La cumbre de los líderes de África y Estados Unidos tuvo lugar esta semana, en Washington. Ocho años fueron necesarios desde la primera edición en agosto de 2014, bajo la administración de Barack Obama, para que se reuniesen de nuevo, los jefes de estado del continente africano con el presidente estadounidense. Ocho años durante los cuales las relaciones internacionales han cambiado: ahora las tensiones se multiplican . La guerra en Ucrania aceleró las tensiones y los disfuncionamientos económicos y comerciales. La situación en materia de seguridad se ha vuelto prioritaria: ya sea en Europa tanto como en el Mar de China, en Asia Central y en regionales fronterizas de Rusia, los focos no faltan. Las preocupaciones tensiones sobre la alimentación (El Diario de Hoy / Entrevista a Macky Sall ./ 16 de Junio de 2022) y la energía ponen a África en el centro de un juego global de influencias. Es decir, cuán importante ha sido la cumbre USA-África del 13 y 15 de diciembre pasado.
Por cierto, el continente, que cuenta con sus 30 millones de km2 y 54 países, lleva una diversidad de situaciones cuyo desafío consiste en lograr puestos de unidad. Democracias, regímenes autoritarios, economías liberales o dirigidas, espacios en paz y zonas de guerras lo componen. Ahora bien, desde el 24 de febrero pasado, el riesgo, para el eje de los Aliados, de una presencia rusa, particularmente en África del oeste tanto como en la región del Sahara, vuelve esencial llevar a cabo una estrategia global que permita a África garantizar un nivel de desarrollo duradero y sostenible.
Los desafíos no faltan: la economía constituye la base de todo. Es varias regionales confrontadas a problemas profundo de desarrollo, el islamismo de expande, proponiéndose como una alternativa a la falta de políticas que hubiesen garantizado una forma de mejoría económica y social. A pesar de todo, ya sea en África del Norte con Marruecos, Argelia, en el margen del Medio Oriente con Egipto, en el centro del continente con Nigeria, Angola, o El Congo, fuente de tantas tensiones regionales y África del Sur, África puede contar sobre economías importantes. Pero no bastan para contestar a desafíos, el primero de ellos, el demográfico: África duplicará su población en los próximos 25 años, contando con 2000 millones de habitantes. Temas de gobernabilidad, repartición de las riquezas, el medio ambiente, la fractura numérica, siguen siendo temas esenciales. Nutren las tensiones y crisis que debilitan un continente usado y abusado.
En el oeste africano, en la región del Sahel y del Sahara, así como partes del centro, la temática integrista islamista ha ganado espacio. Los movimientos recuperaron una retórica anti-occidental. África del Oeste se ha vuelto concretamente anti-francesa, pese a los lazos históricos que Francia mantiene con esa región.
Ya sea en el Malí, en el Burkina Faso, en una parte del Níger y el norte del Camerún y regiones del Nigeria, hay grupos que buscan enfrentarse con los regímenes establecidos y se presentan como los “nuevos salvadores”. Desde poco, se difunde la idea de un riesgo de coalición que favorece la consolidación de una región integrista, tal como paso estos últimos años, en Siria.
Es en este contexto que varios regímenes débiles o golpistas como en Malí, la República Centroafricana, Burkina Faso, llaman a nuevos socios armados. Sintiéndose desbordados a nivel militar, se alían a grupos de mercenarios como el ruso “Wagner”, sin darse cuenta de que alimentan una deriva internacional.
La cumbre de Washington tuvo que tomar en cuenta esta realidad, acelerando la conciencia de los Aliados comprometidos en el conflicto en Ucrania, de llevar a cabo una nueva estrategia para un continente al cruce de los caminos. Fueron 50 los presidentes que asistieron a la Cumbre de Washington revelando la importancia que representa en el nuevo contexto internacional, la voluntad de definir una nueva estrategia común.
Seguridad, cooperación regional, salud, cambio climático, alimentación el agua, la lucha contra el terrorismo, fueron tantos temas abordados durante la cumbre. El “African growth and opportunity Act”, que facilita exportaciones africanas hacia los Estados Unidos, se vio prolongado hasta 2025.
La urgencia económica, diplomática, política ha llegado: el continente se ha diversificado desde hace más de 20 años sus socios: China se ha convertido en el primer socio comercial, cuando Turquía, países del Golfo Arábigo multiplican inversiones sobre todo en el sector de las infraestructuras, tanto como el banco. Rusia, desde las independencias y en el transcurso de los años 60, mantiene relaciones políticas con varios países africanos. Francia y con ella la Unión Europea y los Estados Unidos aparecen como socios tradicionales y modernizan su relación.
Para el presidente Joe Biden, se trata de renovar el enlace con un continente que no puede volver a ser olvidado en las relaciones internacionales contemporáneas.
Un enfoque especial ha sido establecido sobre el tema de la inseguridad alimentaria. Hace parte del esquema de paz y prosperidad al cual Washington quisiera llegar con los demás países africanos. Serán 55 mil millones de dólares que serán dedicados en los 3 próximos anos, a África. La urgencia, en materia numérica, industrial esta real : cuando recogía 12.6% de las inversiones mundiales en los sectores industriales, fueron solamente 2.9% en 2022. Washington busca volver como “el socio natural” de África, mientras la competencia internacional queda fuerte abriendo espacios de peligro. Razón por la cual los Estados Unidos se declaran en favor de una representación permanente africana en el Consejo de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y en el G20.
Más que nunca, África debe entrar en el rumbo de las relaciones internacionales. No puede ser más el continente apartado de un mundo en movimiento constante y, hoy en día, en medio de tensiones que van a condicionar los próximos años de un continente al cruce de los caminos.
Politólogo francés y especialistas en temas internacionales.