya es muy tarde para los pueblos. Los pueblos entonces descubren que ya no pueden deshacerse de ellos cuando ya se han convertido en tiranos.
Todo esto ha estado a la vista a través de toda la historia para que la gente aprenda y sin embargo estos líderes están teniendo cada vez más éxito en nuestro tiempo, aún en los países desarrollados.
¿SON LAS REDES SOCIALES?
¿Qué es lo que atrae tan poderosamente a las multitudes hacia estos oscuros individuos en esa primera etapa? Hay mucha gente que piensa que esa atracción se debe a los instrumentos que los actuales autoritarios tienen disponibles para atraer gente—principalmente las redes sociales y los otros medios de nuestra época.
Esta, sin embargo, es una explicación miope. Medios que juegan el mismo papel que las redes sociales han existido siempre, de una forma u otra y sin embargo la atracción de los populistas-autoritarios ha subido y bajado y vuelto a subir desde el comienzo del siglo XX. De hecho, el apogeo de la seducción de los autoritarios no ha sido, hasta este momento, en nuestro tiempo, sino en las primeras décadas del siglo pasado, cuando el poder mundial parecía estar pasando hacia Lenin, Mussolini, Stalin, Hitler, y otros similares. Aun en los países más democráticos parecía que los autoritarios iban a ganar.
En este apogeo, no había internet ni redes sociales, pero había otros medios que atraían la atención de la población tanto como estas redes, principalmente la radio y los periódicos masivos. En Estados Unidos, por ejemplo, los años veinte y treinta del siglo pasado pasaron por una época en la que los rivales más grandes de Franklin Delano Roosevelt eran populistas como el padre Charles Coughlin, Huey Long, y Henry Wallace. Roosevelt mismo trató de apropiarse del poder total hasta que la Corte Suprema de Justicia lo detuvo.[2]
El padre populista Charles Coughlin llegó a tener en los Estados Unidos 7.5 millones de miembros contribuyentes en su Unión Nacional por la Justicia Social, que alcanzaba a sus miembros por radio en los años treinta. Increíblemente, Huey Long, gobernador populista de Luisiana estableció un régimen muy similar a las dictaduras latinoamericanas en ese estado, y luego, cuando ya era senador federal del mismo, armó una gran red de clubs con millones de personas que lo apoyaban a través de la radio hasta que fue asesinado en septiembre de 1935 Su movimiento, Su partido, “Comparte tu Riqueza”, tenía como objeto igualar los ingresos de todos los estadounidenses. En ese momento se pensaba que Long era el único que podría ganarle a Roosevelt en las elecciones de 1936.[3] Se estima que éste último alcanzaba hasta 60 millones de personas en sus “Charlas junto a la chimenea” que transmitía en las noches de domingo.[4] Mientras esto pasaba, Adolfo Hitler usaba la radio y el avión para alcanzar todos los rincones de Alemania, y los comunistas la radio en la Unión Soviética.
La influencia de las redes sociales en nuestras sociedades todavía no ha alcanzado la capacidad de transmitir fake news que tenían esos medios bajo el control de los nazis, fascistas y comunistas de esa época. Estos regímenes no solo creaban fake news sino también fake realities, conjuntos de mentiras que creaban un mundo falso pero coherente alrededor de los habitantes de Alemania y la Unión Soviética. El mundo de mentiras creado por el Ministerio de la Verdad en la novela “1984” de George Orwell estaba basado en lo que hacían los ministerios de propaganda en esos países.
Pero los medios de comunicación que Goebbels y sus similares usaron siguieron existiendo después el final de la Segunda Guerra Mundial, aumentados en realidad por la televisión, y a pesar de eso la atracción fatal de los autoritarios en los países desarrollados disminuyó enormemente. Esta atracción volvió a aparecer hasta hace muy poco, y con mucha fuerza.
Estos hechos sugieren que lo que ha crecido no es la oferta de instrumentos para ejercer el autoritarismo (los que ya existían eran suficientes para crear las mentirosas realidades virtuales del comunismo y el fascismo) sino la demanda del pueblo por el autoritarismo.
¿Por qué ha aumentado esta demanda?
Este aumento proviene del deseo de certidumbre que se genera en épocas de grandes cambios, como lo fueron las primeras décadas del siglo pasado y como lo son las décadas que estamos viviendo. Estos cambios causan una incertidumbre existencial en la población que resulta en una sed desaforada de certidumbre, que es la mentira más grande que los populistas ofrecen.
LA INSOPORTABLE INCERTIDUMBRE DE LA VIDA
La cita de Milan Kundera al principio de este artículo se refiere a la angustia que produce la incertidumbre existencial porque, ¿por qué debería importar que la vida misma sea el primer ensayo de la vida si no fuera porque no sabemos lo que responderá la vida a nuestras acciones o lo que, sin ser respuesta, sucederá después de ellas? ¿Por qué sería importante ensayar si supiéramos lo que va a ser el resultado de hacer una cosa u otra? La reflexión de Kundera no tendría sentido. No habría necesidad de ensayar y todo saldría perfecto.
