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De carretas y bueyes…

Aunque la primera tarea del gobierno, para no poner la carreta delante de los bueyes, es conocer la lógica del sector, los actores y sus necesidades o problemas, el funcionamiento del mercado. Para ello se necesita un Ministro de Agricultura que comprenda el sector y técnicos capacitados en las diversas especialidades

Por Óscar Picardo Joao

Hay un dicho popular que reza así: “Están poniendo la carreta delante de los bueyes”; se trata de una expresión que intenta reflejar una decisión equivocada, es decir, cuando diseñamos una solución ilógica o incorrecta ante un problema o cuando pretendemos resolver algo sin considerar el contexto o las causas.

Las herramientas de “Marco Lógico” y su árbol de problemas o el diagrama de Ishikawa siempre nos han ayudado a comprender la relación de causas y efectos en la dinámica de los problemas; sobre todo en ingeniería social o en asuntos económicos, es muy importante comprender la lógica y orden de las causas para encontrar las mejores soluciones.

Una pregunta clásica, por ejemplo, ha sido: ¿cuál es la causa del bajo crecimiento económico?; y las respuestas pueden ser múltiples, entre ellas: Limitadas patentes; baja calidad del sistema educativo; limitada disponibilidad de ingenieros; bajo promedio de escolaridad; limitada atracción de inversión extranjera; sector industrial poco competitivo; oligopolios; asuntos arancelarios, fiscales o tributarios descompensados; aislamiento comercial; falta de mano de obra calificada; balanza comercial desequilibrada; enfermedad Holandesa; burocracia en los trámites; falta de acuerdos comerciales; ausencia de política monetaria;  y un largo etcétera.

Pero si pretendemos resolver el problema bajo crecimiento económico no basta con tener un buen diagnóstico, será importante ordenar causas, priorizar y diseñar soluciones de manera coherente; y sobre todo decidir por dónde comenzar en una secuencia de acciones que impacten en el resultado esperado. Por ejemplo, podemos crecer en patentes, pero que no estén relacionadas con un sector industrial, luego de poco y nada sirve.

Los diseñadores de política pública y los gobiernos suelen poseer una lógica electoral y comunicacional para diseñar soluciones a los problemas; algunos son excesivamente pragmáticos; otros omniscientes; y no tienen mucho tiempo para realizar consultas o diálogos. Algunos contratan asesores o gurús extranjeros para implantar “enlatados”, quienes suelen desconocer el contexto. Al final, los problemas se mantienen intactos, solo que suelen estar maquillados.

Para enarbolar proyectos tecnológicos, innovadores, para crear centros avanzados de conocimiento o para impulsar una zona o espacio disruptivo,  siempre será necesario mejorar el tejido matemático del sistema educativo. Sin una buena base matemática no se logrará construir una plataforma de ingenieros de buen nivel que puedan apuntalar estos proyectos.

La disponibilidad de ingenieros y doctores es clave para cualquier iniciativa que implique un cambio de rumbo. El Programa Ciencias sin Fronteras de Brasil o las iniciativas para la formación de doctores de SENACYT en Panamá, han impactado de manera significativa en los aparatos industriales y empresariales, y también en los principales indicadores de Ciencia, Tecnología e Innovación (CT+I).

Es imposible o absurdo crear proyectos de transformación académica, empresarial o industrial sin el talento humano necesario; la magia y los milagros no funcionan, se deben diseñar decisiones coherentes. Tampoco es viable importar talento humano de alto valor agregado, por los salarios y por el contexto, los “ecosistemas” de ciencia y tecnología son esenciales.

El camino es largo y no es fácil, pero es posible; ¿qué necesitamos? Un plan estratégico sólido y medible que integre más o menos algunas de estas ideas: mejorar las capacidades de los docentes de matemáticas y ciencias; atraer y retener al buen talento docente de forma meritocrática; impulsar un modelo pedagógico integrado STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts and Mathematics); invertir en laboratorios; tener programas de estudio basados en “estándares”; entre otras medidas.

Esto implica pensar más allá de lo electoral, estos cambios no son muy visibles ni políticamente rentables en el corto plazo, pero se pueden comunicar bien a la ciudadanía y esperar resultados a partir de una década de ejecución en adelante. Y justo por esta razón es que no sucede: el tiempo político.

Lamentablemente no hay tiempo para hacer las cosas con calidad, y es ahí cuando los tomadores de decisión quieren vender espejos -o crear espejismos- ubicando la carreta delante de los bueyes, esperando que algo suceda; y lo cierto es que no sucede nada.

Ahí están los datos de crecimiento económico, de las exportaciones, de las patentes; 23 años de PAES de cinco y fracción; 30 años para pasar de una escolaridad de 4to grado a una de 7º grado; los cambios reales son por dinamismo natural y no por acciones políticas.

Hoy el debate es por el alto costo de la vida y los altos precios de los alimentos…; las primeras soluciones fueron abruptas y poco efectivas: amenazar a los comerciantes y distribuidores para bajar los precios, ¿y los precios de los combustibles y de los insumos agrícolas?; la segunda solución apunta a crear una nueva competencia en la oferta de productos y en suprimir los aranceles ¿tendrá impacto? El Dr. Ernesto Schiefelbein cuando nos enseñaba política pública educativa siempre nos sugirió utilizar dos herramientas para las decisiones: Análisis de costo-beneficio y Tasa de Retorno; es decir, como puedo hacer más al menor precio posible y obtener los mejores beneficios.

Quizás la mejor solución fuera apoyar al sector agropecuario que siempre ha estado en abandono; facilitarles insumos agrícolas sin impuestos; apoyarles con las cadenas logísticas disminuyendo a los intermediaros -que son los que más ganan-; darles asistencia técnica para mejorar sus sistemas productivos; entre otras medidas. A veces nos equivocamos con una intervención y en lugar de beneficiar al consumidor o al productor terminamos apoyando sin querer a los especuladores o intermediarios.

Aunque la primera tarea del gobierno, para no poner la carreta delante de los bueyes, es conocer la lógica del sector, los actores y sus necesidades o problemas, el funcionamiento del mercado. Para ello se necesita un Ministro de Agricultura que comprenda el sector y técnicos capacitados en las diversas especialidades (plagas, riego, nutrientes, fertilizantes, equipamiento, vacunas, productividad, hortalizas, ganadería, etcétera). Mientras esto se resuelve seguiremos comprando frutas, verduras a Guatemala y cárnicos y lácteos a Nicaragua, y esto siempre será más caro que producir localmente. Finalmente, para este análisis no se necesita ser un experto sino aplicar el sentido común…, el menos común de los sentidos.

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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Agricultura Opinión

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