Ciudadano presidente de la Asamblea, Ernesto Castro:
El desprecio de la Asamblea que usted dirige se hizo tan evidente que se volvió un problema para Nayib Bukele. Es por esto que él personalmente abrió el debate público sobre a la corrupción en la institución, poniendo en evidencia a sus propios diputados. Siempre tratando de controlar la narrativa...
Con su cadena nacional, el presidente le dio otra dimensión al desgaste que desde hace tiempo sufre la ba(yu)nda cian – y usted. Ya no son solo la oposición y la prensa que exigen transparencia sobre los fondos y las contrataciones en la Asamblea, sino hoy cualquier hijo de vecino los está criticando. Hasta los influencers y opinadores más fieles a su majestad los topan al poste públicamente. El presidente abrió la caja de Pandora, y todos los buitres les cayeron encima a ustedes, sin misericordia.
Sé que para ustedes es difícil de tragar, pero su máximo líder se desmarcó de ustedes, por una simple razón: quiere evitar que le salpique la porquería que tiene usted en su Asamblea. Si ustedes pensaron que apoyando tan ciegamente cualquier cosa que ordene el presidente se iban a ganar que los defienda y cuide, no han entendido nada de su juego del poder. Gente como los Bukele no tienen amigos, si no, pregunten a Alejandro Muyshondt. Pero esto ya sabe usted mismo, Ernesto ‘El Burro’ Castro. Ha sido su guachimán desde los tiempos de la discoteca Code, luego en las alcaldías de Nuevo Cuscatlán y San Salvador - y en Casa Presidencial, antes de que le diera el feudo en la Asamblea – ¡y ahora de repente es el chivo expiatorio!
Ustedes se excedieron, se volvieron demasiado soberbios y rapaces, auto sirviéndose en vez de esperar que generosamente les concedan sus bonificaciones. Entonces, se volvieron una carga -una potencial mancha- para el man en Capres y sin pensarlo dos veces los tira a los leones. Como en la antigua Roma: para que se divierta y distraiga el pueblo...
Para él fue ganancia fácil: Se erige como el redentor que no permite corrupción. El pueblo aplaude, porque sabe que es cierto lo que dicen sobre ustedes. Aman a un presidente que limpia su establo.
Pero como siempre en la vida, la ganancia fácil se desvalúa rápido. El pueblo aplaude, por le gusta verlos sufrir a los diputados arrogantes. Pero una vez que se abre la caja de Pandora, la gente quiere ir al fondo y va a pedir transparencia también a los ministros, a los secretarios y comisionados, a los fiscales y jueces – y ¿por qué no a Casa Presidencial? Es el momento de volver a tapar la cloaca y a volver a amarrar a los chuchos.
Por esto ahora comienzan a salir en las redes cada uno de sus diputados cian, publicando su planilla de empleados y los montos que les pagan. Pero es transparencia a medias, o sea, otra mentira. Mentira por omisión. Ahora resulta que nadie gasta más de $8,500 para sus asistentes, incluyendo influencers y modelos. Es exactamente la suma que el señor de Capres les autorizó. ¿Pero qué pasa con el resto, con los miles de dólares presupuestados para cada diputado, que no se desembolsan – en caso que sea cierto el topo de $8,500? ¿Los gasta la fracción? ¿Los pasan al partido? ¿Queda a discreción de usted?
Transparencia sería cuando todo el presupuesto de la Asamblea, con todos los detalles, sea publicado en su página Web – así como lo exige la ley.
Transparencia sería hacer públicos los requisitos que se exigen a cada empleado para contratarlo.
Transparencia sería publicar los perfiles profesionales y académicos de cada empleado de cada diputado y de la fracción.
Con esta mímica de seudo transparencia piensan cerrar la caja de Pandora. Por órdenes superiores se abrió y por órdenes de la misma autoridad suprema se trata de cerrar.
Sólo que no funciona así. El mal olor no se quita mientras no se limpie de fondo la cloaca. El tufo a despilfarro y corrupción les queda impregnado hasta en la piel. Además, en la memoria colectiva ustedes siguen siendo los diputados del presidente. Usted sigue siendo el guachimán de Bukele. Él los ha puesto donde están. Él los sigue necesitando. Ante la caída de control sobre lo que la gente opina en las redes sociales, ante el desgaste de su aparato de propaganda, hace lo que siempre hace: improvisar, tratar de tapar los problemas que no puede -o no quiere- resolver.
Por esto, no se preocupe, el patrón va a seguir necesitando a sus peones. Aguanten la tormenta y sigan jurándole lealtad absoluta. Despilfarren temporalmente un poco menos, hasta que la tormenta haya pasado.
Saludos,
Paolo Lüers