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Carta a los lectores: ¿Cómo escoger batallas que valen la pena?

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Por Paolo Luers
Periodista
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Hay que aprender escoger las batallas que valen la pena. Recientemente unos amigos, a quienes consulté sobre una de mis cartas antes de publicarla, me recordaron de esta necesidad de saber escoger las batallas. Bueno, yo hago esto desde que, hace 20 años, comencé mi carrera como columnista político. Antes de escribir mi primera columna en El Faro, en el 2004, me hice las preguntas ineludibles: ¿Con quiénes vale la pena armar una batalla? ¿Con quiénes es necesario? ¿Con quiénes sería un capricho?

Escogí mi primera batalla: con Mauricio Funes, mucho antes de su transformación de periodista en político. Inauguré mi Columna Transversal en El Faro con dos polémicas con Funes sobre su manejo manipulativo de las encuestas. Resultó un pleito que duraría años – todos los años de su ascenso al poder hasta su caída. Me valió la amenaza del presidente electo Funes de expulsarme del país, aplicando a un periodista la prohibición para extranjeros de meterse en política nacional. No sabía Funes que para la fecha de su toma de poder yo ya era ciudadano salvadoreño.

Escribiendo en El Faro, armé una batalla que me metió en un enfrentamiento público con el director del medio y terminó con mi salida de El Faro. ¿Fue una batalla que valió la pena? ¿Fue necesaria? No sabré decir si era necesaria para el periodismo o para el país. Lo dudo. Pero fue necesaria para mi identidad como periodista. Pagué un alto costo, porque creía en el proyecto del Faro…

Cuando Fabricio Altamirano me invitó a continuar mi Columna Transversal en El Diario de Hoy, me vi ante una pregunta difícil: ¿Cómo marcar mi territorio como columnista independiente, crítico y de izquierda en un medio conservador? Escogí a Tony Saca. Mis columnas críticas sobre él me valieron una invitación del presidente para decirnos en la cara todo lo que había que decir. Lo hicimos con una botella de Whisky en su finca en los Planes, luego de que mandara a sus lugartenientes a dejarnos solos.

Cuando inicié mis cartas, una de ellas, una crítica fuerte al FMLN, no le gustó a Schafik. Apareció en La Ventana para preguntarme: “¿Qué diablos te pasa, muchacho?” Terminamos teniendo una noche amena con copas y seguimos siendo amigos. ¿Era necesario criticar a mis ex compañeros? ¿Valió la pena? Me arrepiento de no haberlo hecho con más rigor y persistencia. Me hubiera sentido un fraude al no hacerlo.

Aún hoy en día no tengo una receta infalible para escoger mis batallas. Me sigo haciendo las mismas preguntas: ¿Vale la pena tocar este tema o esta persona? En última instancia, sigo mi intuición, con el riesgo de equivocarme. Y me equivoqué. A algunas personas me tocó pedirles disculpa por críticas que no tenían razón. Varias de ellas se convirtieron en amigos.

Hace una semana escribí una carta a un personaje despreciable de estos que para quedar bien con el poder de turno tiran excremento a quiénes identifican como opositores. Fue una carta sarcástica - y tengo que confesar que me divertí al redactarla. Pero me quedó la duda de siempre: ¿Vale la pena esta batalla? Consulté con dos amigos, y ambos me dijeron: No vale la pena. Es un personaje mediocre, nadie le hace caso. Y me dieron este consejo: Escoge mejor tus batallas, Paolo. Uno me dijo: Quien se mete a pelear con cerdos, termina salpicado de mierda… Tenían razón. Retiré la carta. Pero otra vez me quedó una duda de estas que te molesta, a pesar de todos los argumentos racionales: ¿Al no publicar esta carta, habré roto con mi regla de oro que nadie está encima de la ley y nadie está encima de la crítica? ¿Fue autocensura mi decisión de no publicar la carta?

Fue autocensura. La triste realidad es que sin autocensura no se puede ejercer el periodismo en este país, bajo este régimen. Cualquiera te puede demandar y ya no hay justicia independiente que proteja al periodista y a su medio. Pregunten a Héctor Silva. Por esto es tan importante saber escoger las batallas. No vale la pena meterse con personajes como los Araujo, los Sanabria, los Vaquiz. A ellos se puede tirar en flechazo en Twitter – y olvidarse de ellos.

Pero otra cosa es con los que realmente ostentan el poder. Batallar con ellos es necesario. Exhibirlos como el emperador que resulta desnudo y hacer que la gente se ría de ellos – vale la pena. Es necesario. Prometo que en estos casos no habrá autocensura. Prudencia sí, pero autocensura, no. Evadir el enfrentamiento con ellos y sus políticas tóxicas sería la muerte del periodismo.

Esto es un compromiso, estimados lectores. Nada mejor que un buen pleito.

Saludos, Paolo Luers

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