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En vez de carta, un cuento: Nayib en el Oval Office de Trump

“Usted no me va a hablar de lo correcto y lo justo, señor Bukele. Su país nos ha mandado cientos de miles de gentes, muchos de ellos basuras, pandilleros y otros delincuentes, y los vamos a deportar a todos, le guste o no le guste”.

Por Paolo Luers
Periodista
Escúchela en la voz de su autor

14 de abril 2025. Washington DC. Casa Blanca. Nayib Bukele está sentado en una sala cerca del Oval Office, esperando que lo reciba el presidente Trump. Ya tiene media hora sentado ahí y comienza a ponerse nervioso. Le hace compañía Marco Rubio. “No te preocupés, Nayib”, le dice, viendo lo inquieto que está Bukele, “siempre hace esperar a sus invitados, alguien le dijo que así lo hacen los grandes líderes. No lo tomes personal...”.

“Vaya, aprovechemos el tiempo, Marco. ¿Crees que le puedo pedir un trato especial para la comunidad salvadoreña, por ejemplo, que mantenga el TPS? Para mí sería un gran apoyo, porque mucho me están criticado por recibir a los criminales en el CECOT. Algo me deben ustedes...”.

Rubio lo interrumpe: “No se te vaya ocurrir decirle al presidente que te debe algo. Se va a enojar. Déjeme a mí sacar el tema del TPS”.

Les avisan que el presidente está listo para recibir al invitado. Caminan al Oval Office.

“Welcome, my friend!”, grita Trump cuando ve a Bukele. Se levanta de su escritorio, en el cual no hay ni una sola hoja de papel, y le da la mano. “Nice outfit, ¿adónde lo encontraste? ¿En el mercado de pulgas en Georgetown?”.

“No, Mr. President...”

“Just kidding. Zelenski vino aquí en una camiseta fea y lo tomó realmente mal cuando le pregunté si no tenía un traje. Tamaña crisis internacional se me hizo por esto. El día siguiente Elon vino a verme y adivine lo que vistió: un traje. Primera vez que lo vi en traje. ¿Sabes qué? A mí me vale lo que la gente viste. I like your outfit, looks like Napoleon rebourn…”.

Los camarógrafos graban esta conversación, lo que pone más nervioso a Bukele. ‘¿Cómo diablos voy a contestar a esto?’, se pregunta.

No tiene que contestar nada, porque ya lo sientan en aquella silla caliente, la misma donde tostaron a Zelenski. Trump se sienta en la otra y se hacen las fotos oficiales. Sonriendo los dos, Trump como payaso, como siempre; Bukele, como si hubiera mordido un limón...

La prensa se va y Trump dice: “Nayib, mi amigo, primero déjeme decirle que gracias por lo que está haciendo por nosotros. Estupenda cárcel que tienen ahí y maravillosos videos que me mandaron. Tremendo honor tenerte como amigo... ¿Hay algo que puedo hacer por ti?”.

Bukele mira a Rubio, que está sentado en un costado, haciéndose el maje. “Bueno, primero decirle que para mí es un enorme honor poder colaborar con su política migratoria. Si necesita deshacerse de más criminales, de la nacionalidad que sean, con gusto los recibimos en el CECOT. Sabemos cómo atenderlos. Nos critican fuertemente e inventan que esto es ilegal, pero ya sabemos quiénes son: mentes desfasadas en los medios corruptos y mentirosos...”.

“Está bien, está bien, solo dime una cosa: A este señor que dicen que mandamos a El Salvador por equivocación y quieren que lo traigamos de regreso, ¿qué va a hacer con él?”.

“Lo que usted diga, presidente”.

“Yo digo que usted decida. Yo no le puedo obligar a nada. Si usted decide que el hombre quede en El Salvador, así será”.

“Así será, presidente, pero quiero tocar otro tema...”.

“¿Qué es lo que me va a pedir? Nadie viene a esta oficina sin una lista para Santa Claus...”

Otra mirada a Rubio, quien está revisando detenidamente si las uñas de sus dedos están limpias. (‘Este hijo de su madre no va a abrir la boca --piensa Bukele--, siempre me pareció un cobarde...’).

Contesta Bukele: “Bueno, presidente, nosotros estamos preocupados por lo que va a pasar con la comunidad salvadoreña en Estados Unidos. Mi gente está preocupada. Yo les explico que usted va a hacer lo correcto, lo justo, pero mi gente quiere saber qué va pasar con el TPS de los salvadoreños...”.

“Usted no me va a hablar de lo correcto y lo justo, señor Bukele. Su país nos ha mandado cientos de miles de gentes, muchos de ellos basuras, pandilleros y otros delincuentes, y los vamos a deportar a todos, le guste o no le guste”.

“Pero, presidente...”

“No me interrumpa. Ya no habrá TPS para nadie, esto fue un invento de los demócratas y se acabó. No me pida privilegios para su país. El secretario Rubio le va a explicar los detalles, cuando hayamos tomado nuestras decisiones. Ahora vamos a la conferencia de prensa y le pido que hablemos de nuestro acuerdo sobre los criminales que ustedes van a seguir recibiendo, y ni una palabra sobre el TPS y otras pendejadas. ¡Vámonos!”.

Se van a la sala de prensa. Trump, pura cordialidad. “Ellos tienen un maravilloso trabajo con las pandillas. Great job, my friend…”.

Bukele, nervioso, agradece la oportunidad de colaborar con su amigo Donald Trump (Risas. Handshakes).

Cuando sale junto a Rubio, Bukele le dice: “F..k you, Marco”.

Como todavía hay cámaras rodando, Rubio muestra su famosa sonrisa de Florida, abraza a Bukele y dice hacia las cámaras: “Thanks, my friend”.

 Saludos,

Paolo Lüers

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