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Acuerdos de Paz: Temas económicos, sociales y culturales – Política económica de los Gobiernos del FMLN

Ver las políticas sociales de los gobiernos del FMLN y del último gobierno de ARENA a la luz de los postulados económicos en boga a nivel mundial en ese momento resulta altamente ilustrativo, y conviene comenzar por la “segunda generación” de reformas que impulsaba el Banco Mundial en ese momento, recordando que la idea de reformas de primera y segunda generación se atribuye a Moisés Naím, ex ministro de Industria y Comercio de Venezuela y ex director de la Revista Foreign Policy, y que son parte del Consenso de Washington del que se habla tanto. 

Por Francisco Galindo Vélez

En El Salvador, la dolarización se hizo por razones de orden económico, pero también hay otro motivo del que no se habla lo suficiente y que es de importancia fundamental: su naturaleza irreversible anclaba al país al sistema capitalista mundial. De esta manera, el día que el FMLN llegara al poder, algo que siempre se consideró como una posibilidad real pese a que unos la veían más cercana y otros más remota, su margen de maniobra para cambiar el modelo económico sería sumamente reducido. 

En todo caso, desde que se hizo la dolarización no ha cesado la intensa discusión sobre lo positivo y lo negativo para la economía y la población, y tanto los defensores como los opositores encuentran argumentos lógicos y datos empíricos para respaldar sus argumentos, pero parece ser que poco a poco se ha ido llegando a un consenso: puede haber sido una buena o una mala medida, pero ahora que ya está hecha revertirla sería simplemente demasiado costoso en términos sociales, económicos y políticos.

Otras medidas importantes para integrar y amarrar el país a la economía capitalista mundial incluyeron su adhesión al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) en 1991, su ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, y su suscripción de múltiples acuerdos de libre comercio con diferentes países y regiones.  

Y en 2009 ocurrió lo que algunos salvadoreños y extranjeros más temían: la antigua guerrilla del FMLN, exitosamente transformada en partido político, llevó a su candidato a la presidencia de la República. Algunas personas pensaron que el fin del mundo empezaba por El Salvador y que rápidamente el comunismo se apoderaría del país. Y la historia se repitió en 2014 cuando el FMLN volvió a ganar la contienda electoral para la presidencia de la República. 

El Armagedón temido y vaticinado como verdad irrefutable por algunas personas no llegó a El Salvador, pues los dos gobiernos del FMLN no tocaron el modelo económico, no hubo expropiaciones, no hubo nacionalizaciones, no se desdolarizó y se promovió la inversión extranjera, entre otros. 

Entonces, la pregunta lógica es: ¿En qué se diferenciaron los gobiernos del FMLN de los de ARENA? En la búsqueda de respuestas conviene no perder de vista las medidas de anclaje del país al sistema económico mundial: la irreversibilidad de la dolarización, el ingreso a instituciones económicas internacionales y la suscripción de tratados de libre comercio.

Para algunos analistas, la diferencia se encuentra en un mayor énfasis en programas sociales, por ejemplo, una pequeña pensión para personas empobrecidas de la tercera edad; subsidios de gas para hogares pobres; tratamiento médico gratuito; apoyo a estudiantes pobres con dos uniformes y un par de zapatos por año, así como útiles escolares y alimentación diaria; cuidado infantil; empleo y atención a mujeres a través de Ciudad Mujer; y agricultura familiar mediante el suministro de semillas, insumos y asistencia técnica a pequeños productores.

Ahora bien, es importante recordar que el énfasis en temas sociales había comenzado con el último gobierno del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, 2004-2009), en respuesta a los llamados de las instituciones financieras internacionales para combatir la pobreza con mayor diligencia. Estas políticas incluyeron un programa de transferencias monetarias condicionadas llamado Red Solidaria, un programa de distribución de semillas de maíz y frijol a pequeños agricultores, y una subvención de la Corporación Reto del Milenio (MCC) de los Estados Unidos para la construcción de una carretera y fomentar el desarrollo local en la zona norte del país.

Ver las políticas sociales de los gobiernos del FMLN y del último gobierno de ARENA a la luz de los postulados económicos en boga a nivel mundial en ese momento resulta altamente ilustrativo, y conviene comenzar por la “segunda generación” de reformas que impulsaba el Banco Mundial en ese momento, recordando que la idea de reformas de primera y segunda generación se atribuye a Moisés Naím, ex ministro de Industria y Comercio de Venezuela y ex director de la Revista Foreign Policy, y que son parte del Consenso de Washington del que se habla tanto. 

