Estimados maestros:
Los quieren convertir en orejas. Quieren que ustedes les pongan el dedo a sus alumnos. Quieren, con su ayuda, hacer un registro nacional de sospechosos de rebeldía y actitudes antisociales. Esto, en tiempos del régimen de excepción permanente, es un atentado más a los derechos civiles, específicamente a los derechos de menores de edad. Un paso más hacía un Estado autoritario.
¿Un Registro Nacional de Rebeldes? Para el Ministerio de Educación, cuyos directores departamentales mandaron un instructivo a todos los directores de centros escolares, actitudes de rebeldía son idénticas con actitudes antisociales y convierten al alumno en sospechoso de actividades criminales. Rebeldía, que no hace mucho tiempo en nuestro país
era un sinónimo de patriotismo y consciencia social, ahora es sinónimo de sospechoso de delincuencia.
Esto ya lo conocimos en los tiempos de la Guardia Nacional, disuelta por los Acuerdos de Paz, que suscribieron el gobierno y la guerrilla en enero 1992 para eliminar la represión. Las patrullas de la odiada Benemérita podían llevar preso y apalear a cualquier joven que según su criterio tuviera aspecto de antisocial.
El formato de ficha, que el ministerio ordena llenar a los directores, podría haberse copiado de los manuales de la Guardia Nacional. En el Registro Nacional de Rebeldes serán acumulados, procesados y luego entregados a la fiscalía y la PNC, los datos de cualquier estudiante a quien sus maestros le hayan detectado muestras de “conducta de rebeldía,
desobediencia o apariencia típica de antisociales” o que tuviera familiares que tengan estos defectos.
Bueno, en los tiempo de la dictadura militar y de la Guardia Nacional, se llevaron a los bichos de pelo largo, y cuando además cometieron el pecado de la desobediencia ante la autoridades uniformadas fueron sujetos de una buena apaliada. Hoy sería diferentes el corte de pelo clasificado de antisocial y el pecado de la desobediencia ahora se llama “resistencia a la captura”, pero la apaliada es la misma y hoy no saldrán libres en unos días sino con suerte en unos años.
En cualquier régimen totalitario o policial de la historia, rebeldía y desobediencia han sido vistos y sancionados como indicios de actitudes antisociales, y actitudes antisociales como tendencias criminales o incluso terroristas. Los campos de concentración de Hitler se llenaron de jóvenes, mujeres y hombres catalogados de antisociales. Y adivinan en base de qué elementos, en el caso de estudiantes: fichas llenadas por uno de sus maestros o por el “Blockwart”, el vigilante-oreja de su vecindad. En esto termina lo que aquí y hoy comienza con el Registro Nacional de Rebeldes y con maestros convertidos en ponededos.
Un profesor, para poder educar y transmitir valores a sus alumnos, debe ser para ellos una persona de confianza y autoridad. Autoridad moral, no policial. Si el gobierno quiere obligarlo a informar a las autoridades sobre sus alumnos hasta sobre si cumplen o no con sus tareas o si llegan a sus clases cansados, o si tienen espíritu de rebeldía es absolutamente contrario a la ética pedagógica. Es un atentado a la educación. Ustedes son el gremio con la
más destacada historia de lucha por una educación digna. No pueden aceptar a espiar a los jóvenes por cuyo desarrollo son los responsables.
El espíritu de rebeldía -contra las injusticias y las represiones- es uno de los valores que un verdadero maestro quiere reforzar en sus alumnos. No quiere inculcar a los jóvenes obediencia ciega, sino responsabilidad cívica.
Espero que ustedes y sus gremiales sepan resistir a las presiones y amenazas y no se dejen instrumentalizar por un régimen represivo.
Saludos, Paolo Luers