«Oderint dum metuant…» Que me odien, siempre y cuando me teman- porque «Prefiero que me odien por lo que soy, que me amen por lo que no soy». Cayo Julio César Augusto Germánico
El habeas corpus es (o era, aquí) una institución jurídica que establecía un derecho del ciudadano detenido o preso a comparecer inmediata y públicamente ante un juez o tribunal para que, oyéndolo, resuelva si su arresto fue o no legal, y si debe levantarse o mantenerse. La definición proviene del latín y se podría traducir o interpretar como “cuerpo presente” o “que dispongas de tu cuerpo para poder mostrarlo”.
La institución del habeas corpus “permitía” evitar arrestos arbitrarios, torturas y asesinatos parajudiciales, asegurando los derechos básicos no solo de ser escuchado por la justicia y saber de qué se le acusa, sino también de ser retenido por un tiempo razonable -conforme a la ley local- en condiciones tales que esté alimentado, sano y, por descontado, vivo y con derecho a reclamar la asistencia y protección de un abogado privado o de oficio. También puede decirse que tutela los derechos fundamentales derivados de la vida y la libertad frente a cualquier acto u omisión de cualquier autoridad, funcionario o persona que pueda vulnerar dichos derechos.
Pero el Habeas Corpus, -tomen nota Decanos y catedráticos de Derecho- en el marco de la transformación digital y en la instalación de regímenes autoritarios, está siendo desplazado por el “Habeas Twitter o Habeas X”; se trata de un mecanismo mediante el cual familiares o amigos de una persona capturada exponen su caso en la red social, suplican y claman justicia, esperan su viralización o escalada de likes o retweet, hasta que la autoridad etiquetada en su magnificencia se apiada y ordena su liberación o ignora el caso, dependiendo de la simpatía ideológica, de su sed de venganza o del impacto viral.
Twitter o X también está siendo utilizado para otros casos con implicaciones penales, jurídicas y policiales; la gente toma fotos o videos de un hecho, por ejemplo infracciones de tránsito o de intolerancia en el tráfico, lo suben a la red etiquetando a las autoridades y a los pocos minutos aparece el veredicto y la sanción. Se trata de una justicia exprés.
Aunque parezca inverosímil hasta las autoridades han oficializado un nuevo recurso de justicia exprés llamado “Tres doritos después”; para los que no saben que significa lo explico: Después de su subir una foto o video a una red social de un supuesto infractor o criminal, en el menor tiempo posible, la policía sin investigación ni contexto, captura y expone al supuesto infractor o criminal en la misma red social esposado y rodeado de policías y militares, y se etiqueta el “Tres doritos después” como un símbolo de rapidez y eficiencia. Luego de la exposición se envía a una de las cárceles y buena suerte, si lo vemos en semanas, meses, años o nunca.
También es muy común que en retenes policiales hay gente gravando los alcohotest o los episodios de ciudadanos de verificación de documentos de tránsito, para luego subirlo a las redes sociales y lograr humillaciones y atraer a odiadores profesionales que están peleados con la vida y se meten en cuanto caso ajeno puedan.
Twitter o X también es un espacio común para denunciar a gente desaparecida, violaciones de los Derechos Humanos o abusos policiales y militares, dado que las instituciones del Estado dedicadas a proteger a los ciudadanos son inoperantes.
Hay una amplia casuística de “judicialización digital” arbitraria tolerada por las autoridades públicas; a veces puede ser útil para esclarecer un delito o crimen, pero en la mayoría de casos es una humillación pública de proporciones imaginables.
Actualmente no hay un sistema de justicia operando; no hay jueces probos, ni Corte Suprema de Justicia; no hay Estado de Derecho ni Imperio de la Ley, tampoco hay Seguridad Jurídica. Estamos en manos de los caprichos y arbitrariedades de un funcionario mesiánico. vivimos un Estado de Excepción, que en realidad es un “Estado sin Derechos Ciudadanos permanente”.
Ni los seguidores del régimen político ni los turistas ingenuos que nos visitan están seguros; en cualquier momento les toca el brazo azaroso e infame de la (in) justicia digital que prevalece. Desaparecieron las pandillas, lo cual es muy positivo, pero surgieron los jueces de la calle, la militarización de la seguridad y la justicia digital antojadiza ¿es mejor…? No está claro; por el momento el 80% celebra, y bajando día a día, porque este modelo perverso no es ético, no es planificado y funciona de manera entrópica, y a veces les salpica, toca o agrede.
Antes, como decía Mons. Romero, la justicia era como la serpiente y mordía al pobre o descalzo; hoy es un bicho o animal mucho peor, como una “Hidra de Lerna” no sólo sigue mordiendo a los pobres, también muerde a quien le da la gana, sin controles de ningún tipo. Efectivamente, vamos regresando a los años 70: prohibido pensar, opinar, criticar…
¿Qué inversor internacional serio puede llegar a este paraíso sin Estado de Derecho…?; pocos, algunos bitcoiners o hippies que andan por el mundo buscando aventuras, acción y emociones; y los datos duros y serios delatan esta circunstancia.
No hay derechos, y algunos ciudadanos privilegiados por su posición económica, social o publica, claman justicia al “todo poderoso”, y como sucedía en Roma, el emperador extiende su brazo y sube o baja el pulgar con su puño cerrado. Así se construye la nueva Roma digital, capital del imperio de las ocurrencias megalómanas.
Este es el sistema de justicia del modelo que todos aclaman, el que impone una atmósfera de miedo a todo aquel quien ose contradecir, criticar o ignorar sus magnánimas ideas. El 80% lo apoya, porque no tienen idea de lo que son los Derechos Humanos y la vida democrática, no saben de Constitución ni de Macroeconomía, y se han acostumbrado “a vivir sin patria” gracias a la corrupción y a la impunidad del pasado; mientras que el 20% más pensante, académico o acaudalado están en pánico aterrorizados.
Por esto no es nuevo…, aquí no sabemos quienes fueron los asesinos de Roque Dalton, de Mons. Oscar Romero, de los Marines de la Zona Rosa, del Mozote, de Rodríguez Porth, de Roberto Poma, de los jesuitas de la UCA, Katya Miranda, ni quienes andaban secuestrando o desfalcando el país; solo hay un par de casos aislados de justicia que tuvieron mala suerte o escogieron amigos equivocados. Es nuestro reino de impunidad, en dónde la justicia nunca ha funcionado, ni parece que va a funcionar…
Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.
Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu