Cuando alguien me dijo “¿Ya viste esta nueva serie mexicana en Netflix sobre personas trans?”, le contesté que no la había visto y que no la veré. No me interesa. Pero, de repente vi en Netflix el anuncio de la serie -se llama “El Secreto del Río”- y me di cuenta que fue creada y escrita por alguien llamado Alberto Barrera, y que se desarrolla en Oaxaca. Revisé y realmente, el que escribió esta serie es mi amigo Alberto Barrera Tyszka – y me acordé que me estuvo hablando de una producción en Oaxaca.
A Alberto lo conocí en un café en Chacao, colonia de Caracas, cuando por primera vez viajé a Venezuela como corresponsal para escribir sobre Hugo Chávez y su revolución bolivariana. Hernán Vera, mi compañero Maravilla en la guerra civil, me había dicho: Tienes que hablar con Alberto, es el que mejor entiende el chavismo, pero antes tienes que conseguirte su libro, que se llama “Hugo Chávez sin Uniforme”. Leí el libro en el avión y cuando aterricé, quería conocer al tipo que lo escribió. Platicamos por horas, me orientó con quiénes tenía que platicar, a quiénes entrevistar, a quiénes desconfiar y qué barrios visitar. Y hablamos largo sobre nuestro amigo común, Hernán.
Entonces, por supuesto me puse a ver inmediatamente la serie “El Secreto del Río”. Tenía una gran curiosidad de explorar porqué este escritor y guionista de historias políticas había decidido hacer una serie sobre travestis. Les digo de antemano: No lo hizo. Alberto escribió una seria increíblemente tierna sobre la amistad entre dos muchachos, que crecen en una pueblo oaxaqueño. Una amistad que sobrevive desafíos fuertes, que entra en crisis y siempre termina consolidada. Un desafío es un acto de violencia que viven juntos los dos niños y que se convierte en el secreto de su vida. (No lo voy a revelar aquí.) El otro desafío es que ambos sienten que son diferentes. Esto los confunde, pero también termina uniéndolos más. Uno de los dos se hace amigo de los muxes del pueblo. Los muxes, aprende el niño y aprendemos en la serie, son personas nacidas como hombres que no quieren asumir el rol de hombres, pero tampoco el de mujeres. No son travestis. No se transforman en mujeres. Siguen siendo lo que son: “Somos muxes”, dicen al niño. Los muxes son parte de la cultura de Oaxaca, sobre todo en el istmo de Tehuantepec, donde está situada la serie.
Los muxes que el niño, Manuel, conoce son personas abiertas y gentiles. No son víctimas. Tienen fuerza y orgullo. Hay quienes los rechazan, incluso persiguen, pero en general son, desde hace siglos, parte aceptada de la comunidad. La serie no enfoca en diferencias sexuales, lo de los muxes no es un genero sexual, es una forma diferente de vida. A los dos niños, tanto a Manuel como su amigo Erik, les cuesta entender las diferencias entre ellos. Sobre todo a Erik, cuyo padre rechaza a los muxes y sospecha de la manera de ser de Manuel. Pero también le cuesta a Manuel, a quien causa angustia no entender hasta qué punto es diferente a los otros niños.
Cuando los dos se vuelven a encontrar como adultos, Manuel es muxe y a su amigo de infancia le cuesta aceptarlo. Pero los lazos de amistad son más fuertes. El lazo más fuerte que les une es el secreto que han guardado. Pero cuando el secreto se revela luego de 20 años del miedo que les ha producido, las diferencias entre hombre y muxe dejan de ser importantes. Ganó la amistad.
Alberto Barrera y los directores con los cuales produjo la serie trataron este tema de la forma diferente de vivir de los muxes no con delicadeza, no con guantes de seda, como se acostumbre tocar la problemática de los géneros no binarios. Lo tratan simplemente con normalidad y cariño. De otra manera, la historia les hubiera salido cursi o panfletaria, o incluso llorona, como tantas obras literarias y cinematográficas sobre el tema.
Cuando termina, uno ha visto una historia de amistad, no una historia sobre la comunidad LGBTIQ+. De hecho, la sexualidad no existe en esta narrativa, solo la amistad.
Recomiendo fuertemente ver la serie “El Secreto del Río”, en Netflix. Es además muy bien producida, con excelentes actuaciones de un elenco mixto de artistas profesionales y no profesionales; con un impresionante manejo de cámaras y luces.
Y carajo, ¡qué manera de Alberto Barrera Tyszka de contar una historia!
Disfrútenla, saludos, Paolo Luers