Este 15 de septiembre de 2024 se cumplen 203 años de la Independencia de Centroamérica. En ese proceso se crearon las Provincias Unidas de Centroamérica, de existencia efímera, pues una a una se fueron separando y El Salvador, el último declarar su separación, lo hizo el 2 de febrero de 1841. Esta es la fecha que marca el inicio de El Salvador como república independiente, pero no sólo no se conmemora, sino que prácticamente no se recuerda. Algo parecido sucede en los otros países que fueron parte de las Provincias Unidas, pues todos conmemoran el 15 de septiembre de 1821 como la fecha de su independencia, y esto es muy diciente. En todo caso, las Provincias Unidas de Centroamérica tuvieron su bandera, que ahora se encuentra solo en algunos museos y libros de historia, y su himno, La Granadera, hoy solo recordado en Guatemala.
Desde la disolución de las Provincias Unidas ha habido muchos intentos para lograr la unión o la integración, pero pese a importantes avances, el objetivo sigue en un lejano horizonte. Pero también ha habido tensiones, disputas e incluso guerras entre países y, sin entrar en quién tenía o no la razón, hay dos efectos en los que todos podemos estar de acuerdo: (1) el impacto negativo en las poblaciones a todos los niveles; y (2) el contundente golpe al desarrollo económico y social de los pueblos de esta parte del mundo.
Hoy en día, Centroamérica es sumamente vulnerable con limitadísimos recursos para afrontar difíciles contingencias, entre ellas la más grande que ya se manifiesta: el cambio climático. Esta realidad requiere que gobiernos y pueblos adquieran un alto grado de conciencia ambiental, y se organicen de manera eficiente para hacer el mejor uso posible de los recursos que se necesitan. Así, en mi columna titulada Cambio climático severo para El Salvador que publicó este rotativo el 10 de diciembre de 2022, hice la siguiente propuesta: Pasar a considerar como aguas centroamericanas todas las aguas transfronterizas, dulces y saladas. Y conviene aclarar que la idea es para los ocho países parte del Sistema de Integración Centroamericano (SICA), y que sea una parte fundamental de ese esfuerzointegracionista.
En ese artículo se argumenta que:
➢ “El punto es que si bien Centroamérica, bien que mal, ha podido llegar hasta ahora separada”, y está tomando medidas tanto al nivel de países como de región “para luchar contra el cambio climático, lo que se viene es de tal magnitud que conviene un nuevo enfoque de colaboración regional. No se puede, ni se debe, correr el riesgo de mayor pobreza y marginación en cada país, más desplazamiento de personas al interior de sus países y hacia otros países, y mayor tensión entre países que puede poner en riesgo la paz y la seguridad”.
➢ “Esta idea de mares y aguas transfronterizas centroamericanos no busca cambiar la realidad de países independientes, respeta la forma de organización interna de cada país, pero dice que, en materia de aguas transfronterizas, saladas y dulces, se cambie el enfoque y se pase a aguas centroamericanas. Para lograr algo así, no se puede negociar desde las posiciones que cada país tiene y que ya son conocidas; hay que negociar para dar forma a una idea y, así, se trata de un verdadero proceso de creación de algo nuevo en la región. Tampoco se puede politizar el tema, ni dar espacio a los saboteadores ni a los especialistas en dar largas a las discusiones, hacerlas interminables y lograr que nada pase”.
➢ “Una idea como ésta, necesitaría una estructura para su administración que cuente con un procedimiento de solución de controversias creíble y confiable que permita también hacer frente a los miedos y desconfianzas innatas que habría en un primer momento. En esto, la comunidad internacional podría tener un importante papel, por lo menos en los primeros tiempos”.
➢ “Se trata de dar forma a una idea que busca un nuevo tipo de relación entre los países de la región. Una relación en que quedaría eliminada la idea misma del uso de la fuerza entre países de la región y en que las controversias se solucionarían viendo el interés de la región, poniendo los derechos humanos en el centro, haciendo todos los esfuerzos y dedicando todos los recursos para hacer de este problema la gran oportunidad para lograr el desarrollo y que los centroamericanos puedan verdaderamente ejercer todos sus derechos en paz y libertad”.
➢ “¿Algo inédito? No. En otro tiempo, lugar y circunstancias, Francia elaboró una propuesta para manejar de manera conjunta la producción del carbón y del acero de Francia y Alemania. Alemania aceptó la idea y otros países se incorporaron: Bélgica, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. Se creó una Alta Autoridad para su manejo, y así empezó a construirse lo que hoy es la Unión Europea. Los críticos dicen muchas cosas, pero hay por lo menos un punto en que defensores y críticos deberían estar de acuerdo: la Unión Europea ha cumplido con su objetivo de mantener la paz entre países miembros. Se puede añadir que esa visión colaborativa ha sido fundamental para llevar a esa región a impresionantes niveles de desarrollo”.
