La primera vez que escuché esta expresión, fue en una clase de física, cuando el Dr. Brettschnider, mi profesor en el segundo año de ingeniería, nos explicaba sobre cómo el curso de una investigación, la búsqueda de la solución de un problema complejo o el diseño de un dispositivo complicado, por la misma complejidad y las muchas variables, al realizar el seguimiento observamos, que el avance se ha ralentizado, porque entró en un espiral de pequeñas contradicciones que desilusionan a los integrantes del equipo. En esa situación, de por sí conflictiva en lo técnico y lo humano, para evitar que se complique más y no se consigan los objetivos, la mejor decisión, enfatizó, pasando su mano de un lado al otro de la mesa, es hacer “Tabula Rasa”, limpiar la mesa y empezar de cero, con la misma visión, pero un nuevo planteamiento lógico, eficaz y eficiente.
Me sucedió que escribiendo un manual y pensando que fuera inteligible y práctico, lo enredé de tal modo, con comas, puntos y comas y párrafos largos, que con cada oración lo complicaba más. Recordé la “Tabula Rasa” de la clase de física, seleccioné las 28 páginas, las borré y tomé un descanso. Después lo escribí de nuevo en solo tres horas y en la mitad del espacio.
Al costo del tiempo y los recursos que se gastan en un proyecto del que se duda su utilidad, pero que de alguna forma alguien consigue mantener, lo llamo “costo camuflado”, que oculta pérdidas y desperdicios”. Proyectos que alguien piensa para tres meses y después de seis no se ve el final, y además, se duplicó el presupuesto, los rentabilizamos aplicando “Tabula Rasa” y reiniciándolos con la misma visión, pero con diferentes personas, métodos y parámetros de eficacia y eficiencia.
Y también, haciendo “Tabula Rasa”, en las relaciones y temas de negociación que se han complicado, entre los representantes de la empresa y los de los trabajadores, fue posible eliminar la conflictividad y concluir en paz mejores acuerdos.
Y “Tabula Rasa” también funciona entre personas que después de un tiempo de haberse alejado se reencuentran sin importar ni los años ni la distancia. Está sucediendo en la alta sociedad de Hollywood y la aristocracia. Cónyuges que se divorcian, después de un tiempo se vuelven a casar, con una nueva visión de convivencia, de la misma forma que sucede, en los casos de segundo matrimonio.
Lo hemos visto con directores de multinacionales que llegaron a un acuerdo y se separaron y después de varios años, haciendo “Tabula Rasa”, volvieron a dirigir la empresa. Es muy importante aplicar “Tabula Rasa” cuando se decide reorientar inversiones previstas de largo plazo por otras más dinámicas de corto y medio plazo.
En mis primeros años en Alemania, 1966-68, el economista socialista del SPD, Karl Schiller, ministro de economía del gobierno de la Gran Coalición CDU/CSU, liderado por Kurt Kissinger, fue luego ministro de finanzas en el gobierno del SPD, liderado por Willi Brandt.
Si se aplica el concepto “Tabula Rasa” consciente y consecuentemente funciona, porque es más un asunto mental y de compromiso, que del tipo de interrelación en la que se produzca.
Ha funcionado en lo político, lo empresarial, en los negocios, lo personal, lo familiar y en lo espiritual. Personajes famosos, fervientes de su religión se convirtieron en budistas y después de un tiempo, haciendo “Tabula Rasa”, volvieron a su religión.
Quizás es uno los descubrimientos maravillosos de la sicología y la neurociencia, que podemos aprender a dirigir en parte nuestro cerebro y en lo conveniente, reorientar voluntariamente nuestra forma de pensar, ser, estar y comportarnos.
Pues bien, estimado lector, si tiene algo entre manos que le pueda ser más útil haciendo “Tabula Rasa”, reflexiónelo detenidamente y no lo posponga.
Ingeniero/pedroroque.net
Todo es más fácil y más sencillo con sentido común.