Pero a pesar de que sabemos perfectamente que el futuro no puede predecirse y que por eso cada vez que actuamos lo hacemos en un escenario sin ensayo, nos gusta pensar que la vida sigue una línea recta, del atraso al progreso, con acciones y resultados firmemente definidos, y nos llenamos de desazón cuando descubrimos que la vida es como la describe William Morris, un inglés que vivió en medio de la Revolución Industrial a fines del siglo XIX, que capturó en un párrafo la verdadera naturaleza de la historia y las contradicciones, sorpresas, e incertidumbres que impregnan nuestras vidas y que causan la angustia expresada por Kundera:
...reflexioné sobre cómo los hombres luchan y pierden la batalla, y aquello por lo que lucharon se produce a pesar de su derrota, y cuando llega resulta que no es lo que querían decir, y otros hombres tienen que luchar por lo que quisieron decir, con otro nombre.[5]
Las palabras de Morris resumen la historia del mundo real. Retratan la complejidad de la vida, nuestra incapacidad para capturar en un concepto nítido lo que deseamos, y nuestra limitada comprensión de los efectos de la interacción de las infinitas dimensiones de la realidad. También retratan cómo perder una batalla puede ser compensado por ganancias inesperadas en otras dimensiones, y cómo los resultados deseados deben perseguirse una y otra vez. Retratan la naturaleza confusa de la vida y la historia. En semejante confusión no hay un país que no haya ido y venido, a veces contradiciendo los mismos principios que había jurado no contradecir jamás.
Es indispensable, pues, reconocer que el mundo es complejo, y que por eso es difícil de comprehender, y que por eso hay muchas incertidumbres que nos presentan grandes posibilidades de arrepentirnos, y que éstas no las podemos eliminar, sino sólo ajustarnos a ellas para no jugarnos el todo por el todo sino tratar de que nuestras acciones permitan corregirse como los ensayos de los que habla Kundera.
LA TURBULENCIA ACTUAL
La incertidumbre es inherente a la vida. Pero hay períodos en la historia en la que incertidumbre sube, y otros en los que baja, similares a los flujos de un río, que a veces fluye tan serenamente que parece que no se moviera, pero que a veces entran en tramos en los que las moléculas del agua se separan violentamente y viajan turbulentamente. Es en esos períodos de turbulencia que la angustia del cambio se generaliza abriendo la puerta para el mercadeo de los populistas.
En este momento estamos viviendo una época de gran turbulencia causada por una transformación tecnológica tan radical como la que causó el auge de los populistas-autoritarios de principios del siglo XX, la última etapa de la Revolución Industria. Al variar las relaciones entre los seres humanos, esta revolución tecnológica está desintegrando el orden social como la Revolución Industrial desintegró el orden preindustrial antes de formar un nuevo orden que surgió de las relaciones características de la era industrial.
William Butler Yeats capturó en una poesía inmortal las sensaciones de esos momentos de transición como el nuestro, la combinación de la angustia de ver que lo que siempre se ha esperado está dejando de pasar con el empuje hacia las doctrinas y los líderes autoritarios. En su primera estrofa, La Segunda Venida dice:
Girando y girando en círculos crecientes
el halcón no puede oír a su cetrero;
las cosas se quiebran; el centro no puede sostenerse:
mera anarquía es desatada sobre el mundo,
La marea oscurecida de sangre es liberada, y por doquier
el culto de la inocencia es ahogado;
los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores
están llenos des apasionada intensidad.[6]
Magistralmente, Yeats convoca, sin mencionarla, la angustia de ya no oír a nuestros cetreros, de sentir que vamos a perder contacto con los demás al irse haciendo los círculos más amplios, el pavor de ser parte de algo que se está desintegrando, de ver que lo irrompible se quiebra, que el centro no puede sostenerse, que la anarquía se desata en todo el mundo, la sospecha de que olas de sangre se aproximan, y luego marca lo otro que estamos viendo: cómo los peores, llenos de apasionada intensidad, simplifican el mundo y prometen soluciones simplistas que capturan la angustia de los que están dispuestos a sacrificar su libertad a cambio de la esperanza de seguridad que les ofrecen.
Muchos de ellos no saben que los autoritarios han perdido siempre, pero muchas veces los siguen aunque lo sepan porque quieren creer que ahora sí habrá líderes que van a resolver todos los problemas sin que ellos tengan que sufrir o pagar un costo. Esto explica por qué la gente apoya a estos líderes aunque sepan que son corruptos y que les quitarán la libertad y que son mentirosos y que abusarán del poder. Les gusta que sean abusivos del poder porque creen que dirigirán sus abusos a los que contradicen lo que ellos, los que apoyan a los autoritarios, quisieran que se hiciera, y todos los otros recuerdos los encuentran pasables con tal de que les eliminen su incertidumbre existencial, que la estructura de su mundo no cambie.