Hoy en día, al leer o escuchar las noticias, se constata que se gastan indecibles cantidades de dinero en preparativos para guerras; no se escucha hablar de invertir para la paz. Al ver la realidad de Centroamérica en el mundo, es evidente que no tiene un papel relevante en las grandes disputas, salvo brindar apoyos políticos y morales, y se constata que sus grandes prioridades son clarísimas, entre ellas, el desarrollo económico y social de cada país para mejorar la calidad de vida de las poblaciones. Así las cosas, prepararse para conflictos en esta parte del mundo no tiene ningún sentido.
Es indispensable hacer frente a esta nueva realidad de manera coordinada y con un enfoque integral porque es:
(1) fundamental lograr el mayor impacto, es decir, la masa crítica, que tendrían objetivos y proyectos regionales claramente definidos;
(2) imprescindible maximizar el uso de recursos disponiblesen cada país y en la región;
(3) imperioso atraer recursos de fuera, como inversión o cooperación, con claros y sensatos proyectos regionales o nacionales integrados a una visión regional;
(4) importante crear un referente de cooperación regional para afrontar el cambio climático;
(5) conveniente aprovechar la oportunidad que brindaría de desarrollar una diplomacia centroamericana de lucha contra el cambio climático, con una manera diferente e inédita de relacionarse entre países y con el resto del mundo, para lograr mayor impacto en la salvación del planeta, y superar, por lo menos en parte, lo que el diplomático y latinoamericanista francés Alain Rouquié ha llamado el “eclipse” de la diplomacia latinoamericana, pues hoy en día no solo no tiene propuestas, sino que está fragmentada como pocas veces en su historia;
(6) ventajoso afrontar los grandes retos a la seguridad como la que representa el crimen organizado internacional, solo para dar un ejemplo; y
(7) grandiosa la idea de construir una zona de paz.
El cambio climático puede ser un problema insuperable, pero también puede ser una gran oportunidad, pues, como todo está interrelacionado, con un enfoque realista se puedecontribuir a:
(1) regenerar la salud del planeta;
(2) lograr el desarrollo económico y social de estos países;
(3) mejorar la calidad de vida de las poblaciones;
(4) desarticular situaciones que dan origen a indecibles niveles y expresiones de violencia a nivel nacional y regional;
(5) afrontar de manera conjunta los problemas externos de seguridad; y
(6) hacer de Centroamérica una zona de paz en el mundo.
Hacer funcionar una propuesta como esta requeriría mucha voluntad, creatividad e inventiva. En la propuesta hecha en 2022 se presenta la idea de una suerte de autoridad regional encargada de velar por el cumplimiento de lo pactado con la facultad de resolver disputas que puedan surgir entre países,y se argumenta que para evitar nuevas tensiones sería conveniente acordar que durante los primeros tiempos estéen manos de personas de otras partes del mundo.
Esta propuesta necesariamente tendría que ocuparse de temas como:
(1) la navegación, civil y militar, teniendo en cuenta que tendría, de hecho, un espacio marítimo común;
(2) la pesca y el uso de otros recursos naturales de los mares, entre países de la zona y con países de fuera;
(3) el manejo de aguas dulces, ríos, lagos y acuíferos;
(4) la contaminación ambiental en aguas dulces y saladas, con prevención y soluciones para lo que ya sucede; y
(5) la seguridad al interior del espacio marítimo común.
Imposible, dicen unos, pero nada es imposible, dicen otros. Los europeos han venido logrando sus objetivos, ¿por qué no los centroamericanos? ¿Solo por ser centroamericanos? A los que crean eso hay que decirles que hay que tener más confianza en las capacidades de nuestra gente, y que no se vale auto descalificarse de entrada.
En todo caso, la conclusión del artículo mencionado sigue vigente: “En Centroamérica se puede dar un giro importante a la frase de Herbert Marcuse ‘¡seamos realistas, pidamos lo imposible!’, y convertirla en: ¡cómo somos realistas, hacemos lo imposible!’”.
¡Centroamérica: se vale soñar!
Francisco Galindo Vélez es exEmbajador de El Salvador en Francia y Colombia, ex Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Argelia, Colombia, Tayikistán y Francia, y ex Representante adjunto en Turquía, Yibuti, Egipto y México.