Pero ¿Qué es el Consenso de Washington? De acuerdo con el inventor del término, el economista británico John Williamson, se trataba del mínimo común denominador de las recomendaciones que las instituciones con sede en Washington ofrecieron a los países latinoamericanos a partir de 1989. Incluía un decálogo de medidas: (1) disciplina fiscal; (2) reorientación del gasto público; (3) reforma tributaria; (4) liberalización financiera; (5) adopción de un tipo de cambio único y competitivo; (6) liberalización comercial; (7) eliminación de barreras a la inversión extranjera directa; (8) privatización de empresas estatales; (9) desregulación de la entrada al mercado y la competencia; y (10) sólidos derechos de propiedad.

Las reformas de “segunda generación” incluyeron reformas jurídicas y políticas, instituciones regulatorias, la lucha contra la corrupción, flexibilidad del mercado laboral, acuerdos de la Organización Mundial del Comercio, códigos y normas financieras, apertura prudente de cuentas de capital, regímenes cambiarios sin intermediarios, redes de seguridad social y reducción de la pobreza.

Se trataba de amplias reformas del Estado; de la administración pública y de la prestación de servicios públicos; de las instituciones que crean y mantienen el capital humano, por ejemplo, las escuelas y el sistema de atención de la salud; del entorno en el que operan las empresas privadas con más competencia; mejor regulación;y derechos de propiedad más sólidos, recuerdan Nancy Birdsall, Augusto de la Torre y Felipe Valencia Caicedo en su artículo The Washington Consensus: Assessing a Damaged Brand (El Consenso de Washington: Evaluación de una marca dañada - 2010).

Agregan que a diferencia de las reformas de primera generación que eran en realidad declaraciones sobre los instrumentos que se utilizarían y los insumos necesarios para reducir la inflación recortando el crecimiento de la oferta monetaria y el déficit presupuestario, muchas reformas de segunda generación eran en realidad declaraciones de resultados deseados, entre ellos, la reforma de la administración pública o la mejora de la recaudación de impuestos, pero recalcan que carecían de un sentido claro de diseño de política. Así, a título de ejemplo recalcan que en relación con la reducción de la pobreza, un importante objetivo, los expertos de Washington no decían nada sobre cómo lograrlo. De hecho, continúan diciendo, una característica sorprendente de las reformas de segunda generación era su enorme dificultad técnica, pues cualquier economista puede decir que para reducir la inflación se requiere un menor crecimiento del dinero, pero pocos están dispuestos a presentar una propuesta para supervisar las operaciones en derivados de los bancos y otras instituciones financieras, o para resolver las fallas en el mercado de la atención de la salud.

Por su parte, Rino Wiseman Adhikary en su escrito The World Bank’s Shift away from Neoliberal Ideology: real or rhetoric? (El alejamiento del Banco Mundial de la ideología neoliberal: ¿Real o retórica? – 2012), pone en duda lasinceridad del Banco Mundial. Para él, si bien a nivel retórico el cambio es evidente, un análisis riguroso y crítico del documento de políticas del Banco da una imagen diferente, pues, por ejemplo, su política educativa sigue siendo neoliberal y las directrices políticas asociadas son fuertemente conducentes a un enfoque de la educación impulsado por el mercado. 

Añade que a nivel retórico hay un movimiento hacia el bienestar social y la equidad, pero a nivel operativo las políticas están impulsadas por el mercado, altamente centradas en la economía y basadas en la competencia. Además, hace hincapié en que se ha usado un lenguaje no neoliberal centrado en la equidad para mostrar mayor preocupación por la educación de los pobres en la educación primaria, pero que a nivel operativo las directrices políticas propuestas conducen a un mercado de la educación superior porque la educación pública, el único medio eficaz de educación superior para los pobres, no solo ha sido criticada sino que también negada y, así, prácticamente no queda espacio para la educación superior de los pobres.

Sea como fuere, como las políticas de los dos gobiernos delFMLN coincidieron con las reformas de segunda generación, sus dos gobiernos pudieron mantener abiertos el crédito, la asistencia y la cooperación internacional, todos fundamentales para el funcionamiento del país. Así las cosas, los temores del Armagedón resultaron ser infundados porque los dos gobiernos del FMLN no solo respetaron el modelo económico y los fundamentos económicos de la economía de mercado, sino que tomaron medidas que anclaban aún más el país en el sistema capitalista mundial: en 2010 El Salvador se unió al Foro Global sobre Transparencia e Intercambio de Información de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos); en 2015 firmó la Convención sobre Asistencia Administrativa Mutua en Materia Fiscal, que ratificó en 2019; y en 2016 ratificó el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

 Exembajador de El Salvador y exrepresentante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).  También fue jurado del premio literario Le Prix des Ambassadeurs en París, Francia.

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