Estimados amigos que este 15 no fueron a la marcha por la defensa de la República:
No sé si se quedaron en casa o si fueron al desfile militar. Si realmente les interesara la Independencia, hubieran ido a marchar para defender la República. Ella es el verdadero contenido, el resultado, el sentido de la independencia.
¿Qué significó la Independencia en El Salvador, en Estados Unidos, en México y en el resto de los países de Centroamérica y América Latina? Significó declararse independiente de los reyes, que gobernaban autocráticamente a los pueblos. Significó declarar Repúblicas, donde no hay un solo hombre que manda, sino donde hay varios poderes que se limitan y controlan mutuamente. Fundar una República es una revolución democrática, es no permitir que nadie concentre en sus manos el poder; que nadie domestique las otras instituciones del Estado a su gusto – y que nadie jamás logre perpetuarse en el poder.
La Independencia no era simplemente separarse de España, sin separarse, de una vez por todas, de un modelo antidemocrático, despótico de gobierno y del poder. Sin independencia de los poderes judiciales y legislativos; sin ciudadanos libres, que ya no son súbditos de nadie, no existe el orden republicano, el que es el fin de la lucha por la independencia.
Por eso, es absurdo ir a un desfile militar y gritar “¡Viva la Independencia!”, sin gritar, con el mismo aliento: “¡Abajo los tiranos, los dictadores, los autoritarios, que nos quieren dominar como si fueran reyes!”.
Por eso es absurdo ir a un desfile militar, cuando los militares ya no juran lealtad a la República, o sea al orden republicano y democrático y su Constitución, sino a un máximo líder. En una República, los militares son los defensores del pueblo y sus derechos, no la guardia pretoriana de un presidente-rey.
Por eso es absurdo celebrar, frente a Casa Presidencial o frente al televisor, el espectáculo de una celebración del día de la Independencia, donde el mandatario-rey no habla de la Independencia, no habla de la República, no habla del equilibrio de poderes, porque estos valores no le interesan, le hacen estorbo. A nombre de la Independencia alabarse exclusivamente a sí mismo, presentándose como regalo de Dios a su pueblo, es imitar la soberbia de los monarcas. Ellos dijeron, como el Rey Luis XIV de Francia: “El Estado soy yo”. Y así reinaron. Así despilfarraron los bienes de la nación. Así reprimieron a su pueblo, hasta que su soberbia provocó revoluciones, como en Francia, y movimientos de independencia, como en las Américas. Y así cayeron.
No hagan caso a alguien que habla de la Independencia como si se tratara de un conflicto entre naciones y pueblos. La lucha por la Independencia fue el inicio de la lucha por la democracia, la libertad, la justicia para todos y la igualdad. Quien organiza su nuevo Estado de otra manera, desmontando el orden republicano con su división de poderes y con libertades civiles, no tiene derecho de hablar, como hace Nayib Bukele, de una “Nueva República”. En El Salvador no nace una “Nueva República”, sino una nueva forma de autocracia, encabezada por un presidente, que se quiere perpetuar en el poder y gobernar como un rey, o como un emir árabe.
Esto es lo que yo tenía que decir luego de esta perversa celebración de la Independencia. Los únicos que defendieron el espíritu de la Independencia son la minoría de valientes que marchó contra la reelección y el desmontaje del Estado de Derecho.
Saludos,
Paolo Lüers