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Carta sobre el caos electoral y la señora gorda

“La ópera no acaba hasta que cante la señora gorda”

Por Paolo Luers
Periodista
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Este dicho es válido para cualquier espectáculo. En política, como por ejemplo en la celebración de elecciones en las que siguen siendo las repúblicas bananeras de Centroamérica, la señora gorda sigue siendo el Departamento de Estado en Washington.

Si se aplica la lógica inversa, el dicho diría: “Una vez que cante la gorda, el show termina y la discusión está cerrada”. Case closed.

En el caso de nuestras elecciones del 4 de febrero, la gorda cantó muy rápido y fuerte, obviamente con la intención de no dejar que surjan dudas y controversias. A las 10.48 am del lunes después de las elecciones, cuando todavía no había cifras oficiales que cuadraran, el Secretario de Estado Antony Blinken escribió en Twitter: “Felicitaciones al presidente electo Nayib Bukele de El Salvador por su victoria electoral. Esperamos seguir dando prioridad a la buena gobernanza, la prosperidad económica inclusiva, las garantías de un juicio justo y los derechos humanos en El Salvador”.

Punto final. Discusión abortada. Resultado aprobado. Porque este canto de la gorda significa mucha más que simplemente la felicitación diplomáticamente obligatoria. Esta  gorda canta de la continuidad de buena gobernanza y garantías de derechos humanos bajo el gobierno, ahora prolongado, de Nayib Bukele.

En contraste a este aval inmediato desde Washington, voceros del gobierno alemán hablaron este lunes de la crítica situación de los derechos humanos en El Salvador y dijeron que iban a comentar la reelección de Bukele “en el debido momento”.

Pera la gorda no es alemana. La ópera sólo termina cuando canta la gorda gringa.

Mientras tanto, a mediodía del día lunes todavía no hay cifras electorales que cuadren. Sea como sea, es indudable que Nayib Bukele consiguió el apoyo electoral de una abrumadora mayoría.

La gran cuestión es: Al tener un apoyo tan abundante y claro, ¿por qué Nayib Bukele no aceptó su triunfo de manera relajada, con elegancia, sin berrinches? ¿Y por qué de paso le quitó toda la credibilidad al árbitro? El Tribunal Electoral, de manera sumisa, manejó todo el proceso, desde sus inicios, a favor del presidente-candidato. Pero aun así, el día de la votación, Bukele y los suyos hicieron todo lo posible para exponer al Tribunal como una marioneta sin dignidad, a la cual cualquier activista con camiseta cian puede dejar en ridículo, dándoles órdenes a los encargados de la autoridad electoral, incluso a la PNC y los fiscales. Era obvio  que en casi todos los centros de votación, tanto en el exterior como en el país, la única autoridad fue Nuevas Ideas.

Tengo la sospecha de que el desmadre que el Tribunal armó en el conteo preliminar de votos en la noche del domingo no sólo fue resultado de incompetencia. Hicieron todo lo posible para que temprano en la noche nadie podía dudar de la magnitud del gane de Bukele. El sistema durante toda la noche produjo cifras duplicadas, dando la impresión de una votación masiva, en contraste a lo que se podía ver en los centros de votación. Es difícil creer que esto pasó solamente por incompetencia, tenía diseño e intención propagandística.

Lo que vimos en este show demuestra que para Bukele y los suyos no es suficiente ganar las elecciones, consolidar su monopolio de poder y “eliminar la democracia” – lo hacen muertos de risa, restregándoselo en la cara a los inconformes. No solo acaban con la institucionalidad de las elecciones, sino se burlan de ella, la llevan al absurdo, como queriendo decir: Miren, estas instituciones no sirven para nada, nos limpiamos las botas con ellas...

¿Todo esto incluye fraude? Por supuesto, va escondido dentro de este caos de incompetencia inducida. Fraude de ley en los meses anteriores. Fraude masivo en el voto por Internet en el exterior. Y un montón de fraudecitos el día de la votación. Fraude a la transparencia. No eran necesarios para ganar la elección presidencial, sólo para burlarse del sistema y llegar a cifras como el 85%. Pero el fraude será el elemento clave para la composición del parlamento. Sólo aplicando fraude pueden cumplir con la orden de Bukele en la noche de las votaciones: “¡Quiero 58 de 60 diputados, cabrones!”

La batalla de los próximos días no será si Bukele ganó con unos puntos porcentuales más o menos, sino para conseguir que cada voto cuente en la elección de diputados.

Donde podía haber elegancia, sólo hay arrogancia dura y pura. No se puede pedir elegancia a quien no la tiene en su ADN. Aunque no sorprende, la arrogancia manifestada sí llama la atención por su dimensión y su descaro. Hay que entender bien el mensaje que nos querían mandar. Y no augura nada bueno para el futuro del país.

Saludos,

Paolo Lüers

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