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Carta a Nayib Bukele: La maldición del rey Midas y su oro

Usted promete oro para todos. Pero me temo que lo que vamos a recibir será agua pestilente para todos.

Por Paolo Luers
Periodista
Escúchala en la voz de su autor

Ciudadano Bukele:

La leyenda griega dice que Midas, el rey de Frigia, en Asia Menor, tenía un poder extraordinario: Todo lo que tocaba se convertía en oro. Pero también dice la leyenda que Midas terminó muriendo de hambre...

Esto suena parecido a lo que ayer me dijo un hombre, originario de Santa Rosa de Lima. De joven trabajó en las minas de oro de San Sebastián encima de la ciudad, pero luego de un gran pleito con los dueños de la mina, unos gringos, sobre la contaminación del agua, lo persiguió la Guardia y tuvo que ir a San Salvador. Lo llamé luego de que usted publicó en X que El Salvador debería explotar su riqueza de oro y suspender la “absurda prohibición de la minería metálica”.

“¿Qué pensás de esto que Nayib quiere volver a abrir las minas?”, le pregunté. Sin pensar, me contestó: “El oro que este maitro quiere explotar es una maldición”.

El pintor Antonio Bonilla lo puso de manera más drástica en su cuenta en Facebook: “Vamos a encontrar oro y comer mierda”. Disculpe su francés, pero el hombre es artista...

Mucho se habla de la minería de oro, unos de sus beneficios, otros de sus riesgos. Para unos sería la bendición, para otros la maldición - por los daños medioambientales y la contaminación de las aguas. No soy experto. Sé que muchos países han desarrollado técnicas seguras de explotar el oro en su suelo. Pero son países que tienen varios factores. que nosotros no tenemos: alta capacidad tecnológica; instituciones democráticas que funcionan; regulaciones muy estrictas que exigen a las empresas mineras hacer importantes inversiones para evitar contaminaciones. En estos países, el Estado tiene la capacidad de obligar a las empresas mineras a cumplir con las leyes y regulaciones.

Por tanto, sería una tontería ver a la minería metálica como un diablo y exigir que se prohíba en todo el mundo. Otra cosa es la prohibición en El Salvador que usted propone abolir. Esta ley de prohibición se hizo para un país, en el cual no hay instituciones que pueden garantizar que las empresas mineras inviertan grandes sumas para aplicar sistemas de prevención de accidentes y contaminaciones. Y si esto fue así en los gobiernos anteriores, hoy, en el suyo, es peor. Hoy todas las decisiones son centralizadas, se toman con criterios políticos de acumulación de poder y empresariales para acumular riqueza, no con criterios científicos o de protección al medio ambiente.

No hay ni cortes, ni fiscales, ni parlamento, ni instituciones autónomas que pueden cuestionar las decisiones que emanan del Ejecutivo. Mucho menos la ciudadanía, que tiene miedo y además ya no tiene acceso a la información pública.

Este es el peor escenario para la implementación de tecnologías, que en otros países, con instituciones democráticas, pueden funcionar sin riesgos, como la energía nuclear, con la cual usted también está coqueteando, o la minería de oro.

Además, este interés por el oro no viene del cielo. Sólo tiene sentido si usted ya tiene claro con quiénes se va a meter en este negocio. Así que, en esta primera ronda de la discusión, la gente le va a hacer un par de preguntas incómodas:

  • ¿Quiénes son los inversores que han comprado tierras en las zonas que tienen yacimientos de oro?
  • ¿Todavía Pacific Rim posee los terrenos que compró para su proyecto Mina Dorada en Cabañas que se suspendió con la ley que prohíbe la minería metálica?
  • ¿Con cuáles consorcios internacionales, que a nivel mundial manejan la minería de oro, usted tiene acuerdos -o preacuerdos- para que inviertan, una vez que la Asamblea, obediente que es, levante la prohibición?
  • ¿Acaso son los canadienses de Pacific Rim, que demandaron a El Salvador por $300 millones; o son los chinos o los turcos de aquel clan Yilderim al cual ya dieron el control de nuestros puertos?
  • ¿Cuáles inversores salvadoreños participarían de esta piñata?
  • ¿Su familia, luego de hacerse cafetaleros y terratenientes, ser hará minera?
  • ¿Cuánto están dispuestos los consorcios de invertir para ejecutar la minería en nuestro país con los estándares de seguridad de, por ejemplo, Canadá o Japón?
  • ¿Cómo va su gobierno garantizar y supervisar el cumplimiento de las promesas de una “minería verde”?
  • ¿Piensan a permitir la minería a cielo abierto, en la cual se remueven cerros enteros?
  • ¿Con qué tipo de ley de regulación de la minería piensan sustituir la actual ley?
  • ¿Qué poderes tendrán las instituciones de control?
  • Y la pregunta del millón: ¿Qué porción de la ganancia de este negocio quedaría al Estado?

Usted promete oro para todos. Pero me temo que lo que vamos a recibir será agua pestilente para todos.

Estamos pendientes de que aclare todos estos detallitos antes de crear hechos.

Saludos, Midas Bukele, de Paolo Lüers

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