Cada día recorro unos cinco kilómetros corriendo y caminando al aire libre en uno de los parques de Miami, la ciudad donde vivo, o en el gimnasio. Caminar o correr es un ejercicio que mejora no solo la salud física, sino que también reduce el estrés, produce una sensación de bienestar, retrasa el envejecimiento y mejora el estado de ánimo. Por mi bien, trato de seguir la máxima romana, tomada de un poema de Juvenal: Mens sana in corpore sano.
Lamentablemente, muchas personas en Estados Unidos no hacen ejercicios. Los niveles de actividad física, en efecto, han disminuido constantemente en las últimas décadas. Actualmente, menos de la mitad de los adultos y menos de uno de cada cinco niños realizan la cantidad de actividad física que los especialistas recomiendan para mantener la salud cardiovascular y el bienestar en general.
La Asociación Estadounidense del Corazón indica que los niños deben hacer ejercicios por lo menos una hora cada día, y los adultos 150 minutos de actividad física a la semana como mínimo. Sin embargo, menos del 19 por ciento de los niños logran el objetivo recomendado, y menos del 50 por ciento de los adultos realizan 150 minutos de algún tipo de ejercicio a la semana.
El sedentarismo es uno de los factores que causa el alto índice de obesidad en Estados Unidos. En la nación, la obesidad es un problema grave de salud pública. Más del 40 por ciento de los adultos y el 18,5 por ciento de los menores tienen obesidad, un problema que es más agudo entre las personas de menores ingresos, los afroamericanos, los latinos y los que viven en zonas rurales.
Se estima que la obesidad afecta al 47% de los latinos y de los afroamericanos. En el caso de las mujeres en particular, más de la mitad de las mujeres de los dos grupos (el 54,8 por ciento de las hispanas y el 50,6 por ciento de las afroamericanas) padecen de obesidad, mientras el índice entre las mujeres blancas no hispanas es del 38 por ciento.
Los factores de riesgo que más han incidido en el aumento de la tasa de obesidad en las últimas décadas en Estados Unidos son la falta o la insuficiencia de actividad física, la mala alimentación y el sedentarismo. Mientras las personas en una situación económica ventajosa pueden costearse una dieta más saludable, muchos norteamericanos de bajos ingresos –entre ellos numerosos miembros de las comunidades afroamericanas e hispanas– viven en “desiertos alimentarios”. Un desierto alimentario –también conocido como “desierto de comida”– es un área geográfica cuyos habitantes, generalmente personas de bajos ingresos, tienen pocas opciones de alimentos asequibles y saludables, como frutas y verduras frescas, debido a su costo y a la falta de mercados accesibles y a una distancia conveniente.
En cada estado de Estados Unidos, al menos uno de cada cinco adultos (el 20 por ciento) es obeso. En Virginia Occidental, el estado más afectado por este problema, el 41,2 por ciento de la población padece de obesidad.
Ser obeso en la niñez aumenta el riesgo de convertirse en un adulto obeso. Si la tendencia actual se mantiene, más de la mitad de los niños estadounidenses de hoy tendrán obesidad al llegar a la edad de 35 años.
Las siguientes soluciones pueden paliar el problema: hacer que las frutas, las verduras y las carnes magras sean más accesibles para los consumidores que los productos ultraprocesados; enseñar a los niños a comer de manera saludable; lanzar campañas públicas que subrayen los riesgos de la obesidad y promuevan un estilo de vida más activo; construir o mejorar infraestructuras para caminar o andar en bicicleta.
Las dificultades económicas, el exceso de trabajo, el sedentarismo, incluido el uso excesivo del automóvil para desplazarse porque en muchos casos el mercado, el médico y los lugares públicos quedan muy lejos para ir a pie, son factores que conspiran contra la necesidad de aumentar el nivel de actividad física. Pero reducir las tasas de obesidad y sobrepeso es una tarea urgente. Hay que echarse a correr, literalmente. [FIRMAS PRESS]
Andrés Hernández Alende es un escritor y periodista radicado en Miami. Sus novelas más recientes son El ocaso yLa espada macedonia, publicadas por Mundiediciones. También ha publicado el ensayo Biden y el legado de Trump con Mundiediciones y el ensayo Una plaga del siglo XXI, sobre la pandemia del COVID-19.