Estimados amigos:
En mi carta publicada el 1 de octubre, hablé del lamentable hecho que el gobierno está ejecutando la “revitalización” del Centro Histórico de nuestra capital de una manera que “ya no caben los pobres –ni como comerciantes, ni como clientes.” Hoy tengo que agregar: Tampoco cabrán los niños.
En un reportaje publicado en El Diario de Hoy, escrito e ilustrado por nuestra excelente fotorreportera urbana Lissette Monterrosa, se informa que esta “revitalización destructiva” abarcará -mejor dicho: demolerá- la cuadra entera alrededor del Cine Libertad. El gobierno no solo reconstruirá el cine, sino otra vez construirá todo un nuevo complejo de diversiones, igual que la biblioteca china en la vecina Plaza Barrios. Y otra vez se construirá, en la cuadra demolida, una plaza nueva, igual que hicieron detrás del Palacio Nacional.
Hay un pequeño problema: Existe en esta cuadra el Centro Escolar República de Argentina. Las autoridades ya decretaron que esta escuela cierra sus puertas a finales de octubre. Cierre definitivo. Luego la demolición de las aulas. No hay proyecto de traslado de la escuela. Los padres de familia tendrán que ver adónde matriculen a sus hijos. La nueva Autoridad del Centro Histórico, a la cual la Asamblea cian ha dado la autoridad de expropiar y demoler lo que estorbe sus planes del Nuevo Centro Histórico, no se encarga de construir escuelas, sólo se encarga de ejecutar proyectos que fomenten el turismo y la inversión privada en el Centro. Esta oficina manda a cerrar y demoler escuelas, pero no a construir nuevas. Nadie incluye en la planificación urbana nuevas y modernas escuelas. El viejo sueño de los urbanistas de verdad que el centro histórico renaciera con nuevos campus universitarios, con escuelas, con centros de formación profesional, llenándose con juventud, ya murió. Se llenará con turistas y el tipo de negocios que requiere el turismo. El Centro renacerá transformado en un parque de diversiones.
Así que 150 alumnos y 9 profesores quedarán en el aire. No le interesa al gobierno o al alcalde el drama que esto significa para los niños y sus familias, que bien describe Lissette en su crónica urbana. Igual que todos los pobres de la ciudad, residentes, comerciantes y clientes, tampoco los niños de familias pobres caben en el mundo de diversiones que el gobierno quiere impulsar en lo que era el corazón vivo, pulsante, sufrido y alegre de la capital.
Habrá una zona turística, elegante, segura y bien iluminada, que abarcará unas cuantas cuadras, construida y desarrollada con fondos públicos para luego las puedan explotar los cheros de la mara cian. Será rodeada por un cordón de miseria, donde seguirán viviendo, comerciando, trabajando en sus talleres y luchando por sobrevivir los pobres. El apartheid al estilo de esta Nueva República...
El próximo paso será eliminar del centro los mercados, que atraen a un gran flujo de compradores, todos de barrios pobres, porque los demás hacen sus compras en los elegantes centros comerciales y supermercados. Quedarán, para completar la oferta turística, algunos mercados de artesanía, algún mercado de comidas típicas, otro de antigüedades y de figuras arqueológicas fake. Tal vez un exótico mercado de pulgas...
Este parece ser el futuro del centro de nuestra capital. Un centro sin alma. Un centro dividido entre elegancia y miseria. Lo que no entiendo es el silencio de casi todos nuestros urbanistas, arquitectos, sociólogos, historiadores y antropólogos. Sería su deber hablar de los peligros que la “revitalización” de la ciudad significa para su tejido social y cultural. Deberían presentar soluciones alternativas. Pero bueno, lastimosamente en todo el país prevalece el silencio, debido a una mezcla fatal de miedo y resignación...
Como siempre dice una de las excepciones, el historiador Carlos Cañas Dinarte: #Vosvotasteporestopajarito y #VosNoTeQuejésPajarito, para no decir: #Pensarduele.
Saludos, Paolo Luers