EL OTRO CAMINO
Con el tiempo, distintas sociedades han desarrollado dos principales maneras de manejar esta incertidumbre. La más primitiva es la que buscan los populistas-autoritarios con sus visiones simplistas de a vida: darle a un tirano la tarea de definir e implementar lo que hay que hacer para conducir a la sociedad al progreso. Para hacer eso, el populista necesita tener todos los poderes concentrados en él mismo. Si no los tiene, no puede hacerse responsable de llevar a la nación al progreso. Si no le dan todos los poderes, cualquiera puede hacer cosas que descarrilen sus planes. Esa es la lógica de la tiranía. Está basada en la confianza en que el tirano es omnisciente y omnipotente y, por tanto, no se equivoca y no tiene necesidad de ensayar o corregir. Tiene que ser así porque para lograr correcciones de acciones importantes hay que quitar al tirano, lo cual es dificilísimo porque tiene todos los poderes. La tiranía es la esencia de la rigidez. Y la rigidez es la madre del fundamentalismo y los colapsos como los de los regímenes nazis y comunistas.
La otra manera de gestionar una realidad contradictoria e incierta es diseñar un sistema que pueda corregir su rumbo, encontrando la respuesta adecuada por ensayo y error. Esto es precisamente lo que hace la democracia liberal.
La ventaja de la democracia no es que produzca las mejores políticas desde el principio, sino su capacidad para corregirse a sí misma.
Como escribió el vizconde Bryce:
Que una mayoría siempre tiene razón, es decir, que cada decisión a la que llega votando es sabia, ni siquiera el demócrata más ferviente lo ha sostenido jamás, ya que el gobierno popular consiste en el esfuerzo constante de una minoría para convertirse por métodos de persuasión en una mayoría que luego revoque la acción o modifique las decisiones de la mayoría anterior.[7]
Esta es la esencia de la flexibilidad. A diferencia de las construcciones formales de filósofos y científicos sociales que creen que hay solo una verdad, la democracia liberal no trata de encontrar la solución definitiva a un determinado problema de una sola vez. Se basa en su flexibilidad para aprender en una eterna búsqueda de mejora. Es un recipiente en el que caben muchas ideas diferentes, no es una estructura rígida que prescribe, como el marxismo o el nazismo, lo que uno tiene que creer en la vida y la manera en la que tiene que proceder.
La democracia torna las decisiones en ensayos, que pueden ser revocados o perfeccionados.
Ese es el secreto del éxito de la democracia liberal. Mientras que las doctrinas verticales como el nazismo y el comunismo se basan en la idea de que hay una persona o una clase social o un partido que siempre sabe lo que va a pasar, que no necesita ensayar, sino solo fanáticamente actuar, la democracia se basa en la certeza de que la vida siempre será incierta, llena de contradicciones, en una perpetua necesidad de ajuste y de contribución de todos para funcionar. Así, la democracia no se basa en la idea de que sabemos fanáticamente lo que hay que hacer sino, al contrario, en la idea de que no lo sabemos y que debemos hacer, errar, y corregir. La democracia es como la vida, es incierta, y por eso, exactamente por eso, es que puede corregir y mejorar.
Ojala que la gente pudiera entender eso en vez de buscar la falsa certidumbre de una vida lineal que existe solo en la propaganda de los populistas-autoritarios.
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Manuel Hinds es miembro del Instituto de Economía Aplicada, Salud Global y Estudio de la Empresa Comercial de la Universidad Johns Hopkins. Compartió el Premio Hayek 2010 del Manhattan Institute. Es autor de cuatro libros, el último de los cuales es “En defensa de la democracia liberal: lo que tenemos que hacer para sanar a una América dividida.” Su sitio web es manuelhinds.com
[1] Milan Kundera, La Insoportable Liviandad del Ser.
[2] Ver Manuel Hinds, In Defense of Liberal Democracy: What Needs to be Done to Heal a Divided America, Watertwon, MA, Charlesbridge, 2021, Chapter 9.
[3] La vida de Huey P. Long está muy bien documentada. Por ejemplo, ver Harnett T. Kane, Huey Long’s Louisiana Hayride: The American Rehearsal for Dictatorship 1928-1940, New Orleans, Pelican, 1971, y Richard D. White, Kingfish: The Reign of Huey P. Long, New York, Random House, 2009.
[4] Wikipedia, https://en.wikipedia.org/wiki/National_Union_for_Social_Justice_(organization) y https://en.wikipedia.org/wiki/Fireside_chats
[5]William Morris, Un sueño de John Ball, 1866, capítulo IV, https://www.marxists.org/archive/morris/works/1886/johnball/chapters/chapter4.htm
[6] William Butler Yeats, The Second Coming, https://www.poetryfoundation.org/poems/43290/the-second-coming Traducción del autor.
[7] Bryce, James Viscount, Modern Democracies, MacMillan, Nueva York, 2013 [1921], Kindle Edition, ubicación 14510-14513.