Presidentes:
Es un espectáculo vergonzoso como ustedes se comportan ante la imposición del nuevo imperialismo tipo Trump. Uno, Nayib Bukele, actúa como el chucho que se pone patas arriba antes de que su amo se enoje. La rendición preventiva. “Si me quiere mandar a los deportados, que en sus países se niegan a recibir, mándemelos a mí, aunque sean delincuentes. Soy el mejor carcelero del mundo y no me cuesta convertirme en su carcelero. He derrotado la Mara Salvatrucha y la 18, déjeme a mi lidiar con el tal Tren de Aragua venezolano”.
El otro, Gustavo Petro, es el chucho que ladra envalentonado, pero mete la cola cuando su amo levanta la mano. Qué vergüenza ajena leer el gran rollo anti yanqui que publicaste en la tarde del lunes, sabiendo que a estas horas tu canciller ya estaba negociando con la gente de Trump las condiciones de rendición de Colombia. Sólo que no hubo condiciones, fue incondicional. En un solo día transitaron de: “No vamos a recibir a los deportados colombianos en vuelos militares y en condiciones indignas” a “Mándenos a los deportados como quieran, los vamos a recibir...”.
Al fin ambos chuchos enrollaron la cola y se pusieron patas arriba, uno preventivamente, sintiendo que comportándose bien podría hacer un deal con Trump – aunque era claro que ahí no es cuestión de negociar, sino simplemente de obedecer. El otro, diciendo a Trump: “Si conoce a alguien terco, ese soy yo... Puedes dar un golpe de Estado... Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo... ¡No nos dominarás nunca!”. Tono original Gustavo Petro. Cualquiera que tenga el estómago para digerirlo puede leer la carta entera a Trump en Twitter/X. Repito, un rollo escrito y tirado al mundo cuando ya había enrollado la cola...
No sé cuál de ustedes dos actuó de manera más vergonzosa. Uno de izquierda retórica, el otro de discurso neoderecha al estilo Trump y Musk. A ninguno de ustedes se le ocurrió buscar, antes de hacer un deal (Bukele) y antes de abrir boca (Petro), una alianza entre todos los países amenazados por la política de deportación masiva de Trump, para negociar en bloque con Washington.
Al final, Bukele se quedó como un vendepatria, dispuesto a cualquier deal con Trump, en la ilusión que a él lo va a tratar como amigo, o por lo menos como aliado útil. Pero Trump no tiene amigos y no busca aliados, busca obediencia.
Dejemos que hable solo Petro -cosa que más le gusta- y veamos qué significa la rendición preventiva de Bukele para nuestro país.
Obviamente jamás vamos a conocer los términos del deal migratorio con Trump. Pasará a la pila de documentos declarados información reservada, igual que los estudios de factibilidad minera y los acuerdos con consorcios internacionales de minería.
Usted, Nayib Bukele, ya se ha convertido en el carcelero por excelencia. Ningún país del mundo tiene un porcentaje tan alto de su población privado de libertad. Los deportados originarios de otros países que Trump le va a mandar, los despachará con etiqueta de delincuente. Algunos habrán cometido delitos más allá de su estadía ‘ilegal’ en Estados Unidos, otros no. Sus autoridades de seguridad van a tratar a la gran mayoría como delincuentes -y encarcelarlos. De todos modos, sus países de origen, que no los recibieron de la mando de Trump, tampoco los recibirán de la suya.
Entonces, unos van a las cárceles, tengan condenas o no. Esto de todos modos ya es común en El Salvador. Y los otros, ¿qué hará con ellos? ¿Los va a integrar en la sociedad salvadoreña? No me jodan, su gobierno no puede (y tampoco quiere) integrar a los pobres de su propio país, mucho menos a los familiares de los 100 mil presos. Entonces, ¿los va a tener en campos de concentración, con condiciones inhumanas, alimentación mínima y sin atención médica y acceso a trabajo?
¿Y si Trump no cumple? Puede haber prometido que, si usted recibe a los inmigrantes que él no tiene dónde mandarlos, repensaría el plan de deportación masiva de salvadoreños. ¿Usted tiene esto en escrito? ¿Realmente confía en la palabra de Donald Trump? Puede repensarlo y llegar a la decisión de deportarlos de todos modos. ¿Y qué?
Entonces, ¿qué haría si de repente El Salvador se llena también de compatriotas deportados?
No sé si tiene idea en qué convertiría esto a nuestro país. No creo que le interesa.
Dejo esta pregunta en el aire...
Saludos,
Paolo Lüers