El jueves 10/11/2022, en estas páginas, el Dr. Oscar Picardo Jao explicó magistralmente los resultados de la encuesta realizada por la UFG, entrevistando casa por casa a 1,227 ciudadanos, entre el 27 y 31 de octubre. (https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/encuesta-de-poblacion-activa-/1014401/2022/)
Los resultados demuestran, sin ninguna duda, la impagable factura que la ignorancia nos está cobrando. Porque una gran mayoría (que, según la muestra, equivale a toda la población) ha sido incapaz de reaccionar ante los graves peligros que nuestra vida en democracia y libertad está afrontando.
Tomaré sólo un ejemplo: se preguntó a los encuestados si aprueban la reelección: 77.2 % Sí apoyo; 11.0 % No apoyo; 11.6% debo pensarlo. Después de leerles los artículos 75 y 154 de nuestra Constitución, se repitió la pregunta; resultado: 74.7% Sí apoyo; 12.8% No apoyo; 12.3% debo pensarlo. Es decir, un 2.5% de la muestra cambió su opinión original. Claro, el 56.4% reconoce no haber leído la Constitución. Eso, aunado a nuestra deficiencia casi universal en lectura compresiva. Y la encuesta lo remata con lo siguiente: Probablemente Usted sepa que un presidente no se debe reelegir en El Salvador, pero desea que el Presidente Bukele siga en el poder, ¿este sería su caso?: 79.9% así es. ¿Cómo se explica esto? Pareciera una mezcolanza de falta de entendimiento e incongruencia, sumados a la actitud de “a mí qué”, practicada desde las más altas magistraturas.
Siempre he tenido fe en mis compatriotas, especialmente en las mujeres. Pero los resultados de esta encuesta me hacen flaquear. ¿Dónde está la dignidad que siempre tuvimos? Porque eso de aplaudir cada berrinche contra los gringos no es tener dignidad, es padecer de infantilismo agudo. ¿Dónde está el amor al trabajo bien hecho, que nos distinguió siempre a los salvadoreños? Pareciera que nuestra ambición de superación, obligatoria para progresar, se ha extinguido al grado que apenas tenemos fuerzas para extender la mano y pedir, pedir, pedir y pedir.
Y, algo muy triste: ¿dónde están quienes amaban esta tierra y se sacrificaban por ella, empeñándose en sus estudios, en su trabajo, en el cumplimiento de sus obligaciones? Diría que pensando en “irse a los Estados”, donde harán realidad el sueño americano. ¿Creerán al llegar automáticamente resolverán sus problemas? No, allá deberán trabajar durísimo para obtener lo indispensable; tendrán que cumplir hasta la última coma de las leyes, porque así es el sistema: se respeta a quien vive dentro de la ley y se trata con extrema dureza a quien no; prospera quien trabaja sin medida, o de lo contrario pasa hambre.
Entonces, si arriesgan incluso la vida por “irse a los Estados”, ¿por qué no poner aquí todo el esfuerzo que irán a poner en otro país? ¿Por qué no involucrarse activamente en hacer del nuestro un país de leyes, donde se respete nuestra Constitución y estemos todos conscientes de que irrespetarla trae consigo graves consecuencias?
Aquí volvemos al tema de la reelección presidencial: es una violación tan seria, que la consecuencia es que quienes suscriban actas, proclamas o adhesiones para promover o apoyar la reelección o la continuación del Presidente de la República, o empleen medios directos encaminados a ese fin, PIERDEN LOS DERECHOS DE CIUDADANO (Art. 75). ¡Está clarísimo!
Para entenderlo, debemos recuperar nuestra idiosincrasia, nuestra dignidad. Para ello, la educación (no los títulos, que incluso los hay chabeleados) es absolutamente indispensable.