Estimado doctor:
No tuve el honor de conocerlo en persona, pero todos los abogados serios que conozco se refieren a usted como el maestro entre los constitucionalistas y el celoso padre del debido proceso, sin el cual no hay justicia. Duele ver que, a la hora de su muerte, la justicia está en su peor momento en nuestro país. El gobierno se burla de la Constitución y el ciudadano no tiene garantía de un debido proceso. Es cuando más se necesitarían letrados como usted. Esperemos que sus alumnos, que son muchos y los mejores en la noble profesión de la abogacía, se despierten y sepan honrar el legado de su maestro, defendiendo el Estado de Derecho. Si no, que alguien apague la luz en los tribunales...
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En El Salvador, con tal que un policía, un soldado, un fiscal o incluso un vil soplón diga que eres pandillero, te vas al bote. El régimen de excepción elimina el control judicial sobre tu caso. No tienes derecho a consultar con tu abogado. No hay juez que examine las pruebas con las cuales te acusan. Puedes pasar dos años en una cárcel sin que tengas tu juicio. Puedes haber sufrido torturas y enfermedades no atendidas. Puedes haber muerto antes de que veas la cara de un juez.
Conclusión: el gobierno ha logrado eliminar el control judicial y puede disponer a su gusto de quienes considera delincuentes, terroristas o simplemente adversarios. Esto se llama dictadura.
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En Estados Unidos, con tal que un agente de ICE diga que alguien es un delincuente vinculado a una pandilla como el Tren de Aragua o la MS, va al bote y antes de ver a un juez que examine las pruebas está sentado en un avión para El Salvador y termina en el CECOT, sujeto a un régimen contra terroristas. Cortesía de un decreto presidencial que permite evadir el control judicial, y a un pacto de caballeros entre Nayib Bukele y Donald Trump...
Así que no estamos solos en esta situación crítica. El caso de los vuelos de deportados de Estados Unidos a El Salvador ha mostrado que Estados Unidos va en la misma dirección que nuestro país. Ahí no es un régimen de excepción que permite al gobierno eliminar el control judicial, es una oscura ley del año 1798 llamada “Alien Enemies Act” (Ley de Enemigos Extranjeros), que el presidente Trump invocó para poder efectuar deportaciones sin que un juez lo autorice. Deja al migrante sin recurso legal. Los letrados de ley, jueces y analistas en los grandes periódicos en Estados Unidos lo llaman una “crisis constitucional”, en la cual ven en juego la existencia de un principio del Estado de Derecho: la garantía de cada persona a un debido proceso. Más allá de esta frontera comienza la tiranía...
El New York Times, en un artículo titulado “Desafío y amenazas en el caso de deportación reavivan el miedo a una crisis constitucional”, escribe lo siguiente: “Los estudiosos del Derecho dicen que la nación ha alcanzado un punto de inflexión y que la verdadera pregunta no es si hay una crisis, sino cuánto daño causará”.
Se refieren al hecho que el gobierno se negó a acatar la orden de un juez federal de suspender los vuelos con los venezolanos y salvadoreños a El Salvador hasta que el tribunal decida si la invocación del “Alien Enemies Act”, concebido para situaciones de guerra, es válida para deportar sin intervención de jueces, a migrantes, incluso a migrantes acusados pero no enjuiciados por delitos.
El gobierno Trump no quiere aceptar que un juez federal tenga la autoridad para suspender una acción respaldada por un decreto ejecutivo presidencial. Tampoco quiere aceptar que el gobierno, antes de efectuar una deportación, tiene que conseguir una orden judicial. Esto está en juego ahora en las cortes federales y seguramente va a llegar a la Corte Suprema, cuyo presidente John Roberts ya condenó públicamente que el presidente Trump haya exigido remover de su cargo al juez que ordenó suspender las deportaciones.
Es un conflicto entre el poder ejecutivo y el poder judicial, que en El Salvador ya está resuelto a favor del gobierno. No será tan fácil que Trump logre eliminar el control judicial sobre sus acciones, como lo ha logrado Bukele, porque en El Salvador el poder judicial se rindió sin haber peleado en defensa de su rol de garante del Estado de Derecho.
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Escribo estas líneas como un homenaje a usted, Dr. José Albino Tinetti. Espero haber entendido sus enseñanzas, aunque no soy estudioso del Derecho. Una de las enseñanzas es que el Derecho tiene que corresponder a la razón común, accesible a todos. Usted hizo lo suyo, construyendo el Estado de Derecho en El Salvador. Defenderlo -más bien reconstruirlo- nos tocará a nosotros.
Que descanse en paz…
Paolo Lüers