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Sin agro no hay comida

Hay cosas en la vida que no tienen NADA que ver con política partidaria, y TODO que ver con el bienestar del país. Fomentar la agricultura es una de ellas.

Por Carmen Maron
Educadora

   La historia del actual precio de los tomates en El Salvador comienza por 1858 (sí, hace casi doscientos años, no treinta) cuando uno de los tantos padres de la patria, llamado Gerardo Barrios decidió introducir el cultivo de café en El Salvador. Es un poco larga la explicación del impacto histórico y económico que esto tuvo a nivel país, pero basta con decir que Barrios, para que el café fuera lucrativo, le quitó tierras a las poblaciones indígenas (los llamados ejidos) y se les transfirió a los grandes terratenientes dispuestos a invertir. El café se volvió oro, y el país disfrutó de sus bonanzas hasta bien entrada la década de los 70. ¿Y los tomates? Bueno, en aquellos tiempos había menos salvadoreños en el área urbana y más fincas. En las fincas de café también se cultivaban tomates. Siempre hubo pequeños agricultores y esos se vendían tomates en el mercado, pero era un tema de oferta contra demanda y la demanda era menor. Además, El Salvador era conocido entonces como el granero de Centroamérica.


    Los grandes terratenientes siguieron cultivando café, además de algodón y caña. Los medianos y pequeños agricultores tenían cultivos un poco más diversificados. Entonces, en los 80, en una medida tardía y desesperada para evitar la guerra civil, se llevó a cabo la reforma agraria. El problema es que se fueron en la colada todos los medianos agricultores a quienes también les expropiaron las tierras dejaron de bueno...producir tomates. La tierra se le transfirió a los trabajadores del campo, hasta entonces increíblemente mal pagados, con la idea (utópica) de que formaran cooperativas. Pero, con las tierras más productivas del país convertidas en un campo de batalla y la nula capacitación para formar cooperativas, la nula capacitación en métodos de riego,.etc. y el nulo apoyo económico, la reforma agraria fue un desastre.


      Pasó la guerra y entonces se tuvo que haber reactivado el agro. Pero, no se hizo nada por subsanar el error que se había cometido en la guerra. Todo lo contrario: se trató de industrializar un país que difícilmente se podía industrializar. Entonces los pequeños agricultores se quedaron como pequeños productores y mucha tierra se dejó de cultivar.
  Entonces vino la dolarización. Quiero aclarar que la dolarización fue una buena medida, pero mal ejecutada. Un error fue que nunca hubo un control de precios. Entonces el colón de tomates se dolarizó.


    A través de los años, hay que añadirle al precio de los tomates la migración, lo cual produjo un flujo de remesas, que hacía más fácil no cultivar que pelearse por un crédito, las zonas francas  las maquilas y los callcenters. Añádanle también que socialmente, aún en nuestro iluminado siglo XXI, ser "campesino" (la palabra debe ser agricultor) es el equivalente a ser ignorante (cómo que fuéramos un país tan educado), inculto (como que fuéramos un país tan culto), y en general un ciudadano de segunda. Resultado: mejor trabajemos en las maquilas o saquemos una carrera universitaria que no me va a hacer ganar mucho, pero soy "profesional". Vuélenle pluma que los tomates están a 3 por el dólar, pero quien me llego a entrevistar en el reciente censo fue una abogada con una Maestría en Derecho Internacional ¿es coherente eso?


       Para la segunda década de los 2000, El Salvador, que tiene tierras tremendamente fértiles, estaba importando verduras de Guatemala, que se pagaban con remesas. Los jóvenes estaban estudiando para ser el abogado o médico o ingeniero #123456789 y al agro sólo se le daban créditos que, en resumen, de nada servían, porque se los cobraban aunque se perdiera las cosechas con pocas oportunidades de refinanciamiento. Era una bombita de tiempo esperando estallar.


     Hace un año escribí un artículo dónde dije que me preocupaba la seguridad alimentaria de El Salvador. Me dijeron un montón de cosas, entre ellas que había que "modernizar" el país. Mientras se piense que un país que depende del agro es un país "pobre", "atrasado", y "no industrializado" estamos perdidos. No me voy a ir lejos: vean México. México tiene petróleo, turismo e industria, pero también  políticas para el agro que ya quisiéramos tener aquí y  permite que produzca lo que necesita y más.


    ¿Está haciendo mal el gobierno con los agromercados? No. Ante una crisis alimentaria, es válido hacerlo. Pero es una solución a corto plazo y debe verse así. La verdadera solución es dignificar al agricultor, proporcionar créditos blandos, incentivar la siembra de granos y verduras, capacitar, dinamizar, y dejar de depender de otros países. Sobre todo, permitir que se asesore al país en cómo salir de esta crisis. No hay ninguna razón de peso para creer que podemos ser un país autosostenible.


     Hay cosas en la vida que no tienen NADA que ver con política partidaria, y TODO que ver con el bienestar del país. Fomentar la agricultura es una de ellas. A como estamos actualmente (echados a la perdición) va a tomar años volver a producir como en los 70. Pero URGE que se generen políticas de país que garanticen sostenibilidad e independencia alimentaria en El Salvador.


    ¿Por qué están caros los tomates? Porque sin agro no hay comida. Sencillo.

Educadora.

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Agricultura Opinión

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