Ciudadano Nayib Bukele:
Cuando hace dos meses, el 24 de julio 2024, publiqué mi carta titulada “Preguntas al nuevo terrateniente-cafetalero”, ya le di las debidas felicitaciones por su ascenso a la aristocracia guanaca. Le escribí: “¡Bienvenido al círculo de los terratenientes y cafetaleros! Al fin ha logrado llegar a la altura, donde antes solamente estaban las famosas 14 familias...”
En ese momento me quedé corto, sólo había logrado averiguar que usted había comprado dos fincas en el Volcán de Santa Ana, fincas que formaban parte del imperio de los Regalado. Hoy otros colegas han logrado investigar a fondo y documentar debidamente un fenómeno mucho más importante y preocupante que las dos fincas de los Regalado, que usted adquirió para ascender a la élite económica del país. Hoy el fenómeno es que usted logró realmente poner a su clan en la fila y la tradición de las familias Regalado, Dueñas y Meléndez y Quiñónez, que usaron el poder político para convertir el país en su finca. Ni siquiera el dictador Maximiliano Hernández Martínez logró esto, y desde su derrocamiento ningún presidente ni siquiera se atrevió a hacer el intento. Hasta que llegó el clan Bukele.
Y queda mucho más por investigar, pero esto solamente es una cuestión de tiempo. Afortunadamente funciona el periodismo salvadoreño, a pesar de todo. Habrá que investigar, por ejemplo, cómo quedó el mercado de los medicamentos, especialmente el abastecimiento del sistema público de Salud, luego de que su fiscalito ordenó a confiscar a la familia Cristiani la droguería Santa Lucía, principal competidora de la importadora de medicamentos de la familia Bukele. Poco a poco se conocerá la manera acelerada en que su clan está convirtiendo el poder político en poder económico.
Ahora se entiende que su insistencia de permanecer en el poder, desafiando la Constitución, no es un capricho personal, sino obedece a un cálculo económico. Un imperio oligárquico no se construye ni se consolida en un período presidencial, mucho menos cuando se construye desde el poder político. Este poder tiene que ser total –y no temporal. Tiene que institucionalizarse.
Nadie le cree cuando dice al reportero de la revista Time que no aspira a una segunda reelección en el 2029. Tal vez no sería usted, pero entonces alguien de su clan, que desde el poder presidencial protegerá los intereses económicos de la familia Bukele. No es solamente por las posibles consecuencias penales que usted no puede entregar el poder, pensando en lo que pasó a JO Hernández o Noriega, principalmente es porque un imperio económico construido desde el poder político necesita tiempo para hacerse intocable.
Lo bueno de todo esto -sobre todo de la capacidad de la prensa de revelarlo- es que a partir de ahora su discurso contra los mismos de siempre y su corrupción, que ha sido tan central para su ascenso al poder, ya no le funcionará. Ahora es uno de los mismos. Ejercer el poder para volverse oligarca es la máxima expresión de corrupción. Ahora, cuando en El Salvador se habla de corrupción, ya no se piensa en el pasado, sino en el presente. Menos mal (para usted y su familia, no para el país), que usted ya tiene control total del aparato de investigación y justicia...
Siempre cuando lo veo a usted, me hace reír, porque me recuerdo de la fábula del emperador que desfila vestido de las mejores ropas, pero ante los ojos del pueblo está desnudo. La otra cosa que me hace sonreír, pensando en usted, es la certeza de que usted, por más riqueza que acumule, nunca las sabrá disfrutar relajada y felizmente. Todos pudimos ver en el video, que usted mismo difundió, que si pensaba que ahora puede relacionarse con un tipo como Elon Musk de tú a tú, estaba equivocado. Elon le vio a los ojos, usted se agachó.
Saludos,
Paolo Lüers