Los gringos tienen un dicho que va así: What you see is what you get – Lo que ves es lo que vas a obtener. Lo que te ofrecen está a la vista. Lo puedes rechazar o lo puedes tomar. Pero luego no puedes decir que no sabías qué ibas a obtener.
Se recuerdan de la canción de Tina Turner: “What you get is what you see?”
Ella tenía una respuesta clara: “Si esto que veo es lo que me vas a dar, no quiero tu tipo de amor.”
38 años más tarde, el pueblo de Estados Unidos dijo lo contrario a Donald Trump: Vemos quien eres y qué ofreces. Es lo que queremos.
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Una versión de Trump mucho más radical, más errática, más misógina, más racista, más amenazante, más violenta que el Trump del 2016 ahora triunfó con más contundencia, más votos populares, más estados ganados que en el año 2016.
El columnista Carlos Lozada escribe hoy en el New York Times: “Conozco el tipo de persona que es Donald Trump, nos recordó Harris, comparándolo con los estafadores y depredadores a los que había enfrentado como fiscal en California. Incluso instó a los votantes a ver los mítines de Trump —para presenciar sus momentos en los que cruzaba límites y rompía normas— como si hacerlo fuera a inmunizar al electorado contra él. No funcionó. Estados Unidos también conocía a su tipo, y le gustaba."
Su editorial se llama “Dejen de pretender que Trump no es lo que los estadounidenses somos”. Y esta es la verdad que luego del 5 de noviembre ya no se puede negar.
No hubo fraude de etiqueta
Kamala Harris dijo: “You have the choice. Tú puedes elegir”. Pero, resume Lozada: “La decisión se tomó con pleno conocimiento de quién es Trump, de cómo ejerce el poder, y cuáles son sus planes.” You got exactly what you saw. No hubo fraude de etiqueta…
Los gringos tienen otro dicho: “Be careful what you wish for. Cuidado con lo que deseas.” La mayoría de los estadounidenses -en gran parte del país la abrumadora mayoría- tenía deseos que Trump sólo tuvo que asumir, articular y ofrecer: un gobierno autoritario sin que el Congreso le ponga límites; echar a millones de inmigrantes; regalar Ucrania a Putin; una guerra comercial contra China, Europa y México; un Departamento de Justicia a las órdenes de un presidente que declaró a la mitad del país enemigos del pueblo, incluyendo a la prensa.
Nadie puede decir que no sabía. Hasta se hizo público el plan detallado de cómo pervertir el orden democrático, elaborado por la Fundación Heritage, con todos los detalles.
Si seguimos pensando que Trump es un lamentable accidente de la historia, tenemos que repensar todas nuestras verdades. Lo primero que hay que hacer es reconocer que Trump, por más grotesco que nos parezca, es hoy la más fiel expresión de Estados Unidos.
Ahora vemos también que el ‘fenómeno Bukele’ es el ‘fenómeno El Salvador’
Y ya que estamos tragándonos este trapo, de una vez aceptemos que tampoco Nayib Bukele es un accidente de nuestra historia. Es, hoy en día, exactamente lo que la gran mayoría del pueblo salvadoreño desea. Todo el mundo tuvo oportunidad de ver, entre el 2019 y el 2021, qué tipo de hombre es Bukele, cuáles son sus intenciones y sus métodos. Y con una mayoría mucho más contundente que en el 2019, el pueblo le dio en 2021 el control absoluto de la Asamblea, dejándole abierto el camino para destruir la independencia de la justicia, con todo y Fiscalía y Sala de lo Constitucional. Y en el 2024, luego de ver diariamente el carácter violento, cínico y corrupto del poder ejercido por Bukele, el pueblo lo reeligió, sabiendo que era inconstitucional, con un mandato contundente que se traduce así: “Haga lo que le plazca, presidente.”
Este es el mismo tipo de mandato que hoy recibió Donald Trump. Ya nadie puede decir que es por que en Estados Unidos no vale, para la elección presidencial, el voto popular, y que la culpa tiene el obsoleto sistema de los delegados por cada estado que eligen el presidente. Paja. Trump ahora ganó el voto popular con casi 5 millones de votos– ¡en 2014 Trump lo perdió por 7 millones de votos!
Esto ilustra que Estados Unidos ha cambiado, y para peor. Veamos: Dos mujeres compitieron contra Trump, ambas más calificadas que él, y ambas perdieron. No sólo esto: la segunda vez, contra Kamala Harris, Trump ganó con más contundencia. El único que le ganó, en 2020, fue un señor blanco de 74 años. En el país que reeligió a Trump, no cabe una mujer en la presidencia. Todavía no. Mucho menos una mujer que no sea blanca.
Las verdades innegables
Pero es peor. Ya no podemos decir que la culpa la tienen los blancos con su racismo. Donde más votos perdió Harris, en comparación con Biden en 2020, fue entre hombres latinos. La mayoría de ellos votó por Trump, a pesar de todo, sabiendo que es racista, sabiendo que amenaza a los migrantes latinos. Hay que entender: No es a pesar de todo esto, es precisamente por esto que ganó, incluso entre la población latina. Los latinos no son inmunes al racismo. Los negros no son inmunes a la discriminación de los migrantes. Las mujeres, aunque mayoritariamente votaron, en varios referéndums estatales, por la legalización del aborto, no dieron la misma porción de votos a Kamala Harris, que había hecho del aborto el centro de su campaña. Las mujeres tampoco son inmunes al racismo y al autoritarismo. Tampoco los jóvenes.
La verdad más difícil de aceptar es: El problema no es Trump, tampoco Bukele. El problema es la gente. Los populistas sólo son reflejo de la gente.
Son verdades que cuesta aceptar. Tragármelas me causa dolor de estómago, hasta vómito. Pero la negación sería el peor error que podemos cometer los que insistimos en oponernos al autoritarismo yal racismo.
La vida sigue, con o sin Trump y Bukele. También la historia. Ojala también la lucha.
Saludos, Paolo Luers