Parece que no existen rutas alternas, lo que queda es respirar profundo antes de manejar en San Salvador y “conducir a la defensiva”. La queja popular en los últimos días es la condición del tráfico en la capital y municipios aledaños es que, en una matemática simple, de lunes a viernes, Ud., se pasa: 5 horas en promedio en los congestionamientos, 8 horas en el trabajo, duerme 5, ¿Qué le queda para la familia, cena y casa? Ya no basta con salir de madrugada, simplemente, el tráfico es impredecible.
Los embotellamientos y las famosas “vueltas de rueda” ocurren a cualquier hora del día, pero, ¿qué es lo que está pasando? Las explicaciones surgen a granel:
Las calles y avenidas sobrepasaron la capacidad del parque vehicular que ya asciende el millón y medio, más el de las motocicletas. Cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dicen que el 43% del parque vehicular se concentra en San Salvador, y además aquí confluye una alta tasa de densidad laboral, para el caso se estima que 150 mil almas viajan a diario de Colón a San Salvador, sin contar que este es un municipio puente hacia el occidente; buena parte de los hogares requieren de más de un vehículo para movilizarse, no contamos con horarios escalonados y coincidimos a las mismas horas, en fin, serán estos asuntos de gestión, logística y de urgente taller, y no son temas nuevos a tratar, antes se hicieron sendos estudios y propuestas para la movilidad en el Gran San Salvador. Lo que sí es innegable, el gran impacto o estrés que está causando esta situación al grueso de la población.
¿Cómo restaurar el tiempo y el estrés de un empleado que ha salido a oscuras de casa y ha pasado más de 5 horas en un bus y que llega del interior a la capital? ¿Cómo librar la batalla contra el marcador de la empresa? ¿Cómo controlar la frustración y el enojo en una procesión de ruedas, pitos, música estridente e intolerancia? Definitivamente, la calidad de vida se pierde en el tráfico y ya no es ganga “salir”.
A juicio de la Rocío Vásquez, psicóloga, el tráfico sube los niveles de estrés y ansiedad cuando el cuerpo y mente perciben esos estímulos: ruido, humo, sol (dependiendo de la hora) y retrasos. El problema es que no todas las personas saben manejar sus emociones y en algunos casos el malestar se convierte en dolores de cabeza u otras molestias.
Pero, entonces, ¿cuáles pueden ser las soluciones? Cualesquiera que sean, no serán fáciles y pasan por educación, responsabilidad, compromiso personal y familiar, van más allá de salir de madrugada de casa, de la buena infraestructura vial o de los hábiles gestores del tráfico. Es demandante aterrizar en una política pública de transporte que abone a la mejora de estas condiciones y no sólo toque bolsillos. Se urge de soluciones técnicas e inteligentes.
Es importante acercarse a experiencias de éxito de otros países, si es que las hay, porque el BID señala que: “En 2019, cada ciudadano perdió 33 horas en embotellamientos de tráfico en San Salvador, frente a las 31 horas de Bogotá, las 25 horas de Río de Janeiro y las 20 horas de Buenos Aires. En total, se perdieron 37 millones de horas, lo que se traduce en un 0,5% del PIB”. Esas cifras, aterrizándolas en la coyuntura actual, parece que se quedaron cortas.
En el ámbito hogareño o comunitario, sería viable organizarnos para evitar carga vehicular, optimizar tiempo y combustible, trasladándonos varios que van en la misma ruta en un mismo carro. Eso también sería un gesto amable con el medio ambiente. La consulta a los famosos mapas interactivos antes de emprender la ruta, es otra opción para tomar mejores decisiones y evitar congestionamiento.
En esta cotidianidad, quienes infelizmente llevan las de perder son quienes viajan en el bus de pie o “colgados”, si son mujeres se exponen a acosos, aquí no hay mucho que ofrecer, pero a los que corren con suerte y viajan sentados, válido es que se fomente la lectura, la escucha de música relajante, la plática con la persona co-viajante. Aunque suene romántico, se trata de activar ese tiempo aparentemente inactivo. Hay personas que conducen, que se amenizan el viaje con programas de radio de calidad, audiolibros y otros insumos que les cultivan, sin pecar de distraerse.
En algún momento se sugirió horarios escalonados, enfatizar el trabajo o el estudio desde casa con justas medidas y otras de mayor inversión como ejemplo: metros, parqueos públicos y demás.
Es necesario unir esfuerzos para tomar un atajo y desviarnos de esta locura llamada tráfico que irremediablemente parece que está afectándonos todos los días
Periodista.