Estimados amigos:
Cada día que entro en Twitter (no me gusta su nuevo nombre X), me aparece el mensaje: “¡SER BADUEL NO ES UN DELITO!” Lo tuitea todos los días Andreina Baduel, hija del general Raúl Isaías Baduel, quien murió en octubre 2021, luego de un total de 10 años de encarcelamiento. Murió en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), el Helicoide, que los venezolanos llaman “La Tumba”. Andreina publica este tuit todos los días, porque la persecución de Maduro es contra toda la familia Baduel. Por eso dice ella: “Ser Baduel no es un delito”, y no sólo todos sus hermanos y familiares, sino cientos de venezolanos re tuitean este mensaje. Por eso se hizo tan viral.
En 2014, el hijo mayor del general, Raúl Emilio Baduel, fue detenido en una protesta. Fue condenado a 8 años y pasó 4 años en la cárcel.
El yerno del general, esposo de Andreina, Gerardo Carrero, también fue detenido en una manifestación en 2014 y pasó preso hasta el 2021.
Josnars Adolfo Baduel, el hijo menor del general, se encuentra encarcelado y durante largos meses incomunicado desde mayo 2020. Es acusado de conspiración, traición a la patria, tráfico ilícito de armas de guerra, terrorismo, intento de magnicidio.
Su hermano Raúl Iván Baduel pasó varios meses preso, con un solo propósito: extorsionar a Josnars Adolfo que confesara sus delitos y colaborara con las autoridades. No lograron que Josnars se declare culpable, ni con esta extorsión, ni con torturas.
En mayo 2024, Josnars Adolfo Baduel fue condenado a 30 años de cárcel.
Yo conocí a al general Raúl Isaías Baduel en el año 2008. Fue mi primer viaje como corresponsal a Venezuela. Lo entrevisté en su oficina y me explicó porque él, quien inició la revolución bolivariana junto a Hugo Chávez; quien en 2002, luego del golpe contra Chávez, marchó con su tropa para liberarlo; y quien hasta el 2007 fue su ministro de Defensa, había renunciado y se pasó a la oposición: No estaba de acuerdo con el intento de Chávez de cambiar la Constitución.
Un año más tarde, en 2009, regresé a Caracas y el general Baduel había sido arrestado. Estaba en la cárcel militar de Ramo Verde. Todos mis intentos de conseguir un permiso para visitarlo, fueron en vano. Regresé en 2010 y contacté a un dirigente chavista, que estuvo con Hugo Chávez desde el principio: el general Alberto Mueller Rojas. Lo había entrevistado en 2008 y me sorprendió la franqueza, con la cual expresó su desacuerdo con muchas políticas de Hugo Chávez. Por gestión de Mueller conseguí el permiso a visitar y entrevistar a Baduel en la cárcel. Poco después murió el general Mueller.
En esta visita a la cárcel militar de Ramo Verde, en marzo 2010, conocí a casi toda su familia. Era un domingo, y cuando un teniente me abrió a la puerta de su celda, se cuadró ante el general; “Mi general, doy informe que tiene visita de un periodista alemán de nombre Richard Luers.” Así era el ambiente en Ramo Verde. Militares tratando con respeto al militar preso.
Entré y resulta que la celda era una especie de apartamento, con una sala, un dormitorio, una cocina y un baño. La esposa y varias de las hijas de Baduel estaban preparando el almuerzo, éramos como 10 personas en la mesa. Conocí a Andreina, su hermana Margarita y, si bien me recurso, a Josnars Adolfo.
Con el general tuve una larga entrevista, que publiqué en mi especial “Venezuela se juega la República” en marzo 2010.
Lo que vi en Ramo Verde fue la manera como Hugo Chávez tenía preso a su ex amigo, caído en desgracia, porque se opuso al referéndum, con el cual se quería cambiar la Constitución – y el cual Chávez perdió.
Lo que mató al general Baduel fue la manera como, luego de la muerte de Chávez, Nicolás Maduro trató y sigue tratando a los presos políticos. Del 2017 hasta su muerte en 2021, el general Baduel, ya no pasó en Ramo Verde, cuidado por militares, sino en manos del temible SEBIN en “La Tumba”. Y así ha tocado a sus hijos.
Escribo esto, porque ahora tenemos también en El Salvador presos políticos y muertes en las cárceles. A los dictadores que mantienen presos políticos hay que denunciarlos, sean de seudo izquierda, como Maduro y Ortega, o de ultraderecha, como Bukele.
Saludos,
Paolo Lüers