Estimados amigos:
El doctor “Quitagrasa” Francisco Alabi ha declarado la guerra a los médicos. Piensa que el poder de ustedes, mostrado en tiempos pasados cuando administraciones anteriores no querían escucharlos, ya no existe. Piensa que ahora, bajo el régimen de lavado permanente de coco, el gremio está dormido. El hombre no conoce a los verdaderos médicos.
Los internos del Rosales y del Hospital de la Mujer han hecho una huelga. Nada que paralizara las labores de los hospitales. Nada que afectara la atención a los pacientes. Sólo una huelga de advertencia de 48 jóvenes médicos con sentido de ética, justicia y solidaridad. Su demanda al Ministerio de Salud: Que dejen de joderle la carrera profesional -y la vida- a la doctora Beatriz Monteagudo y a la residente Ángela Ferrer, que fueron suspendidas por el Ministerio por unos tuits que expresaron la situación de estrés, bajo la cual los internos están atendiendo día y noche a sus pacientes.
Había múltiples solicitudes de profesores, colegas, sindicatos y el Colegio Médico al Ministerio de Salud de reinstalarlas y permitirles a seguir adelante con su formación profesional. Pasaron meses y el Ministerio se sigue negando a reconsiderar el caso y levantar la suspensión. Las dos colegas de ustedes, de intachable récord académico y desempeño en el hospital, se quedaron vetadas de sus derechos.
Es por esto que 48 internos de los hospitales Rosales y de la Mujer se atrevieron a declarar una huelga de advertencia y solidaridad. Inmediatamente fueron suspendidos. 48 médicos suspendidos por una huelga simbólica que no afecta a los pacientes. En cambio, perder a 48 médicos sí los afectará. El ministro no tolera ni huelgas, ni hace caso a los sindicatos y gremios de los miles de profesionales de salud, que considera sus súbditos. Repito: No conoce el poder de los médicos, que se despierta cuando está en juego se ética.
¿Qué va a pasar ahora? Va a pasar que los médicos pierdan la paciencia y el tigre se despierte. Si Alabi suprime una huelga simbólica, tendrá una real. Esta locura de estar suspendiendo a médicos, sólo para mostrar quién manda, es la famosa gota que rebasa el vaso. El vaso ya estaba lleno al tope con tantas arbitrariedades, arrogancias, promesas no cumplidas y mentiras que ustedes, los profesionales de salud, han tenido que aguantar, sobre todo durante todo el proceso de la emergencia por la pandemia. Precisamente por su sentido de responsabilidad frente a una emergencia que amenazó la vida de miles, ustedes se tragaron la frustración y las humillaciones. Aunque yo sé cuánto les costó tragarse después la infame traición a sus colegas muertos en cumplimiento de su deber de atender a los pacientes contagiados del virus letal.
En un sistema de Salud tan deficiente como el nuestro, este es el dilema para el gremio médico: Por una parte, la ética profesional lo obliga a luchar contra la corrupción e incompetencia en la administración del Salud; por otra parte la misma ética obliga a los médicos a concentrarse 100% en cumplir con la tarea de Sísifo de hacer lo mejor con recursos tan limitados –y no perder tiempo con pleitos. Pero en algún momento la paciencia se agota – y este momento ha llegado con el conflicto con los internos y la manera soberbia del ministro de tratar de resolverlo a pura represión.
Estoy seguro de que ustedes, sus sindicatos y su Colegio sepan llevar adelante esta lucha –y ganarla. Estoy seguro también de que tendrán amplio apoyo de los profesores y estudiantes de medicina, de otros sindicatos y de la opinión pública.
Al país le hará bien que un sector tan vital para la sociedad se despierte y enfrente de manera unida y valiente la soberbia de este gobierno, en este caso del ministro de Salud. No se dejen dividir, no caigan en trampas de promesas que nunca serán cumplidas. La lucha de ustedes es, en última instancia, por sus pacientes, quienes merecen un sistema de salud eficiente y accesible para todos. Y esto no será posible con médicos mediocres y sumisos, sino requiere médicos comprometidos con la ética profesional –y que no se dejan intimidar y manipular.
Con profundo respeto por su labor, su entrega al bienestar de sus pacientes y su lucha diaria por hacer mucho con pocos recursos y en condiciones adversas.
Saludos…
Paolo Lüers