El dictador Assad huyó a Rusia. Las milicias yihadistas no encontraron resistencia en su marcha a Damasco, la capital. El ejército sirio desapareció por arte de magia, abandonó sus cuarteles, sus puestos de control, dejó camiones y tanques huérfanos en las carreteras. El gobierno se puso a la disposición del nuevo poder.
¿Qué pasó en Siria que puede explicar que una dictadura de 50 años, con fuerte apoyo militar de Irán y Rusia, haya colapsado sin ofrecer combate? Cuando en 2011 casi todo el país se levantó contra este régimen, éste tambaleó, pero no cayó. Cuando de este levantamiento surgió una guerra civil, Irán y Rusia intervinieron militarmente. Putin mandó su aviación y bombardeo los barrios de los rebeldes. Hezbolá, por órdenes de Irán, despachó a sus milicias a Siria para combatir al lado del ejército de Assad. Irán mandó tropas de élite. La dictadura estaba al punto de caer, pero no cayó. ¿Y ahora colapsó sin ofrecer combate? ¿Así no más? ¿Así de fácil? ¿Así de rápido?
Es imposible creer que la fuerza militar de las milicias afincadas en el norte de Siria y apoyadas por Turquía haya producido este milagro. Todo indica que lo que pasó en Siria no es producto de una victoria militar de la oposición, sino de un arreglo político. Un arreglo entre los adultos.
La única manera de explicarlo es que la situación geopolítica ha cambiado. Los regímenes en Irán y en Rusia tienen sus propios problemas, que no existían cuando hace 10 años intervinieron en la guerra civil en Siria. Putin está ocupado con su invasión en Ucrania. Irán está al punto de una confrontación directa con Israel. Hezbolá ha sido fuertemente golpeado por Israel. En este vacío de poder entra Turquía queriendo convertirse en la principal potencia de la región, en alianza con Arabia Saudita y desplazando a Irán.
Surge una nueva correlación de fuerza en la eterna rivalidad entre musulmanes chiitas, dirigidos por Irán, y musulmanes sunnitas, dirigidos por Turquía y los sauditas. Assad era parte del eje de poder chiita-iraní. Los que ahora tomaron control de la capital son parte de las alianzas sunnitas, que a veces han incluido expresiones radicales como Al Qaeda y el Estado Islámico.
El cambio de poder en Siria es producto de la nueva correlación de fuerzas en la región, principalmente a favor de Turquía. Y para que haya sido casi pacífico, tiene que haber pasado por una previa negociación y un acuerdo entre Turquía e Irán, probablemente con consentimiento de Putin. De facto, Irán y Rusia entregaron Siria a Turquía.
Que nadie me entienda mal: No digo que esto sea malo. La eterna dictadura del clan Assad tenía que caer y los sirios celebran que al fin haya caído. Hay razones para pensar que el nuevo poder, bajo la influencia de Turquía, será más moderado que sus orígenes yihadistas dejaban temer. Erdogan va a tratar de apadrinar una alianza de las diferentes milicias y sectores de Siria. Pero un factor de poder quedará excluido: los kurdos, que en el norte de Siria, fronterizo con Turquía e Irak, han construido un estado de facto autónomo, de carácter democrático tolerando las diferentes minorías étnicas y religiosas.
Este estado de facto autónomo de los kurdos, igual que el otro que los kurdos de Irak han construido de igual manera autónoma del poder central, es visto por Erdogan como una amenaza a su visión de la seguridad nacional de Turquía. También tiene en sus fronteras una fuerte minoría kurda, que también tiene ambiciones de autonomía. Erdogan está decidido a no permitir que la autonomía que han conquistado los kurdos de Irak y Siria fortalezca la lucha de los kurdos en Turquía por su autonomía. Por esto, Erdogan ha intervenido militarmente en Siria, bombardeando posiciones de los kurdos, creando una zona bajo control turco y ayudando a los yihadistas que ahora tomaron el control de la capital a convertirse en el nuevo gobierno.
Ahí existe una convergencia de intereses entre Turquía, el posible nuevo gobierno sirio, Irak e incluso Irán. Irán también tiene en su país una minoría kurda que lucha por su autonomía y desafía el estado teocrático de los mulás.
La comunidad internacional, sobre todo Estados Unidos y Europa, deben ejercer fuerte presión para evitar que la próxima guerra civil en Siria -y esta vez sí una guerra sangrienta- sea contra los kurdos. Deben dar a los kurdos garantías y los medios de protegerse y para consolidar su democracia – por cierto, la única que está funcionando en toda la región. Lo mejor sería que la comunidad internacional consiga que en Siria se establezca un gobierno plural que construya un estado federal entre las diferentes etnias y religiones. Para conseguir esto, la presión tiene que ser sobre Erdogan, con un mensaje fuerte: No vamos a permitir que pongas en Damasco un gobierno sectario que no respete a las minorías chiitas, cristianas, drusas y kurdas. Tampoco un gobierno que convierta Siria en otra amenaza para Israel.
Saludos,
Paolo Lüers