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Carta sobre Trump, Bukele y un congresista con los pantalones abajo

Los estrategas del damage control en Casa Presidencial no sabían –o no entendieron- que este tipo Matt Gaetz ya está al punto de caer en desgracia. En el Congreso lo están investigando por supuestamente haber pagado por sexo con una menor de edad.

Por Paolo Luers
Periodista

Hace dos años nos anunciaron que bajo el liderazgo del presidente Bukele iba a nacer en El Salvador una industria cinematográfica. Milena tu amiga trajo al país personajes que supuestamente eran poderosos y ricos en Hollywood y Silicon Valley. Prometieron que iban a invertir en producciones de cine made in El Salvador y en hoteles de lujo en las playas. Resulta que eran personajes de segunda o tercera categoría. Estaban fascinados de estar en un país donde los recibieron en Casa Presidencial y los llevaron en helicópteros por todo el territorio. Nunca se habían sentido tan importantes.

Obviamente, las tales inversiones millonarias nunca llegaron. Eran promesas fraudulentas, igual que Bitcoin City, solo que este último fue, más que una promesa, una amenaza.

Últimamente Milena se dedica a traer a otros personajes: figuras dudosas de la ultraderecha de Estados Unidos. Con ellos quieren preparar el terreno para convertir a Bukele en un aliado cercano de Trump, una vez que este regrese a la Casa Blanca. Trajeron a Donald Trump Jr. para posar con Bukele, pero no sabían que es, entre los hijos de Trump, el más pasmado que ni su papá le hace caso. Pero pensaron que con él, más con otro invitado especial, el congresista Matt Gaetz, Bukele ya tenía asegurado una silla en la mesa de los grandes y poderosos. Presentaron a Gaetz como una de las estrellas crecientes del nuevo orden trumpista.

Pero entonces, pasó algo que nunca se habían imaginado: En la convención del Partido Republicano, en el discurso de su coronación como candidato, Trump agarra a Nayib Bukele como piñata y lo destroza. Dice que toda la narrativa gloriosa de Bukele de haber construido el país más seguro del continente es mentira y lo acusa de haber mandado a Estados Unidos a los miles de pandilleros y narcos que tenía encarcelados.

Bukele no sabía cómo contestar este ataque inesperado. Llamaron a Milena y le ordenaron a traer inmediatamente un grupo de congresistas republicanos a El Salvador, encabezado por su nuevo chero, el congresista Matt Gaetz. Damage control, control de daños. Al solo llegar, Bukele recibe a Gaetz en su despacho. Surge un tuit emblemático, acompañando la foto de los dos: “Strong men meet” postea Gaetz, y Bukele lo reproduce en su perfil. Se reúnen los machos, van a resolver el malentendido de Trump...

El día siguiente llevan al congresista al CECOT. Y vemos que de las maravillas cinematográficas prometidas algo sí ha fructificado: Sale otra superproducción, que se suma a tantas que fueron producidas en el CECOT. Otro video de alto impacto, con cientos de tatuados y custodios armados como extras. La estrella: Matt Gaetz. Todo perfectamente puesta en escena, alto arte cinematográfico. Una obra que va a impactar a Trump y hacerlo recapacitar. Pero es una escena macabra, cínica, absurda: Un congresista gringo parado como gladiador enfrente de las rejas, detrás de los cuales cientos de caras tatuadas lo ven como si fuera marciano. Y el hombre hablándoles, en inglés, para convencerlos que el régimen de excepción y este campo de concentración donde están recluidos son maravillosos. “Ahora ya no pueden hacer daño a la gente”, les dice.

Pero los estrategas del damage control en Casa Presidencial no sabían –o no entendieron- que este tipo Matt Gaetz ya está al punto de caer en desgracia. En el Congreso lo están investigando por supuestamente haber pagado por sexo con una menor de edad.

Y como si esto fuero poco, este mismo día Trump aprovechó un segundo discurso público ante una multitud de seguidores y cámaras para repetir sus acusaciones a Bukele y su modelo de Seguridad.

En vez de controlar el daño, lo hicieron más grande. Buscaron al hombre equivocado para convencer a Trump de que Bukele es una maravilla y debería ser tratado como amigo y aliado.  Contrataron un mensajero que Trump, a esta altura, ya ni lo va a recibir. Demasiado problemas tiene él mismo con asuntos de prostitución para vincularse con un congresista acusado de pagar por sexo con menores.

Mala semana para el presidente-cafetalero. Para más joder, surge la posibilidad que tenga que enfrentar a una presidenta que tiene record de fiscal impecable y dura. Si Kamala Harris llega a la Casa Blanca, va a poner mucha atención a los casos penales federales contra cabecillas de la MS y el involucramiento del gobierno Bukele.

Se va a poner buena la cosa. Saludos...

Paolo Lüers

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