Dr. Alabi:
Un ministro de Salud tiene la obligación de resolver los problemas que enfrenta el sistema de Salud. Esto obviamente incluye los conflictos laborales. Pero usted, igual como no está solucionando los problemas estructurales del sistema de Salud -la falta de presupuestos; de insumos, medicamentos y tecnología; la explotación de los médicos, incluyendo los residentes, que entran al sistema público con salarios de hambre; el retraso de la construcción del los hospitales Rosales y Norte- tampoco está haciendo nada para atender los problemas laborales.
La única manera de resolver los problemas laborales en una institución tan grande como la que usted dirige es el diálogo, la negociación, la concertación. Nada de esto está haciendo usted. Al contrario, siguiendo el ejemplo de su jefe en Casa Presidencial, usted nunca da la cara, rehúye el diálogo y prefiere la imposición.
Las dos jóvenes médicas, que fueron suspendidas por su Ministerio por publicar unos tuits, que reflejaban el estrés bajo el cual trabajan turnos alargados en malísimas condiciones, todavía esperan que les den el debido proceso, o sea que las escuchen, las sancionen en caso que hayan violado alguna norma legal y contractual, y que les dejen continuar su carrera. Un ministro de Salud que de veras se preocupa por resolver los problemas de sus médicos, se hubiera sentado a hablar con las dos muchachas.
Los 47 médicos internos que, por haberse solidarizado con sus dos colegas, también fueron despedidos, sin ninguna audiencia, sin darles oportunidad de explicar sus motivos y las circunstancias de su protesta. ¿Qué le hubiera costado a usted sentarse en una mesa con ellos para escuchar sus demandas y buscar una solución al conflicto? Pero usted es incapaz de hacer esto – y esto significa que es no apto para dirigir el sistema de Salud. Ante su incapacidad de hablar con los futuros especialistas, el ministro de Trabajo, Rolando Castro, tuvo que crear una mesa de diálogo con las organizaciones del sector Salud. Pero usted, en vez de aprovechar la iniciativa de su colega, la boicoteó: Se negó a participar; se negó a ofrecer propuestas de solución a esta mesa de diálogo; y vetó que fuera invitado el Colegio Médico, la organización que aglutina a todos los médicos del país. Por más que lo trate Rolando Castro, así no podrá resolver los problemas laborales en el sistema de Salud.
Poco después estalla otro conflicto –y tampoco lo atiende. Prefiere hacerse el suizo. Los representantes de los sindicatos del sector Salud se concentraron frente a su Ministerio para exigir una solución al impago de nocturnidades y de vacaciones. Los sindicalistas denunciaron que las autoridades tienen ocho meses de incumplir con esos pagos. ¿Qué le hubiera costado a usted -como colega, como ministro, y como hombre- dar la cara a sus trabajadores y explicarles cómo va a resolver este impago? Se supone que usted ha recibido puntuales y completos su salario, sus gastos de representación, sus bonos de gasolina durante estos 8 meses...
Tampoco lo hemos visto visitando o invitando a su despacho a las familias de los médicos y trabajadores de salud que murieron cumpliendo su deber de atender a los pacientes de covid. Los declaró héroes, prometió a sus familias recompensarlos financieramente por su pérdida –y nada de esto ha cumplido. Ahora ya no tiene cara para enfrentar a los hijos de estos supuestos héroes.
La falta de empatía que usted ha mostrado tanto a los pacientes como a los médicos y trabajadores de salud que los atienden, definitivamente lo descalifica de ejercer como ministro de Salud – y como médico. Busque otro trabajo y deje que un médico más calificado y menos cobarde se haga cargo de dirigir y desarrollar el sistema de Salud.
Sin más que agregar,
Paolo Lüers