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Carta a Nayib Bukele: "Arreglar" Haití

Por supuesto se necesita usar la fuerza contra las mafias y pandillas en Haití. Pero no es suficiente que usted llegue con sus encargados y sus planes de represión policial y militar. Se necesita expertos en historia, sociología, sicología, cultura, antropología, derecho comparativo, trabajo comunitario, derechos humanos - todas especialidades que usted trata en su país como obstáculos, como enemigos...

Por Paolo Luers
Periodista

Su alteza el Philosopher King, el dictador más cool del mundo, constructor de BitcoinCity, SurfCity de la Nueva Roma:

Así que usted va a arreglar, componer, salvar a Haití. Pocos días después de que anunció que iba a construir una nueva Roma, leímos en su cuenta de Twitter: “We can fix it”, republicando una nota que dijo: “Haití ha colapsado. Dijo que puede arreglar Haití, con tal que Naciones Unidas le den el aval y cubra todos los gastos…”.


Haití ha sido un Estado fallido desde que llegaron los europeos, primero los españoles, luego los franceses. Nunca ha tenido instituciones ni un sistema judicial que funcionen. Nunca el Estado de Haití ha podido proteger a sus ciudadanos contra tiranos, corruptos, mafias y bandas violentas. Ni durante la Revolución Francesa ni en el tiempo de Napoleón Bonaparte ni en la independencia, ni bajo el dominio de Estados Unidos entre 1915 y 1934, ni en tiempos del loco dictador Papa Doc Duvalier, ni luego de su muerte, en los tiempos de golpes de estado e intentos democráticos.


Haití no es simplemente un país americano más que tiene problemas de pandillas, que se podrían combatir con mano dura. Es el prototipo de un “Estado fallido”: No hay gobierno. La policía es una pandilla más, igual que el ejército. No existe justicia. No funcionan los sistema de educación, ni de salud, ni los gobiernos locales. Es un caos que nadie sabe como arreglarlo. A menos que Batman personalmente tome las cosas en su mano…


Usted dijo en otra publicación en Twitter: “Hemos eliminado las pandillas salvadoreñas, lo mismo hay que hacer en Haití”. Peace of cake, como dicen los gringos. Chiche, en salvadoreño.


La receta es simple: Denme todo el poder, permítanme violar la Constitución haitiana, quítenme encima la camisa de fuerza de los Derechos Humanos, dejen de estar llorando sobre daños colaterales.


Alguien diría: ¿Y cómo se cree capaz este señor Bukele de arreglar un país cuya historia, cuya estructura social, cuya idiosincrasia y cuyos sentimientos no conoce?


Esto para usted nunca ha sido un problema. Usted tiene una característica, que vuelve su política de seguridad insostenible. No entiende las causas de los problemas de violencia, ni le interesan. Tampoco las historias concretas de cada cultura local. En su cruzada de aplicar el régimen de excepción con sus redadas masivas, que no distinguen entre inocentes y culpables, entró con las mismas patadas de las mismas botas militares en los barrios de Soyapango o Apopa como en las comunidades de Santa Marta, el Bajo Lempa, la Segundo Montes o la isla Espíritu Santo.


Para usted hay una sola respuesta para toda situación de descontrol, sea en Morazán o en La Campanera, sea en El Salvador o en Ecuador o en Haití. Usted piensa tener la receta universal para “arreglar”, no importando factores históricos, sociales, culturales.


Por supuesto se necesita usar la fuerza contra las mafias y pandillas en Haití. Pero no es suficiente que usted llegue con sus encargados y sus planes de represión policial y militar. Se necesita expertos en historia, sociología, sicología, cultura, antropología, derecho comparativo, trabajo comunitario, derechos humanos - todas especialidades que usted trata en su país como obstáculos, como enemigos…


Por suerte, ni Naciones Unidas, ni lo que queda de autoridades haitianas, van a hacer caso a su megalomanía de salvador del mundo. Tampoco lo van a llamar a poner orden a Ecuador, Colombia o México. Nadie le compra el ‘modelo Bukele de seguridad’, solo unos ultraderechistas desalmados y delirantes como los que recientemente lo celebraron en la convención Acción Conservadora en Maryland. Ni Javier Milei, el hombre de la motosierra que gobierna Argentina, confía en el Batman guanaco.

Siga teniendo sus sueños de salvador del mundo o emperador de Haití, pero no ponga a nuestro país en ridículo.

Paolo Lüers 

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