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Carta navideña. El regalo: medicina amarga

Dedico esta carta a los valientes hombres y mujeres que mantienen funcionando nuestros hospitales, a pesar de todo. A pesar de la falta de insumos médicos. A pesar de la falta de especialistas. A pesar de su cansancio. A pesar de los despidos. A pesar de que los tratan con desprecio, con insultos. Lo hacen, porque no trabajan para el gobierno, trabajan para la gente, para los enfermos que de ellos dependen.

Por Paolo Luers
Periodista
Escúchala en la voz de su autor

Estimados amigos que laboran en los hospitales:

¡Qué manera de celebrar las fiestas de Navidad! Despidos masivos de médicos, enfermeras y otros trabajadores de salud. Luego de los despidos en el Seguro Social, muchos de ellos relacionados con la participación de empleados en la marcha blanca, ahora les toca en los hospitales del Ministerio de Salud. Este lunes hubo los primeros 230 despidos. Se han anunciado más. Según el presupuesto para el 2025, el Ministerio de Salud tendrá que suspender más de 3 mil plazas. Otras plazas se perderían en el Seguro Social.

Conozco bien el Rosales. Acompañé por semanas a un tío de mi esposa en sus citas de emergencia y luego en su hospitalización. Vi a los médicos y las enfermeras trabajar interminables turnos, haciendo milagros sin los recursos adecuados. Me impacta la noticia de que en este hospital han suprimido 100 plazas. 100 almas menos que se preocupan día y noche de los pacientes. ¿Cómo va a funcionar este hospital con 100 plazas menos? Es inimaginable. Me trato de imaginar si entre los 100 están aquellas enfermeras curtidas y experimentadas, que han visto de todo, resuelto todo y que mantienen todo funcionando. Cualquiera que conoce el Rosales diría que necesita urgentemente más personal, no recortes.

Sacrifican a los hospitales, con sus trabajadores y con sus enfermos, en el altar de un “ajuste fiscal”, que exige el Fondo Monetario Internacional como condición para tirar al gobierno el salvavidas de 1,400 millones de dólares que tan urgentemente necesita. Pero, hay otras formas de ejercer austeridad en el gobierno: Se puede -y se debe- reducir el presupuesto exagerado que Casa Presidencial y los ministerios manejan para propaganda. Se puede -y se debe- reducir el presupuesto que más ha crecido, el de la Fuerza Armada. ¿Acaso esperamos una invasión de Honduras o Guatemala? Quienes han decidido recortar el presupuesto de Salud y de Educación, condenando a ambos rubros a sufrir recortes masivos de personal, ¿qué piensan, qué sienten, cómo duermen en la noche? ¿Cómo pueden seguir despilfarrando dinero para nuevas flotas de camionetas, nuevos helicópteros, nuevas armas, permanentes campañas publicitaras, viajes de turismo político, pagos a un ejército de asesores venezolanos, y espectáculos para las masas, cuando cada dólar que en esto gastan, lo quitan a la educación y a la salud de la población?

Dicen que al hombre que conduce el gobierno lo guía Dios. En su despacho todavía está colgado el retrato de Oscar Arnulfo Romero, el santo que predicaba que los pobres tenían prioridad sobre todo. Blasfemia. Dejan que los pobres, los enfermos y los trabajadores paguen la cuenta de su fiesta. Usan sus sacrificios para que les presten más dinero para mantener el show, con el cual tienen distraído, apantallado y dormido al pueblo. ¡Qué cinismo!

Dedico esta carta a los valientes hombres y mujeres que mantienen funcionando nuestros hospitales, a pesar de todo. A pesar de la falta de insumos médicos. A pesar de la falta de especialistas. A pesar de su cansancio. A pesar de los despidos. A pesar de que los tratan con desprecio, con insultos. Lo hacen, porque no trabajan para el gobierno, trabajan para la gente, para los enfermos que de ellos dependen.

Durante la pandemia, el gobierno los llamó héroes, ahora los trata con las patas. Pero para nosotros, los pacientes, ustedes siguen siendo héroes. Y ellos, los gobernantes y sus lacayos en la dirección del Seguro Social y el Ministerio de Salud, para nosotros son traidores y parásitos.

A todos ustedes les deseo, dentro de lo que quepa en este país, felices navidades y un año nuevo con más solidaridad y menos sumisión.

A mis lectores los voy a dejar en paz durante las vacaciones y fiestas, sin poner el dedo en las llagas. Hasta el 2 de enero 2025.

Saludos,

Paolo Lüers

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